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JUNIO 2011
Edición No. 268
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El toreo a caballo

Alberto Santos Flores.

Origen bélico.- El toreo caballeresco primitivo se da en la época de la invasión árabe a la península ibérica que empieza en el año 711 con Tarik, general árabe y primer musulmán que invadió España y derrotó al rey don Rodrigo, último monarca visigodo. Termina en el año 1492 con Boabdil “El Chico”, postrer rey moro que entrega la ciudad de Granada a los Reyes Católicos y, según una extendida leyenda española, al salir a su exilio volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró. Su madre le espeta con la célebre sentencia: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre” y, precisamente, durante los tiempos de paz entre las batallas de la reconquista de cristianos contra moros se practicaban los ejercicios de alancear toros para mantener las caballerías del sector militar en forma. Además del objetivo de ocio y entretenimiento para el pueblo.

Es muy probable que los árabes iniciaran esta práctica que fue secundada por los ibéricos, quienes perfeccionaron las reglas fundamentales. Práctica exclusiva de la nobleza, se desarrollaba tanto en campo abierto como en plaza cerrada.
La manera  general de practicarlo era la lanzada, el desjarrete con lanza y media luna de hierro en la punta, el garrochón, cañas y espadas eran las armas para dar fin a la bestia, auxiliados por mozos de a pie.

La influencia  francesa y el nacimiento del toreo de a pie.- En el año 1700 arriba a España Felipe V primer rey de la dinastía de los borbones e incorpora la monta a la estradiota con estribo largo, que era muy diferente a la jineta con estribo corto que con la acción de las rodillas y talones permite al jinete mandar al caballo, basada en la agilidad y velocidad de los mismos que tenían que ser ligeros, briosos y revueltos, forma que les permitía quebrar rejones y hacerlo con lucimiento, sustituyendo la lanza que por lo largo dificulta practicar con elegancia el toreo a caballo, práctica común en la península.
Se afrancesan las costumbres. A los nuevos monarcas ilustrados no les agrada el espectáculo taurino sin tomar en cuenta el enorme arraigo popular, y desairando las costumbres que eran parte de la vida española desechan este espectáculo. Su cultura no les permite entender tan extraña y bárbara diversión. La nobleza no quiso contrariar a los nuevos monarcas, y la mayoría se incorporaron a la vida de corte.

Todo estaba a punto para que el toreo se quedase en manos de la plebe y los ayudantes de los caballeros, principales protagonistas, invirtiendo la relación: los de a pie se convirtieron en el centro del espectáculo, origen de lo que son hoy las corridas de toros, no como un invento sino como resultado histórico.

Resumen evolutivo: lanza, rejón, espada (José Alameda, La pantorrilla de Florinda).- Sin embargo el toreo a caballo continua en España y Portugal con las características propias de cada país. Muchas se conservan hasta el día de hoy. A España el toreo adaptado a la faena de campo, sobre todo el acoso y derribo que se practicaban para probar la bravura del toro. Con atuendo campero, botas zahonas, chaquetilla y pantalón de talle alto. Mientras Portugal reclama el clasicismo en la ejecución de las suertes y en su atuendo; casaca, tricornio, botas, de la época de los luises y de Federico II de Prusia. Su desarrollo en América se da a la par de la llegada de los españoles y sigue la similitud observada en España y Portugal.

Atuendos: usanza portuguesa, campera andaluza y charra mexicana.

Arte de Marialva.- En 1750, en Salvaterra de Magos, el conde de Arcos es muerto por un toro que lo desmonta y,  ante la presencia del público asistente, el padre de éste salta a la arena espada en mano para ultimar a la fiera  que instantes antes segara la vida de su hijo. El nombre de este  caballero es don Pedro Alcántara que alcanza en vida el título de Marqués  de Marialva (1713-1799) que en el año 1790 publica su tratado “Luz da liberal e noble arte da caballería”, el más completo de los libros sobre montería para la época.

 En memoria del marqués y en homenaje  a su heroísmo desde entonces el arte del rejoneo se le conoce como Arte de Marialva.

Al igual que en el toreo de a pie, existen tres tercios: Primero: rejones de castigo. Segundo: banderillas normales o cortas. Suerte de la rosa o rejón de adorno pequeño o bien farpas decorativas con serpentinas o palomas. Tercero: rejón de muerte: a caballo o a pie con espada convencional.

Principales suertes del rejoneo.- Hacia adentro entre el toro y las tablas, en los terrenos cambiados, de frente, suerte de caras (cuarteo para burlar), quiebros, media vuelta (a toro parado), porta gayola, al estribo, a la grupa.
Clavar contrario (por el lado izquierdo de aquí se desprende la suerte al violín por ser contraria, ya que todas las suertes se ejecutan por el lado derecho).

Para el espectador: Finalmente el rejoneo consiste en  demostrar la habilidad en el manejo del corcel para cortar, quebrar y desviar  la acometividad del burel ejecutando las suertes con precisión, armonía con el toro y sobre todo con una gran belleza.

En la espuerta: Felicitaciones a Emilio Chapa Esquivel por el excelente artículo publicado el pasado 8 de mayo en el periódico La Jornada, escrito por el extraordinario crítico taurino saltillense Leonardo Páez, en el cual elogia la personalidad y entereza de Emilio como ser humano y como aficionado, y por la cultura y pasión que siente por los toros en entrevista realizada en el excepcional museo taurino propiedad del entrevistado.

Fuentes: José Alameda, Nicolás Rangel, Gastón Santos, Benjamín Flores Hernández.

albertos06@hotmail.com
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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