El pasado 25 de enero, el país despertó en shock, lamentando el intento de homicidio al futbolista paraguayo Salvador Cabañas en el ahora clausurado antro “Bar Bar” de la ciudad de México. Lo que sucedió a casi un mes de distancia está en la penumbra, pues el agresor identificado como el empresario José Jorge Balderas Garza, (a) “JJ”, está prófugo de la justicia y las autoridades han estado dando información a cuenta gotas.
La versión oficial la conocemos: Alrededor de las cinco de la mañana, Cabañas ingresa al baño y le disparan en la frente. Balderas Garza sale del bar sin que nadie lo detenga. Horas después se filtran dos móviles: el primero, que el cuñado de Cabañas le tomó una fotografía a la acompañante de “JJ”; el segundo, que “JJ” le reclamó a Cabañas su falta de goles en el equipo América.
El delantero americanista recuperó el habla, pero dice que no recuerda lo sucedido. Hasta ahora, las autoridades mantienen en arraigo a 10 personas, y se ha desatado una polémica por la violación a la ley de alcoholes del Distrito Federal, por vender bebidas embriagantes después de las dos y treinta de la madrugada, debido a ello se están cerrado los establecimientos a la hora que marca el reglamento; pero, como siempre sucede, las autoridades empiezan a hacer su trabajo después de ocurridas las tragedias, como también fue el caso de la Guardería ABC en Hermosillo, Sonora. Después del incendio y la muerte de decenas de niños, empezaron a cerrar las guarderías que no cumplían con los requisitos.
Se ha manejado que los culpables del intento de homicidio de Cabañas son los corruptos supervisores de alcoholes, que con mordidas permiten a los antros trabajar hasta altas horas de la noche. Pero esta situación no sólo se da en los centros nocturnos, también en la venta de piratería, en las casas de prostitución, en lugares clandestinos de venta de alcohol y en todos los negocios de giros rojos y negros.
Pero las autoridades deben ser claras y señalar el verdadero motivo por el que le dispararon a Cabañas, y si analizamos el entorno de esta tragedia nos daremos cuenta que el atentado apunta más a ser un ajuste de cuentas.
Para empezar, recordemos que el “empresario” Balderas cuenta con 17 nombres distintos, y que aún no se ha podido determinar cuál es su verdadero. Además tiene registradas 10 empresas fantasmas en el ramo del transporte.
Según clientes asiduos al bar, no era la primera vez que el futbolista y el empresario estaban en dicho establecimiento al mismo tiempo, incluso se afirma, que cuando no había espacio colocaban en la misma mesa a ambos personajes, en la mesa reservada para “JJ”, que era la mejor del lugar. Seguramente se conocían.
La información oficial nos dice que al ingresar al centro nocturno el escolta de “JJ” no fue revisado por el personal de seguridad, porque posiblemente su patrón era un cliente VIP. Sin embargo, minutos antes había llegado Salvador Cabañas, que también era un cliente de la misma categoría, y fue revisado. ¿Quién es realmente “JJ”?
Ahora bien, Cabañas había ido al baño un par de ocasiones en un lapso menor a diez minutos, justo cuando se encontraba el agresor dentro. La última ocasión el delantero americanista entra vestido de una forma y al momento de que lo trasladan al nosocomio trae una camisa diferente. El encargado del baño limpió con cloro la sangre que había regada en el piso, supuestamente por orden de su superior, por eso la defensa de los empleados está aduciendo que hubo errores en la forma como se trató la tragedia, pero que no son cómplices su defendidos.
El consumo de esa noche de “JJ” ascendió a 17 mil pesos y la comanda tenía la leyenda de cortesía. ¿Quién consume o mejor dicho qué consume una pareja en cuatro horas para que su cuenta ascienda a tal cantidad? ¿Qué establecimiento da cortesías de ese monto? Como le ahorraron al “JJ” la tediosa tarea de pagar, pudo salir del bar en menos de 90 segundos, “burlando” la seguridad del local.
Pero lo más inverosímil se da cuando las autoridades no pueden accesar al establecimiento hasta siete horas después de ocurrido el incidente. ¿Puede cualquier ciudadano dispararle a otra persona y no dejar entrar a la policía al lugar de los hechos mientras limpia la escena del crimen?
Al día siguiente una persona del sexo femenino pidió ver al futbolista que se encontraba en terapia intensiva, arguyendo que era hermana de la madre. No se le permitió entrar, se le avisó a las autoridades y la persona desapareció. Obviamente no era la persona que decía ser. ¿Qué es lo que intentaba hacer esta mujer?, hasta ahora no hay una postura oficial, pero usted y yo lo intuimos.
Desafortunadamente, este tipo de cosas seguirán sucediendo y continuarán desprestigiando la imagen de nuestro país. En el extranjero ahora somos el país de los sicarios, de los secuestradores, de los corruptos, donde por nada se acribilla a las personas. Desde hace tres años, desde que el Presidente Calderón le declaró la guerra al narco, el saldo que se ha acumulado es de 17,754 muertos. Lo preocupante, es que no todos eran gente involucrada con la delincuencia, entre ellos murió gente inocente.
Si Salvador Cabañas, hubiera sido como usted o yo, gente común y corriente, sería sólo un número más en la estadística de los ejecutados o heridos, sin embargo por la importancia del personaje, hemos podido conocer el caso y horrorizarnos de saber cómo se encuentra la seguridad en el país, en el país del “no puede ser”.