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Agosto 2011
Edición No. 270
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El monumento que se merece FCH

Adolfo Olmedo Muñoz.

Había anunciado que hablaría de la lidereza “al parecer vitalicia” del Sindicato Nacional de “Trabajadores” de la Educación (SIC), pero francamente me da más comezón en las manos, el poder comentar por lo menos, la paradoja que podría poner en tela de duda todos mis acres comentarios en contra del petiso presidentito actual, pues uno pensaría que la crasa mediocridad del personajito bastaría para remitirlo, al término de su mandato, a un olvido mayor que el que se ha merecido “La Neta”, el mediocre traidor que pusieron en lugar del asesinado Luis Donaldo Colosio.

Aunque no sé si reconocer una jugarreta más del destino, o una maquinación perversa de parte del personajito que despacha en Los Pinos. Lo cual sería de una perversidad digna de otro estudio pues revelaría una inteligencia, perversa, pero inteligencia al fin, lo cual aún me resisto a conceder. Se trata del monumento a la corrupción, a la estulticia, al descaro, al cinismo, a la pendejez de grado superlativo, el llamado “Faro de Luz” que todo parece indicar que terminará costando a los mexicanos más de mil millones de pesos, pues el lodo en que se hunde el “negocito” que con bombo y platillo habían anunciado como la que sería la obra máxima representativa del Bicentenario de la Independencia Nacional, y el centenario del inicio de la primera revolución social en el mundo, durante el Siglo Veinte, ha quedado no sólo en una pifia ridícula sino que se alzará para el recuerdo de todos los mexicanos de que hubo un idiota que habló mucho de la moralización, de la defensa de la economía popular, de la seguridad, para venir a dar las…tima, por hacer negocitos al amparo del poder público.

Anecdotario serán los cañonazos de cincuenta mil pesos; la conjugación del término “carrancear”; las maniobras de don Plutarco; los abusos del hermano del “Presidente Caballero”; las liviandades de Pepe López y Doña Carmen, cada quien por su lado, “como en “las mejores familias”. E incluso que los acontecimientos de este sexenio, dejen atrás la vergonzante actitud de Raúl Salinas, o la de su hermano Carlos, que nos vendió en pedacitos.

Puede llegar a ocurrir que ante este testimonio material de la estupidez aunada a la corrupción, quede para la posteridad y recuerdo de los mexicanos que no pasará mucho tiempo en que le tilden al “monumento” con un apodo. Por ejemplo yo ya pensé uno: “El Palo de la Corrupción” o “La Sombra del palillo”.

Ya lo pueden terminar cuando quieran, a pesar de que aseguraron que sería inaugurado para septiembre del año pasado, en la fecha conmemorativa real, aun se hacen bolas y se echan las pelotas unos a otros, en donde no dejan de salir las asquerosas tranzas que desde las cuevas de PEMEX se han maquinado para traficar influencias a favor de “empresas privadas”. No por nada “andó” (SIC) por ahí el “toponi de fognatura”, chauvinista de rancho a ultranza, hasta que alcanzó la ubre de la paraestatal y se olvidó de “zurrancho”. Sí, ya sabe usted de quien se trata, es el tal “Bachendo”, pero esa es otra historia de la que, si existiera realmente la Secretaría de la Función Pública, ya estaría en la ratonera.

Por todo ello preferí mejor ya no hablar de la “seño” aquella, la de los ojitos perdidos, Elba Esther, pues aunque su cinismo amoral es tan evidente que dentro de unos meses andará pataleando para hacerse notar, pretendiendo engancharse con el mejor postor, representando al magisterio nacional, por lo que configuran un cuadro harto deleznable, pues si la señora prácticamente “prostituye” su negociación, se constituye como regenteadora de la “venta” de voluntades, a lo que algunos le llaman “el oficio más antiguo del mundo”.

Al fin y al cabo, su caso queda englobado, por méritos propios, en el monumento a la corrupción que se ha mandado a hacer “Feli-pillo” Calderón Hinojosa y con el que, seguramente, pasará a la posteridad como el único Presidente de México que se ha mandado a hacer, a la medida, un monumento a la corrupción. Ya ni el nefando Antonio López de Santana, quien le rindió honores a su pata, pero no mereció, ni mausoleo, y su memoria, aun nos avergüenza.

Tan sólo como un retintín. En otro ámbito, en Coahuila aun se goza el vértigo de la escandalosa victoria que obtuvo Rubén Moreira ante un panismo altanero y hablador, no sólo del “candidato nylon” que presentaron (“quesque” compadre del Presidente) como aspirante a la gubernatura de Coahuila, sino por la legión de aventureros, que hasta en los medios de comunicación se agazaparon para denostar la obra de Humberto Moreira, con la insana intención de “amedrentar con el petate del muerto” y aflojarle la voluntad al nuevo gobernador. Vulgar chantaje le dirían antaño.

Algunos con la intención también para “publicitarse” y ver si son llamados de nueva cuenta a cualquier oficinita desde la cual ordeñar la ubre presupuestal, otros escudados desde una ingenua y pobre franqueza ideológica, cuya obtusa visión no ha alcanzado a dimensionarles los verdaderos linderos de la política en Coahuila.

¿Qué Rubén Moreira tiene la oportunidad histórica de alcanzar grandes alturas?, ni duda cabe. Pero eso, alguien con tres dedos de frente puede ignorarlo. El gobernador electo no ha llegado para “no dejar pasar ninguna oportunidad que se presente”, por el contrario, llegó para crear oportunidades, opciones que aseguren un nivel de vida mejor para todos los coahuilenses.

Rubén Moreira, más que su hermano que le antecedió, conoce a fondo la estructura social de la entidad; sus clases sociales, con sus capacidades e incapacidades, sabe de los compromisos que han cumplido esa sociedad, pero también los que han omitido, sobre todo las clases beneficiadas por la revolución de la que hoy se avergüenzan. Les conoce las mañas a todos, por lo que no va a venir un desteñido panista a decirle lo que tiene que hacer.

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