publicación Online Marzo 11, 2011
 
 
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Edicion No. 264 , MARZO 2011
 
   

La guerra de Calderón no era necesaria


Manuel Padilla Muñoz.

Otro trágico fin de semana en Torreón (26 y 27 de febrero): 10 muertos e igual número de heridos por las bandas del crimen organizado que llegan a los bares y disparan sus armas de grueso calibre indiscriminadamente, sin misericordia alguna y huyen para seguir gozando de la impunidad que hasta ahora han tenido.

Torreón es, ya, una de las ciudades de mayor inseguridad de México. Estamos aterrados, esperando solamente los comunicados de las bandas que dictan nuestra conducta social, que han arrebatado a las autoridades de los tres niveles de gobierno: nos dicen a qué horas podemos andar fuera de nuestras casas, a qué lugares y a cuáles no podemos ir y hasta cobran impuestos. Las ejecuciones, los crímenes arteros contra inocentes, los robos y secuestros han aumentado en grado alarmante.

Los laguneros estamos abandonados a nuestra suerte. Nuestras autoridades, que tienen la responsabilidad de brindarnos seguridad a nuestras familias y bienes y para lo cual les pagamos jugosos sueldo más los negocios a la sombra del poder que los hacen millonarios, solamente atinan a recomendar a los dueños de bares, antros y restaurantes, que cierren sus puertas al caer la noche, nos metamos a nuestras casas y nos encomendemos a Dios. Así de profesional es nuestra policía mientras su director, General Bibiano Villa, se pelea con el director de Vialidad de Gómez Palacio acusando a sus agentes de corruptos.

Como si los de Torreón no fueran igual o peor, y el alcalde Eduardo Olmos le dice que “la ropa sucia se lava en Casa” , o sea, “cállate chachalaca” o bien “calladito te ves más bonito”. El famoso operativo “sellamiento Nazas” ha sido un fracaso, pues durante su ejecución aumentaron los crímenes. ¡Por favor, ya no otro operativo! Más que sospechoso: de todos los arteros crímenes cometidos en la Comarca Lagunera, no hay un solo detenido.

Todo en el marco de una guerra del presidente espurio Felipe Calderón que no era necesaria. El ex gobernador priista de Nuevo León, Sócrates Rizzo no dijo nada nuevo cuando aseguró que los Presidentes priistas pactaron con el narco las rutas de trasiego de la droga rumbo a Estados Unidos a cambio de paz social en México. Todo mundo lo sabíamos. Fue necesario que un político que se movió en las altas cúpulas del poder en nuestro país y gobernara uno de los estados más importantes y ricos de México (Nuevo León) lo dijera públicamente para que tomara carta de veracidad lo que millones de mexicanos dábamos por un hecho.

No nos sorprende sino que nos confirma una verdad soterrada, que estaba ahí, a flor de tierra esperando ser confirmada por un actor con valentía aunque sus compañeros priistas, que ya sueñan con recuperar Los Pinos, lo hayan descalificado como lo hicieron con el anciano Miguel de la Madrid a quien hicieron pasar como demente para que se desmintiera públicamente de sus afirmaciones. Sócrates Rizzo no está delirando; dijo una verdad que incomoda a quienes callan por intereses para volver al poder.

Sin embargo, hay otras lecturas que no solamente nos sorprenden sino que nos alarman. Veamos. La violencia en México tuvo una tendencia a la alza durante los últimos 4 años del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pasando de poco más de mil homicidios en 1990 a casi 1500 en 1994. Durante todo el sexenio de Zedillo y los primeros 4 años del sexenio de Fox, tuvo un descenso, con un ligero incremento en 2005 que se mantuvo casi sin cambios en 2006 y que nunca rebasó los niveles de violencia del sexenio de Zedillo, confirmando la tendencia a la baja en la violencia entre 1994 y 2006. Vuelve a aumentar al llegar Felipe Calderón al poder, pasando de los casi mil homicidios anuales en 2006 a casi 2500 homicidios anuales en 2010. Más de la mitad de los homicidios relacionados en el sexenio calderonista son el resultado de conflictos entre el Cártel del Chapo Guzmán y sus rivales. Pero es precisamente al Cártel del Chapo el menos afectado por Calderón.

Estos datos y las declaraciones de Sócrates Rizzo confirman que la guerra de Calderón no era necesaria. Después de los 30 mil muertos en total en esta guerra, queda de manifiesto la ineptitud de Felipe Calderón y su equipo de panistas que asaltaron el poder en el 2006. Lo grave del caso es que durante el sexenio de Carlos Salinas se tuvo un incremento del 50 por ciento de la violencia mientras estaba en el poder. Ahora es uno de los más importantes operadores políticos de Enrique Peña Nieto quien, lo más seguro es que prosiga esta inútil guerra de Calderón con el eminente peligro de que la inseguridad continúe en México si llega a la Presidencia. Como en su momento bien dijo Elba Esther Gordillo “El Gaviotón” proviene “de las cañerías del viejo sistema”. ¿Cuál cambio, pues?

Pero no es todo. Los gobierno priistas controlaban el tráfico del narco, es ya una verdad. El tráfico de drogas y de armas no cesará de comerciar ni en México ni en Estados Unidos tampoco es materia de discusión. Que el presidente ilegítimo le ha abierto las puertas de la frontera a los agentes federales “aliados”, vigías, espías, militares de la vecina nación que domina y dirige, ya no es un secreto. Es el panista Felipe Calderón entregado a sus designios, a la corrupción requerida para que todo esto fluya y penetre en sincronía con la falacia de acabar con el “crimen organizado”.

Que nos importa si Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas en el mundo; si quieren estupefacientes, que los tengan para sus millones de locos (en México parece que nada más tenemos los “cien locos” que la senadora zacatecana le prometió al gobernador ahora electo de Guerrero); si la juventud del vecino país del norte se quiere envenenar con drogas, que lo haga. Nos interesan los mexicanos, nuestras familias, nuestras ciudades, nuestra Patria; que haya cierta paz social. ¡Que se joda Estados Unidos con su droga!. Pero no, ya nos jodieron, Calderón y su partido ya entregó a nuestro país a los Estados Unidos: sus agentes y posiblemente dentro de poco sus militares, deambularán por el territorio nacional como en su casa.

Pero, ¿la guerra calderonista contra el narco no será una estrategia? Nadie duda en estos momentos que el PAN perderá la presidencia en el 2012. Felipe Calderón le entregará el poder a uno de su partido; cuando mucho a un priista -cualquiera que sea- o, ya en el clímax de la derrota, a Marcelo Ebrad, proclive al priismo, pero nunca, jamás, a su archirrival Andrés Manuel López Obrador. Calderón prefiere incendiar el país y decretar un estado de excepción. Con el Ejército en las calles y todas las policías militarizadas bajo el llamado mando único, en cuestión de horas las fuerzas castrenses tendrían el control total militar del país.

Invierno del 2011. Coahuila de los Moreira…perdón, de Zaragoza.

correspondencialag@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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