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MAYO 2011
Edición No. 267
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Cultura y culturas en Coahuila

Carlos Manuel Valdés.

Todos sabemos que el concepto cultura es muy problemático porque significa todo y, por lo mismo, pierde un sentido concreto. Es uno de los conceptos más difíciles en antropología precisamente porque se puede usar para cualquier cosa: educación, vida cotidiana, religión, vida material, lengua, familia, chismes y mil otras cuestiones. Carlos Monsiváis revelaba que tenía decenas de acepciones, tantas que hacían que perdiesen efectividad. Tampoco podemos eludir la palabra porque necesitaríamos una de recambio (o muchas, según se ve). Parece imposible dejar de lado la manera como las personas perciben la distinción entre una cultura “culta” y otra “popular”: digamos que el Réquiem alemán de Johannes Brahams quedaría en la primera definición y Una mosca parada en la pared de los Montañeses del Álamo se consideraría, sin mucha polémica, como popular. Pero el problema se agudiza si pensamos que Brahams utilizó para su grandioso réquiem coplas populares (lieds), danzas húngaras y cantos gregorianos venidos de autores anónimos. Y, ¿quién se atrevería a negar que algunos de los montañeses se inspiró alguna vez en Mozart? De ahí que sea prudente aceptar, como se dijo antes, que la cultura es problemática a la vez que todos tenemos una idea clarísima de lo que significa.

Preguntémonos por las expresiones de la cultura coahuilense y llegaremos a la misma conclusión (o confusión), porque disfrutar los magníficos óleos de Geroca o de Gerardo Ávila, gozar la interpretación de Eliézer Jáuregui de la Tocata y fuga en re menor de Juan Sebastián Bach en nuestra Catedral o regocijarse con el Jarabe pateño, del maestro Yeverino son, cada una, posibilidades que nos otorga ese mundo sutil de la cultura saltillense. Para lo que aquí nos interesa, la pregunta de si avanzamos en cultura en Coahuila en los últimos años, sería sin dudarlo, positiva. He podido seguir con mucho agrado, la creciente oferta de eventos culturales de toda índole en Saltillo en los treinta años que han pasado. Es claro que el municipio, el Estado, las universidades o la misma Iglesia, han participado en un esfuerzo que quizá ninguna persona planificó (al menos al inicio). Creo que un evento llama al siguiente. Tenemos la certeza que la ópera no era del gusto ni del uno por ciento de los saltillenses. A partir de la revolución iniciada por los Tres Tenores muchísima gente empezó a gustar de ese género y ahora, cuando cantó Ramón Vargas en el Ateneo o cuando Teresa Rodríguez ha traído a Saltillo a grandes promotores del Bel Canto cosechan siempre público y aplausos por toneladas. Tales manifestaciones de cultura culta no hacen que otras, como un concierto del grupo Pesado, no congreguen a miles de personas en la Plaza de
Armas: para todos hay.

Podemos trasladar estas ideas a la lectura y a la producción de libros. La manipulada frase de que los mexicanos no leemos está tan arraigada que nadie se pone a averiguar si la cifra de “un libro y medio per cápita al año” vale para los saltillenses o no. Y como no tengo ningún documento o encuesta o estadística que me saque de dudas prefiero no opinar. Pero algo me dice que cada año se lee más. Y lo que es indudable es que cada día se publica más en Coahuila (cosas, ambas, que se influyen mutuamente). No todos los libros publicados son buenos pero eso no es lo que importa porque muchos lo son. En una reunión con Pablo Latapí en un ejido de Guanajuato, hace ya unos 20 años, alguien afirmó que en las universidades de provincia se editaban libros mediocres. El gran experto en educación respondió con mucha seriedad que era muy importante que publicaran porque de manera natural, si continuaban esa práctica, la irían mejorando. Y eso es lo que ha sucedido.

El ejemplo puede ser aplicado a otros campos (de la cultura culta, la popular o la que se quiera) como sería la musical, la estética, la religiosa, la iconográfica, la arquitectónica, la escolar, la que se imparte en conferencias… Ahora sucede con frecuencia que hay dos y hasta tres presentaciones de libros al mismo tiempo en distintos lugares. Ahora hay competencia; antes casi no había oferta. No es lo deseable pero es mejor esto que la nada.

No creo que haya duda de que se ha avanzado. Tampoco de que son muchos los factores y los actores que han promovido la “cultura”. Los que vimos lo que había (o lo que no había) y lo que ahora hay sabemos que entre lo anterior y lo actual existe un trabajo perseverante de muchas personas e instituciones. Latapí tenía razón: la cultura mejora en cuanto más
oportunidades nos damos de ejercerla y gozarla.

contacto@elperiodicodesaltillo.com
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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