publicación Online Marzo 11, 2011
 
 
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Edicion No. 264 , MARZO 2011
 
   

Costumbres II

Rufino Rodríguez Garza.

Vivir en el desierto no era tarea fácil. La principal preocupación era allegarse el sustento diario. El campamento por lo regular se instalaba en donde hubiera agua de manantial, lagunas y ríos. En este comentario anotaremos algunas costumbres que nos dan idea de la lucha incesante por la sobrevivencia.

Adornos.- Éstos eran muy variados, lo usaban tanto los hombres como las mujeres. Collares a base de piedras pulidas y perforadas, conchas de río o de mar que conseguían por medio de intercambio con grupos provenientes del Golfo de México o traidas desde lugares del centro o Mesoamérica. En la cueva de la Candelaria se recuperaron collares de huesos de serpiente, y otros de algunas semillas. En estas tierras norteñas era frecuente que usaran orejeras. Un pequeño cilindro de piedra caliza, pulido y algunas veces adornado con líneas que le daban una belleza muy exquisita, y que se colocaban previa perforación en el lóbulo. En los museos de Coahuila y en colecciónes particulares se pueden apreciar estas prendas o adornos. Otra costumbre era la de llevar el pelo largo, y se distinguían entre tribus por sus rayas pintadas o tatuadas en cara y cuerpo.

Sandalias.- Aunque se podía andar descalzo en algunas partes de la geografía de Coahuila, los cazadores-recolectores usaban unas sandalias o huaraches confeccionadas con fibras duras de lechugilla, palma o maguey y se ataban con hilos o cordeles del mismo material y en algunos casos con tiras de cuero. De lo anterior hay ejemplares bien conservados en los museos del estado.

Armas.-En la guerra y en la cacería se utilizaba el arco y la flecha, y en algunas ocasiones la ancestral lanza. Usaban un cuchillo o navaja que se colocaban en el brazo izquierdo. Se conformaba por la navaja de pedernal propiamente dicha y el mango de madera, unidos con un fuerte pegamento elaborado a base de resina de mezquite, ceniza y agua (Dr. Quiroz). En el arte rupestre de Coahuila hay representaciones grabadas y pintadas de proyectiles, lanzas y navajas, también aunque en pocos casos de arqueros con sus armas en posición de caza o de lucha. En las inmediaciónes de Ramos Arizpe hemos localizado algunos tableros con una o más representaciónes de puntas de flecha y de navajas enmangadas, como las de Cerro Bola, al que se ha dado en llamar el altar de los cuchillos, y otros similares en el Cañon de Lucas y en la loma Piedra Pinta. El Cerro Bola con sus 43 navajas finamente grabadas (Aveleyra), ahora se encuentra en peligro por ampliaciones agrícolas. Aunque se dejó de usar al aparecer el arco y la flecha, el atlatl está profusamente grabado en muchos sitios, lo que nos indica que fué usado por un largo período de tiempo por los indios del desierto. En relación a las armas, justo es mencionar la honda que también hay evidencias de su uso.

Cerámica.- En su mayoría los nativos de Coahuila eran acerámicos, con una sola excepción, la parte poniente de la región lagunera, donde se localiza el municipio de Tres Manantiales. Allí y sólo allí se ha localizado cerámica prehispánica con clara influencia de las culturas Chalchihuites, Conchos e Indios Pueblo (sur de USA). Una cerámica con adornos incisos muy diferentes a la de otros grupos de Zacatecas y Chihuahua. En el resto del estado no se trabajó el barro por situaciones obvias, la constante movilidad no permitia el uso de vasijas de este material, por lo frágil, sin embargo elaboraban unas cestas tan cerradas que no permitía el escurrimiento de los líquidos, y podían hervir el agua sacando y metiendo piedras calientes, preparando alimentos y brebajes curativos.

Fogatas.-Como tenían un buen manejo del fuego, las fogatas eran muy socorridas. Estas lumbres las rodeaban de piedras para controlar el fuego y no provocar incendios. Aparte de cocinar o preparar alimentos, los nativos usaban el fuego para alumbrarse, calentarse en invierno, ahuyentar a las fieras y para hacer señales. Las señales eran muy sencillas pues podían avisar si los que se acercaban eran amigos, enemigos y cuántos. Hacía las veces de un telégrafo. De las fogatas quedan evidencias a lo largo y ancho de la geografía de Coahuila. El estado de conservación es excelente, pues los elementos naturales no las destruyen, pero... el hombre moderno al abrir tierras al cultivo o construir caminos y carreteras las desaparecen por completo. Cuando uno sale a explorar es la primera prueba observable del paso del hombre por estas tierras. También, dependiendo del grupo, tenían sus estilos para pintar y grabar. A fuerza de observar petroglifos hemos podido identificar símbolos de territorialidad. Ellos protegían sus aguajes, sus lugares sagrados, sus tumbas y los sitios de recolección y cacería. Traspasar estos límites significaba lucha y represalias.

Se dice (Clavijero), que cuando la sequía era prolongada se controlaba la demografía prolongando el tiempo de amamantar a los pequeños, eso provoca el retardo en los embarazos. Otra forma era eliminando a las criaturas débiles o enfermas para proteger al grupo aprovechando los escasos recursos disponibles en épocas difíciles. En ocasiones celebraban fiestas o mitotes para celebrar algún acontecimiento especial o reunirse para intercambiar productos tales como mantas, tilmas, pieles, cuentas, flechas y lo más importante: mujeres. Ellos no se casaban entre sí, sino con hombres y mujeres de otros grupos. Por último diremos que eran muy supersticiosos por lo que usaban “talismanes” para protegerse. Se sabe por los grabados, que sabían el movimiento de los astros y que llegaron a contabilizar los días del año y los días de gestación de algunos animales (Presa de la Mula). Es frecuente observar representaciones del Sol, la luna y del planeta Venus, que para los Mesoamericanos era la encarnación de Quetzalcóatl.

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