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JULIO 2011
Edición No. 269
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Los maestros, los maestros y los maestros

Arcelia Ayup Silveti.

“La materia de Coahuila es de las más aburridas, ¿cómo querían que me aprendiera todas las regiones?”, nos dijo nuestra hija Jimena a mi esposo Salvador y a mí. Pero si es de lo más fácil, respondimos casi a coro. ¿Cómo le dicen al área dónde vivimos?, le pregunté. Ella contestó que comarca lagunera o La Laguna. Le expliqué que su apelativo se debe a que antes teníamos los ríos Aguanaval y el Nazas, por cierto, los únicos endorreicos del país, es decir que no desembocan en el mar. Que anteriormente sí había una laguna y ya sólo nos queda el nombre.

A ver ¿cuáles son las otras regiones que tiene nuestro estado?, preguntó mi marido. Él agarró aire y empezó a mencionar las cuatro zonas restantes. La carbonífera, sureste, los cinco manantiales, centro desierto y la norte. Salvador aventó la pregunta: ¿En qué otro lugar del país también hay carbón? Mi hija y yo nos miramos rápidamente al momento de lanzar la respuesta convincente de cuando no sabemos algo: ¡Sí! Él movió la cabeza ante nuestra ignorancia reunida y nos instruyó que no hay en ninguna otra parte de México. Porque representa el 95 por ciento de las reservas de nuestro país. Nos dijo que la minería ha sido durante muchos años la principal actividad económica de esta zona que extrae carbón mineral para producir acero.

Nos fue dando ejemplos de las zonas restantes como narrando un cuento, sin prisa y sin pausa. Con el tono de maestro poco tradicional que fue hace algún tiempo. Mientras comíamos y sin darnos cuenta ya nos había dado la clase del día. Jimena lo observaba atenta, escuchando con atención. Al final dijo ella, “anda si así nos enseñara el profe otra cosa sería y si aprenderíamos.” Le pregunté sobre el resto de las materias, y nos dijo que así está la mayoría.

Tengo claro que es difícil manejar a un grupo de adolescentes con más de 40 grados de temperatura y la euforia de querer terminar el ciclo escolar por fin. Una maestra de una Secundaria Federal me comentó que la asignatura de Coahuila es de las que menos les gustan. Que el profe sólo les pone a que copien algunas páginas y al final los revisa en bola al grupo. No explica, no pregunta, no opina.

Me remití al libro ¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro de Andrés Oppenheimer. Una provocación para los mexicanos y el sitio internacional que tenemos en el terreno de la educación. Mientras que los más desarrollados como Finlandia, Singapur, India y China tienen largos horarios escolares, México es de los que menos clases tiene al año. En China un niño de primaria estudia (de manera literal) hasta 14 horas. En México van a la escuela a lo más seis horas. Deben cubrir al año 200 horas, aunque en algunos estados llegan solamente a 160.

El brillante escritor y periodista argentino describe la obsesión en Singapur por el tema de educación que se descubre desde que tomas un dólar nacional en la mano: Tiene impresa la palabra “Educación”. Cuando Oppenheimer entrevistó a la presidenta de Finlandia sobre el secreto para lograr el éxito educativo, Tarja Halonen contestó: “los maestros, los maestros y los maestros”.

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