Los cincuenta héroes
Mario H. Arizpe García.
El viernes 11 de marzo de este año 2011, a las 2.45 pm, se produjo un poderoso sismo de 8.9 grados en la escala Richter, seguido de un fuerte tsunami en la región noreste del Japón, dejando un devastador panorama con cientos de personas muertas, heridas y desaparecidas; los cálculos estiman más de 25,000 muertos, sin que aún se tengas datos definitivos.
Las ciudades más afectadas son: Sendai y Kesennuma, en la prefectura de Miyagi en donde quedaron devastadas más del 80% de las casas habitadas; la prefectura de Fukushima, donde alrededor de 1800 viviendas quedaron destruidas; las costas de la región de Tohoku y toda el área que circunda a Tokio, capital del Japón.
La magnitud del sismo de 9.0 grados Richter, que es considerado hasta hoy el más fuerte en los últimos 140 años en Japón, sorprendió a miles de ciudadanos residentes, que días después comenzaron a sentir movimientos telúricos de menor intensidad.
Las réplicas después del poderoso sismo se sucedieron varias veces, llegando alcanzar algunas hasta 7.4 grados Richter, con la subsecuente zozobra y angustia de los residentes de esa zonas, más de 4 millones de habitantes se encontraron sin energía eléctrica, con riesgo de aumentar la cifra.
El vocero autorizado del gobierno japonés, Yukio Edano, declaró: que las autoridades competentes habían declarado el estado de emergencia de energía atómica, después de haber sido detectado el sobrecalentamiento y la dificultad para enfriar uno de los reactores de la planta nuclear de Fukushima, que forma parte del conjunto total de 55 nucleoeléctricas, distribuidas por todo Japón.
Los siguientes 12 días fueron de zozobra, angustia y preocupación para todo el pueblo del Japón y para el resto del mundo, pues se cierne sobre este país y el resto del mundo la espada envenenada de la radioactividad.
Cuando todo esto sucede una y otra vez, sólo se confirman tres cosas:
-La impotencia del hombre en el control de la furia de la naturaleza.
-La intervención de la mano del hombre, que provoca que esas furias se desaten.
-La cerrada obstinación y estupidez de la “especie más inteligente” para seguir repitiendo los mismos errores.
Sin embargo no todo ha sido negativo, no obstante la alta radiación dentro del círculo de lo 50 kilómetros y las terribles consecuencias que éstas traen, un reducido número de ingenieros y técnicos de la planta nuclear en problemas, se encuentra todavía ofrendando su vida por evitar una catástrofe mayor. Este pequeño grupo de 50 personas que sin duda tienen sus días contados, haciendo gala y demostración en vivo de lo que es el honor y la solidaridad, sin mayor protocolo se encuentran muriendo en breves tiempos por cumplir con su deber.
Sin duda este tipo de hechos, no sólo son heróicos sino también impresos de calidad y amor, dignos de copiar como ejemplo de lo que significa el honor, la lealtad y admiración a su país y a los valores universales que estos héroes del siglo 21 muestran independientemente de la suerte que corran; desde hace días merecen nuestro respeto, admiración y seguimiento de sus afanes y convicciones, y por supuesto de alguna oración perdida que selle todo ese cúmulo de valor y todo ese ejemplo de entereza. Sea todo esto y el comportamiento de la población japonesa en general, la lección más reciente de disciplina y actitud superior, de estar por encima de las desgracias y adversidades
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