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Enero 15, 2011
ENERO 2011, No. 262

Los creadores de las guerras sucias


Luis Fernando Hernández González.
Para muchas personas como usted y como yo, las campañas políticas son una muestra de civilidad en donde la sociedad busca mediante la participación dar sentido a los criterios de superación colectiva, para construir aquellos escenarios que brinden a los ciudadanos claridad y esperanza de progreso, no sólo en lo propio e individual, sino también para aquellas generaciones que comprende la misma población: niños, jóvenes y adultos.

De ahí el por qué surgen los procesos de renovación gubernamental y política, en donde cada una de las organizaciones reconocidas, busca adecuar su participación a los deseos óptimos sobre los cuales lograr de los electores la máxima satisfacción de ese conglomerado popular que elije, para de esta forma también corresponder al interés supremo a lo que desea llegar la sociedad de nuestros días.

Es la actividad política como usted bien lo sabe, un quehacer de todos los ciudadanos no es un ejercicio de pocos o muchos, menos reservado a particulares; al ser los ciudadanos tanto usted como yo y todos nosotros, elementos que dan configuración a eso en lo que se formaliza la parte fundamental del ser humano que se traduce a políticas públicas, fundamento éstas de entendimiento, organización y proyecto, escenario en donde se propician nuevos y mejores contextos de convivencia, mismos que son impulsados por la participación cívico-electoral de la comunidad cuando acude con su voto a impulsar el proyecto de su mejor conveniencia.

Son a la vez las personas que configuran la sociedad, las que mediante sus experiencias y análisis de la realidad valoran a las personas, aquilatan sus propuestas y dan sentido a sus posibilidades reales de éxito, alejando de su entorno a aquellos sujetos de concurrencia temporal que sólo dan aprecio a sus ambiciones de utilidad personal, para buscar posiciones de gobierno sin importarles para nada los sentimientos, necesidades y aspiraciones de la gente.

La población percibe de estas personas su carencia de verdad y desenmascara su oportunismo, pues bien lo sabe que están alejadas de todo compromiso con la población, su contexto colectivo y ambiental, son aquellos sujetos e individuos que acuden fugazmente a recorrer las comunidades y rancherías en épocas electorales, olvidándose por completo de cómo viven y cuál es el sentir de los habitantes del medio rural y urbano.

Son los conservadores de derecha que bien los conoce usted en el estado, los mismos que buscan medrar con las necesidades apremiantes de las masas para solicitar el voto que electoralmente les favorezca, aprovechando su acción para descalificar a sus adversarios con expresiones de fango e inmundicia, las cuales lanzan a diestra y siniestra ante la carencia de sensatez en su actuar y de un prestigio formal que les respalde. La respuesta de la sociedad no se deja esperar, los ubica y descalifica.

Ellos son los creadores de las guerras sucias, las que enturbian el ambiente político y hacen que la ciudadanía se aleje de las urnas y de la participación productiva, negándosele la oportunidad de construir una mejor sociedad, las que al denostar hechos de gobiernos locales, con estas campañas negras buscan la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio, como es el actuar del gobierno central.

Así lanzan un conjunto de maniobras y actos con los cuales desean confundir a la población y lesionar en el ánimo público a sus adversarios políticos, estas son las armas de que se vale la ultraderecha conservadora con su organismo de fanáticos del Yunke, con sus campañas indecorosas en donde priva el desprestigio, la intimidación, el chantaje político, la desinformación y la descalificación pueril que sólo denigra y ensombrece a la actividad política.

Al ser sus asesores españoles los que crean el desconcierto y la confusión usando la telefonía, la radio, el Internet, la difusión de imágenes negativas en la televisión y en la prensa, así como todo un abuso de habilidades legales e ilegales con el fin de destruir a sus adversarios. Su crítica está sólo basada en la frustración, producto de la incompetencia y el desánimo de no ser opciones legítimas para gobernar y dar respuestas cumplidas a la sociedad.

Estos provocadores de la confusión evaden la realidad y esconden la cara para no confrontar su ineptitud, pero los mexicanos los vemosen en los incrementos a los energéticos, gas, diesel, gasolina, electricidad y canasta básica, inseguridad y muerte de miles de inocentes en una guerra incomprensible a la cual no se le ve fin.

Lo vemos en las promesas incumplidas, en sus pretextos y descalificaciones que sólo vienen a dar muestra clara de su incompetencia para debatir frente al pueblo ideas y propuestas. Por ello debemos de recobrar el valor de la consigna popular de que “el pueblo unido jamás será vencido”.

 
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