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Diciembre 2011
Edición No. 274
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morir en el intentoJosé Pérez de León

Fidencio Treviño Maldonado

Él era un hombre del campo oriundo de Nuevo León,
tenía apenas diecinueve años...
Corrido de los Tigres del Norte.

Hace tiempo sin ser invitado me colé en San Antonio, Texas, a una presentación del libro “Morir en el Intento” del conductor, escritor y periodista, Jorge Ramos. En dicho libro Jorge Ramos hace un recuento de los daños y el constante tránsito de los prospectos a espaldas mojadas o pies calientes, como se les llama a los que se atreven a cruzar a pie el desierto de Arizona y Nuevo México. Parte del libro fue lo que pasó hace tiempo, en donde treinta inocentes pagaron la cuota de vida en el interior de un vagón, entre ellos José Pérez de León.

José Pérez de León es parte de una tragedia diaria, que le da forma a las gráficas de los caídos en el intento de pasar la frontera y alcanzar el sueño americano. Él junto con otros 29 murieron en la caja de un tráiler en donde transportaban hacinadas 73 personas, niños, mujeres de los cuales murieron 17 mexicanos, todos hombres, lo raro en este caso es que no falleció ninguna mujer, quienes mostraron más resistencia y más calma a la crisis que se vivió dentro de la caja del camión de carga cerrado que se convirtió en horno con más de 50 grados y en abandono total, 44 vivieron para contarlo.

Más allá de que detuvieron a los polleros, enganchadores y chofer, resulta reprobable el trato indiferente que da nuestro gobierno a la población más pobre, consecuencia sin duda a la infamia de nuestros funcionarios y su incapacidad para genera empleos y levantar el país con todos los rezagos en el sector que se quiera mencionar.

En los Estados Unidos viven actualmente 12 millones de mexicanos, es decir aproximadamente la décima parte de la población nacional, y siguen intentando cruzar a diario mil connacionales y por cada mil que lo intenta uno muere. Según las estadísticas los que cruzan juegan a la lotería con la vida y la muerte, quien se la saca le toca morir ese día, es la ofrenda a pagar por culpa en parte de nuestros gobernantes corruptos hasta la médula y con un rezago de más de 80 años de gobernantes que se manejan como reyes.

Cada año las divisas de dólares son entre 20 mil millones y esto es hasta bueno para los políticos, cuando debería ser un rotundo fracaso y una oscura vergüenza. Ahora a la casta divina de nuestro país se le ocurre invitar a los connacionales para que desde su lugar de residencia emitan su voto ¿Cómo van a votar por alguien que nunca hizo algo por ellos?, la verdad se necesita poca madre y no tener ni pizca de vergüenza y un desconocimiento pleno de cinismo, ya que por su indiferencia están algunos sufriendo en tierra ajena o que le pregunten a los parientes de José Pérez de León, si votarían por los funcionarios, que indirectamente son culpables de la muerte de este joven, que sólo buscaba tener una opción de trabajo a sus 19 años de edad.

Son jóvenes llamados Juanes, Pepes, Lupitas, Pedros, Toños, Domitilas, Jacintos, los que aceptan trabajo que ni los negros quieren en el imperio del norte. Para ellos pasar el muro de la ignominia es más sencillo que aguantar la miseria generacional y hereditaria y la pobreza inacabable de sus comunidades, inclusive es preferible jugársela en el Rio Bravo que escuchar los discursos retóricos, bofos, añosos y lascivos de nuestra clase política.

Esta es la miserable infamia, la bonanza de la que hace tiempo habló el PRI, ahora lo hace el PAN, mañana serán otros actores políticos pero la obra bufa es la misma, es la tangible y perversa realidad de cómo José Pérez de León vio el sueño americano, convertido en una pesadilla de la que nunca regresó. El corrido con los Tigres sigue: Y se fue a cruzar el cielo con sus ansias de crecer se fue //pobre José/ aquí termina la historia de otro paisano que arriesga la vida y muere como ilegal de otro José que tenía 19 años y a casa jamás volverá///….

 
kinotre@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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