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Abril 18, 2010
Abril 2010, No. 253

Los grandes retos y problemas del gobernador

Jorge Arturo Estrada García.
Humberto Moreira está frente a los retos más grandes de su carrera: El cierre de su sexenio y dejar a su sucesor en el Palacio Rosa. Debe hacerlo a la perfección. De eso depende su carrera política. El gobernador debe salir con brillantez, sin sobresaltos y sin escándalos, para pavimentar la entrada de su relevo y conservarse como un activo valioso para el PRI. Y por supuesto, que su sucesor sea quien él designe.

La tarea se vuelve sin precedentes porque confluyen circunstancias inéditas: El poder actual de los gobernadores es enorme, su partido es sólo una franquicia y el principal aspirante es su hermano. La tarea no es sencilla.

Luego de gobernar con un gran consenso, Humberto no puede perder ese respaldo ciudadano. O su margen de maniobra se reducirá considerablemente. Su imagen no debe desgastarse.

De esta forma, las acciones, los resultados y las actitudes, de él y sus colaboradores, serán estudiadas con lupa. Los adversarios surgirán no sólo de la oposición, también de su propio partido. Los amigos son de mentiras y los enemigos son de verdad.
En el cierre es en donde se consolida el legado de un gobierno. Y se da el paso o no a la historia. El cierre y la sucesión requieren enormes recursos, resultados perfectos, obras impecables y trayectorias intachables.

Sin embargo, en este momento, dos problemas están presentes permanentemente en la mente de Humberto. Y en su discurso. La gravedad de los mismos lo hace explotar inesperadamente. Y su encargado de comunicación tiene que salir al “control de daños”.
Los nervios no pueden traicionar al gobernador. Los exabruptos y reflectores mal enfocados lo llevarían de inmediato al rincón de los políticos del viejo PRI, estereotipados como marrulleros, opacos, tenebrosos, folclóricos, autoritarios y corruptos. Las percepciones cambian vertiginosamente. Más todavía, en el plano nacional.

Lo preocupante es que Humberto padece, en carne propia, las ineficiencias de la columna vertebral de su gabinete. Las estrecheces económicas que lo agobian vienen de la incapacidad del secretario de Finanzas, Javier Villarreal, para administrar y conseguir los recursos.

Esta administración ha gastado 100 mil millones de pesos en 4 años. Una cifra enorme y nunca vista. Hablamos de más de 8 mil millones de dólares. Una cantidad que equivale a darle 160 mil pesos a cada hogar de Coahuila. Lo suficiente para comprar un auto y un terreno para cada familia.

Es cierto que se han destinado 26 mil millones a la obra pública. Lo que ha transformado el perfil de nuestras ciudades en forma notable. Pero 75 mil millones se han ido al gasto corriente, mayormente a nóminas y viáticos. Pésimo balance.

Las cifras que manejan los propagandistas de gobierno hablan de que estas obras generaron 26 mil empleos. Esto nos da un costo de un millón de pesos por cada uno de estos empleos, mayormente de albañiles, choferes, carpinteros, soldadores y fierreros. Que no cobran un millón cada uno. A lo más se llevarían 60 mil pesos por un año de trabajo en una obra.

Estos 26 mil millones, han sido adjudicados, mayormente, a 26 empresas constructoras de la entidad. Mil millones para cada empresa en contratos gubernamentales es una buena cifra. Estime usted las ganancias.

Lo peor del asunto es que muchas de estas obras públicas no han sido supervisadas adecuadamente. A lo largo y ancho del estado se ven carreteras, calles, banquetas y caminos rurales deteriorados, obras de electrificación y de agua incompletas, escuelitas sin funcionar, centros de salud abandonados.

Ismael Ramos, el titular de la secretaría de la Función Pública, ha permitido que los constructores cobren por obras deficientes de mala calidad e incompletas. Lito no se ha presentado a supervisarlas. En contraste de la actividad desplegada por el gobernador, Ismael no abandona el escritorio.

Todas estas deficiencias están siendo coleccionadas por quienes enfrentarán a Humberto en el proceso sucesorio. Los errores serán magnificados y serán achacados al gobernador. Los escándalos servirán para alimentar las hogueras. Sus funcionarios son un lastre.

Entre Javier Villarreal e Ismael Ramos han ejercido un presupuesto de 4 mil 500 millones, en los primeros cuatro años de administración. No parece justo que los resultados sean tan cuestio- nables. Ellos son los encargados que los recursos ajusten y las obras sean perfectas, no una fuente problemas. Y Mucho menos una fuente para ataques. Lo increíble, Villarreal llevó a la quiebra al estado en la era de la bonanza.

Sus malos resultados son evidentes y están documentados. Más de 100 mil desempleados en la entidad, son difíciles de revertir a estas alturas del sexenio. La inseguridad y el temor que inundan nuestras ciudades también. Desvíos y errores en el Monedero de la Gente, en Cero Marginación, pésima planeación y elaboración del presupuesto de ingresos. Secuestros, extorsiones, robos, asaltos, levantones y asesinatos.

Humberto ha peleado por cada peso que integra el presupuesto de Coahuila. Él no ha regateado un peso a sus colaboradores para que hagan su tarea. La falta de resultados de Jesús Torres Charles, Jorge Alanís, Javier Villarreal e Ismael Ramos sólo puede ser calificada como deslealtad.

Ellos ya se ven montados en el tren del próximo gobernador. Ellos como muchos miembros de la administración privilegiaron la grilla y sus proyectos personales a responder a la confianza del gobernador.

Casas nuevas en los mejores fraccionamientos de Saltillo, Monterrey y hasta San Antonio, Texas, autos de lujo, hijos estudiando en el extranjero, vacaciones y paseos en Europa y Estados Unidos, son algunas de sus aficiones. Y lo hicieron en cuatro años y en las narices de sus vecinos y ciudadanos coahuilenses. Sin recato. Sin cuidar al Jefe. Desleales. Se han convertido en un lastre.

Mientras, Humberto mantiene su impresionante actividad. Capoteando los problemas, siempre presentes en su mente. Listos para explotar. Tal vez en los momentos menos oportunos. Para muchos pareciera injusto. Para sus adversarios es oro molido.

En los próximos meses veremos al gobernador, avanzando con la audacia que lo caracteriza. Con la audacia que lo llevó al Palacio Rosa. Sin embargo, antes viajaba más ligero de equipaje. Sin tanto lastre.

Será interesante seguir sus movimientos en las procelosas aguas del cierre y la sucesión. El PRI de Humberto tiene como mejor candidato, sin duda alguna, a Rubén Moreira. Ni Eduardo Olmos ni Jericó Abramo que alimentan sus propios proyectos con recursos municipales, le llegan a los talones. Ellos son los primeros interesados en que Humberto falle y que Rubén no llegue.
Sin embargo, en Coahuila también hay otros priístas pesos pesados, aunque están fuera del moreirismo. Ellos pelearán, abierta o subrepticiamente. La oposición, sólo cuenta con Memo Anaya y Ernesto Saro. En una situación normal, Rubén se percibiría imbatible. Sería el candidato natural.

Su parentesco con el gobernador pondrá los reflectores nacionales en Coahuila. El río estará revuelto. Las batallas serán sangrientas. Y Humberto Moreira estará en el ojo del huracán. Tal vez muy solo, como ahora lo han dejado sus colaboradores.


jjjeee_04@yahoo.com