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Abril 18, 2010
Abril 2010, No. 253

Los evangelios apócrifos

Ernesto Lenin Robledo Romero.
Por estos días acabamos de atravesar la etapa del año en donde todos los cristianos celebramos la muerte y resurrección del Cristo. Celebramos el número 40, que es de gran simbolismo para la iglesia católica y que representa los 40 días del diluvio, los 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto, los 40 días de Moisés y de Elías en la montaña, los 40 días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, etc.

Este tiempo me ha dado la magnífica oportunidad de hablar de los evangelios que la Iglesia vetó en el lejano siglo IV de nuestra era, los llamados Evangelios Apócrifos o extracanónicos. Así que empecemos.

Para entrar en el contexto, hay que aclarar que en el inicio del cristianismo hubo dos corrientes internas: la tradicional y la gnóstica. En un principio, los gnósticos dominaban y tenían más adeptos que los tradicionales, incluso su literatura era parte del nuevo testamento. Para ese entonces, los evangelios gnósticos superaban en número y tamaño al actual nuevo testamento, ya que por ser una corriente culta y preparada, sabían de la importancia de asentar en papel todos los conocimientos adquiridos.

En el Primer Concilio de Constantinopla, celebrado en la ciudad de Nicea en el 325 d.C., se decidió qué evangelios permanecerían en las sagradas escrituras, y cuáles se suprimirían por considerar que no era conveniente utilizarlos. Paralelamente también se decidió suprimir la corriente gnóstica objetando que dicho movimiento era un peligro, debido a que la esencia de esta corriente era que se debía llegar a cierto tipo de conocimiento, el cual no era palpable a la luz pública, pero que una vez que se llegara a él se llegaría al entendimiento de la vida.

Alguna persona, hasta ahora desconocida, se percató del peligro que corría toda la literatura del movimiento gnóstico, y la escondió en el interior de un peñasco, permaneciendo oculta hasta el pasado siglo XX.

La historia de cómo volvieron a ver la luz estos documentos forma parte de una gran aventura y de cómo las grandes casualidades mueven las piezas de ese gran rompecabezas llamado Historia del mundo. La crónica nos remite a diciembre de 1845 a un pueblo llamado Nag Hammadi, situado en una región del Nilo a unos 15 kilómetros al sur de El Cairo, Egipto.

El descubrimiento se hizo cuando unos camelleros estaban buscando en la orilla del Nilo el fertilizante natural sabakh para sus tierras, de pronto uno de ellos al escarbar encuentra una vasija de un metro de alto e inmediatamente le manda hablar a su hermano, que era el líder del grupo, llamado Mohammed Alí Samman.

En un principio creyeron que adentro se encontraba un genio, después que albergaba a un espíritu maligno, que les haría maldades hasta el fin de sus días si lo liberaban; sin embargo, la avaricia triunfó sobre el temor y determinaron abrir la vasija porque estaban seguros que dentro de ella se encontraría oro. Con una pala quebraron la vasija, pero rápidamente se desilusionaron al comprobar que dentro sólo había una docena de libros encuadernados en estuches de cuero marrón y que contenían varios trozos de pergaminos. Los demás hombres se alejaron maldiciendo su mala suerte y pensando que eran pergaminos sin valor.

Alí se quedó con ellos pensando que podría vender el cuero por algunas monedas, sin saber que esos pergaminos eran las escrituras gnósticas que habían estado escondidas por varios siglos de los rapaces líderes católicos. Inconsciente de su inestimable valor, Alí los arrojó sobre un montón de paja cuyo objeto era alimentar el horno del hogar. Su madre, Umm-Ahmad, así lo hizo para mantener la lumbre.

En ese tiempo, Mohammed estaba inmerso en un problema, pues por venganza había asesinado al culpable de la muerte de su padre, y temiendo las represalias de la policía entregó el “tesoro” al religioso Al-Qummus Basiliyus Abd el Masih, quien, dada la originalidad del hallazgo, envió un ejemplar de los manuscritos al historiador egipcio Raghib. Éste último, presumiendo ya su gran valor, los envió a El Cairo.

Tiempo después, cuando se conoció del valor de los pergaminos, éstos anduvieron circulando en el mercado negro hasta que llegaron a manos del historiador norteamericano James Robinson, el cual empezó a traducirlos. Sin lugar a dudas éste fue el descubrimiento arqueológico más importante del siglo XX.

A estos textos escritos en copto, lengua hablada en tiempos de Jesucristo, se les dio el nombre de evangelios por su aspecto similar a los cuatro evangelios contenidos en el nuevo testamento, y por su carácter gnóstico se les conoce como los Evangelios Gnósticos de Nag Hammadi. Fueron escritos entre el siglo I y II de nuestra era, pero se presume fueron copias de los textos originales.

Entre los textos más importantes hallados en Nag Hammadi se encuentran: El Evangelio de la Verdad, el de Tomás, el de Felipe, el de María Magdalena, el Libro secreto de Juan y el evangelio copto de los egipcios.

Aun cuando podríamos plasmar las innumerables citas de estos evangelios y de cada una podríamos aprender algo, compartiré con ustedes algunos fragmentos de los dos evangelios más importantes de este compendio. Así que como dijo el Maestro Jesucristo, el que tenga oídos que escuche.

Evangelio de Tomás

He aquí las palabras secretas que Jesús el Viviente ha dicho, y que ha escrito Dídimo Judas Tomás el gemelo. (Para muchos este personaje fue el hermano mellizo de Jesucristo).

Y Él ha dicho: “aquél que encontrare la interpretación de estas palabras no conocerá la muerte.”
“…aquél que busque, no cese de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se sentirá turbado, y habiendo sido turbado será maravillado y reinará sobre el todo.”

“… si aquellos que os guían os dicen: Mirad, el reino está en el cielo, entonces los pájaros se os habrán adelantado… El reino está en el interior y fuera de vosotros. Cuando os conozcáis, entonces seréis conocidos y entonces sabréis que sois los hijos del Padre que está vivo.”

“…conoce lo que está delante de tu cara, y lo que está oculto ante ti será develado; pues no hay nada escondido que no será manifestado.”

“… allí donde hay tres Dioses, allí donde hay dos Dioses o uno, yo estoy con él.”
“…Desde Adán hasta Juan el Bautista, entre los que han nacido de mujeres, no lo hay más elevado que Juan el Bautista… “
“…Bienaventurados los solitarios y elegidos, pues encontraréis el reino, pues habéis salido de él y de nuevo a él entraréis.”

“…si os dicen: ¿de donde habéis nacido?, decidles: hemos nacido de la luz, allí donde la luz ha nacido de sí misma, y se ha revelado en su imagen, si os dicen: ¿quiénes sois?, decid: somos sus hijos y somos los elegidos del Padre que está vivo. Si os preguntan: ¿Cual es el signo de vuestro Padre que está en vosotros? decidles: es un movimiento y un reposo.”

Evangelio de María Magdalena

“Hubo tres que caminaron siempre con el Señor. María su madre, y la hermana de ésta y Magdalena, que fue llamada compañera de Él…”

“Y la compañera del Señor es María Magdalena.”
“Y Cristo la amo más que a todos los discípulos y acostumbraba a besarla a menudo en la boca. El resto de los discípulos se ofendían por ello y expresaban su desaprobación. Le dijeron ¿Por que la amas más que a todos nosotros? El Salvador respondió: ¿Por que no os amo como a ella? Cuando un ciego y uno que ve están juntos en la oscuridad, no son diferentes el uno del otro. Cuando llega la luz, el que ve, vera la luz y el que es ciego seguirá en la oscuridad.”


erobledor@prodigy.net.mx