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Diciembre 2011
Edición No. 274
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¿Justos por pecadores?

José María Mena Rentería.

Rubén Moreira Valdez, recién instalado en el Palacio Rosa, bien haría en actuar a favor de los coahuilenses. Un comienzo en esa dirección sería que a la brevedad posible promoviese bajasen los impuestos y suprimiese el pago de la tenencia que “por derechos vehículares” pasó a ser cobrada tramposamente- desde los ya remotos en que finalizaron en la ciudad de México los Juegos Olímpicos de 1968.

Como candidato del PRI a la gubernatura de Coahuila, el actual gobernante, que estrena despacho en el Palacio Rosa, ofreció bajar impuestos y eliminar el pago de tenencia.

Cómo es que se abatirá el monto de los impuestos es algo que no ha clarificado el gobernador de Coahuila en turno. Por lo pronto, la supresión del pago de tenencia no será de tajo -como prometiera- sino gradual, según aseveró recientemente.

La pregunta es…¿por cuántos años más los coahuilenses pagarán tenencia? Y lo ofrecido por el gobernante de Coahuila… ¿quedará acaso una vez más en abundante dosis de demagogia?

Tal panorama prevalece en medio del tifón cuyos efectos destructivos lo son mucho más que los de los huracanes que tras de sí dejan desolación y ruina. En Coahuila, debacle de ese tipo es que la deuda contraída por el estado durante los últimos seis años ascienda a más de 34 mil millones de pesos.

No obstante, el mandatario de Coahuila en turno no deja de hablar de austeridad. Si esa fuese su intención, bien podría empezar el gobierno del estado por reducir gastos. Así: Que el gobernador y los intregrantes de su gabinete no cobrasen sueldos invariablemente faraónicos- al menos durante dos años. Al mismo tiempo también podrían disminuírse al 50 por ciento, durante lapso similar, los emolumentos percibidos por quienes integran en el gobierno del estado los mandos medios, igual los diputados locales, sus suplentes, y los Magistrados del Poder Judicial.

Con el dinero acopiado podría diseñarse el dispositivo que permitiese pagar al menos una ínfima parte de los intereses del monstruoso endeudamiento cuyo pago, en al menos durante las próximas dos décadas, pretende endosarse a los contribuyentes que sin deberla ni temerla han sido condenados a bailar con la más fea, mientras los que le dieron vuelo a la hilacha externan argumentos cínicos en su intento de eludir lo ineludible; responsabilidades directas en el caso Coahuila por lo que a la deuda que enfrenta se refiere.

Del gasto público numerosos son los rubros que pueden recortarse para no afectar a los contribuyentes, sin embargo, lo acontecido durante los últimos seis años permite establecer que a los ubicados en el ámbito oficial importa menos que un comino el que los coahuilenses pasen por las que pasan y tendrán que pasar, debido a un endeudamiento en el que no incurrieron.

El próximo ejercicio fiscal, por necesidad, debería estar exento de aumentos desmedidos de los impuestos o bien, de la creación de otros.

Así lo exige el más elemental sentido común, condición que no ha animado en los que han gobernado, y que hasta hoy día lo único que han entregado son babas en bateas de amplios calados bajo la forma de tristes y lamentables exhibiciones, provocadas por el ansia de poder y de dinero fácil arrebatado al erario público mediante descomunales zarpazos, para dejar en claro que la clase política del presente, tal y como lo consigna la historia de éste país, persiste salvo contadas, raras y honrosas excepciones- como la que más daño a hecho a México.

 
mena_josemaria@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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