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Enero 15, 2011
ENERO 2011, No. 262

La elección de gobernador en Coahuila


Adolfo Olmedo Muñoz.
Como comunicólogo siempre pensé que una de las cuestiones más difíciles con las que nos debemos enfrentar es la posible parcialidad de nuestros puntos de vista, lo que contraviene con el ideal de objetividad que quisiéramos, pues al final de cuentas, nuestro subconsciente e inconsciente incluso, se revelan en algunas de nuestras palabras, opiniones, omisiones o acciones involuntarias, pues es difícil deshacerse de una carga experiencial, de una cultura adquirida, de una preparación ideológica y de un bagaje en fin de conocimientos que contribuyen a formar nuestra personalidad.

Sin embargo, la misma laxitud con la que se toman hoy tan a la ligera los principios de “ética profesional”, “responsabilidad social”, “moral pública” o prestigio personal como informante y por añadidura, responsable de la defensa de los intereses de una sociedad sin voz; con esa misma “flojera” se dificulta más poder dar siquiera, un comentario inteligente, pues lo ídem, resulta hoy estulto y abstruso para quienes se han formado en la marrullería, la tranza, la trampa y la triquiñuela.

Cómo decirle al de por si “de talla menor”, que es un torpe si pretende apoyar a “su compadre” Guillermo Anaya, un elemento que está eviden- ciando de manera muy obvia, las deficiencias inherentes a su partido en Coahuila, manejado por una veintena de “notables”, que corren con no poca prepotencia y soberbia a contrapelo del resto de reaccionarios panistas de Coahuila. Y que por más ayuda que tenga de chaqueteros juniors de la comunicación, tanto a nivel nacional “para poner ¡a México! (Sic) en su misma sintonía” como de la jauría que parasita en la entidad, indepen- dientemente del amo para el que sirven.

¡¿Cómo decirles que la gran oportunidad que vieron de lanzarse como pirañas para destruir a los Moreira por su nepotismo, la perdieron ensuciando tan vulgarmente su proceso interno de selección de candidatos?!; cómo sostener un diálogo inteligente para que comprendan que han perdido la oportunidad de iniciar desde esta entidad, otrora emblemática de los postulados de la Revolución, una campaña nacional, que como la enderezada en contra de Flores Tapia, lograra una cobertura nacional que alcanzara a dañar al que es su peor enemigo: Enrique Peña Nieto.

Los parámetros han cambiado: En aquel tiempo el cinismo del “Gordo” Castilla logró sor- prender a un pueblo obsoleto en temas de la política. Hoy tal vez sea igual, pero el cinismo se ha generalizado, y cualquiera considera que puede escupir la mano de quienes les han dado de comer, pero también es cierto que no hay borracho que trague lumbre, por lo que las diatribas vendrán desde los oscuros rincones del edificio del poder.

Otros en cambio (pero con no menos cinismo) no pierden oportunidad para doblar la cerviz y tras oler la espalda baja de sus amos, se apresuran en sus ditirambos a cambio de nada despreciables viandas.

El espectáculo se presume será repugnante, aunque no para los contendientes, pues se ponen en juego intereses muy, pero muy grandes, tanto en lo local como en el ámbito nacional. Por tanto, aun cuando la lucha sea en lodo y con tanga como uniforme, están dispuestos a “luchar” por... “defender luego los intereses del pueblo”…

El único problema (y que conste que pretendo ser lo más objetivo que puedo), es que toda lucha o contienda debe tener un arbitraje. Y aunque también desde mis primeros años como reportero se me enseñó que un periodista lo primero que hace mal, es dedicarle más tiempo a las torpezas del arbitraje que al encuentro en sí. Por tanto de antemano ofrezco una disculpa, porque precisamente donde puede estar la clave de la dificultad de pensar con una lógica racional, es en la irracionalidad de los contendientes al someterse a un arbitraje (un fiel en la balanza) que les dé o les cante el triunfo.

En este caso, no es ni el IFE ni el TRIFE ni los ONGs ni los cibernautas… Sino otros organismos, supuestamente descupularizados. ¿Qué papel va a ocupar el gremio del magisterio, tanto a nivel nacional como local? La actitud de Humberto Moreira; segura, dispuesta, “echada pa’ delante”, que ha sido denunciada ya por el dirigente nacional del PAN, dibujando al susodicho ahora flamante dirigente nacional del PRI, como la de un pendenciero, revela, empero también, que viene blindado o trae un as bajo la manga.

Algunos piensan que se llama Elba Esther Gordillo. No sabemos si sea el as que pondrá en juego para garantizar las llamadas a la unión priísta. En realidad no sé si ese sea el as esperado, lo cierto es que la maestrita de gabinete si es una fichita, que todos sabemos no da paso sin huarache, lo cual lejos de ser un activo que lleve Moreira al priísmo nacional, es una rémora muy despreciada no sólo por una buena parte de los maestros en el país, sino por ciudadanos con o sin partido, pero que ven en los ojos de la Gordillo, el espejo de la maldad.

En la entidad, tal vez dicho “personaje” no vaya a influir tanto, pues también es un hecho que hay cacicazgos aldeanos, y en Coahuila es famosa la fuerza magisterial, aunque siempre inmersa en perversos juegos que envidiaría la mafia organizada que tantos corajes le ha provocado al pequeñuelo de Los Pinos.

Este comentario de opinión, no puede tener una muy lúcida conclusión, pues de por si no hay nada cierto en el ámbito político; todo es verdad y es mentira según el color del cristal con que se mira. Lo único cierto, y esa quedará como una conclusión, es que en el juego de las elecciones, tanto en el estado de Coahuila como en México, habrá “manos negras”

Hoy se me hace más clara esa sentencia de que: “el ayer ya se fue, no queda nada; el maña- na no existe aun, lo único tangible es el hoy”, y aunque me gustaría ver las cosas de un color más alegre, no queda más remedio que decir que todo huele a trasero de… (Lo que usted haya pensado. Lo cual corrobora mi pesimismo).

Como reportero objetivo, tendría que decir que: Humberto Moreira hará en los próximos meses un magnifico papel en la dirigencia nacional del PRI, apoyado por las corporaciones tradicio- nales de ese partido. Llevará la campaña, exito- samente de Enrique Peña Nieto, por lo que el PRI volverá a gobernar, al punto de intentar luego, como ocurrió en Coahuila, saltar desde la modesta oficina de Acción Electoral con Humberto Dávila y apoderarse en su oportunidad (con el apoyo del clan) de la silla del Gobierno.
En el Estado, Rubén Moreira a duras penas lograra legitimar un triunfo que le costará mucho, pero mucho más de lo que invirtió para llevar a su carnal al palacio rosa.

El combate se inicia y la suerte esta echada, y aquí no se puede decir como en los deportes: “que gane el mejor” con tal de que llegue el menos peor.

 
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