Cultura y culturas en Coahuila
Carlos Manuel Valdés.
Todos sabemos que el concepto cultura es
muy problemático porque significa todo y, por lo
mismo, pierde un sentido concreto. Es uno de los
conceptos más difíciles en antropología
precisamente porque se puede usar para cualquier
cosa: educación, vida cotidiana, religión, vida
material, lengua, familia, chismes y mil otras
cuestiones. Carlos Monsiváis revelaba que tenía
decenas de acepciones, tantas que hacían que
perdiesen efectividad. Tampoco podemos eludir
la palabra porque necesitaríamos una de recambio
(o muchas, según se ve). Parece imposible dejar
de lado la manera como las personas perciben la
distinción entre una cultura “culta” y otra “popular”:
digamos que el Réquiem alemán de Johannes
Brahams quedaría en la primera definición y Una
mosca parada en la pared de los Montañeses
del Álamo se consideraría, sin mucha polémica,
como popular. Pero el problema se agudiza si
pensamos que Brahams utilizó para su grandioso
réquiem coplas populares (lieds), danzas húngaras
y cantos gregorianos venidos de autores anónimos.
Y, ¿quién se atrevería a negar que algunos de los
montañeses se inspiró alguna vez en Mozart? De
ahí que sea prudente aceptar, como se dijo antes,
que la cultura es problemática a la vez que todos
tenemos una idea clarísima de lo que significa.
Preguntémonos por las expresiones de la
cultura coahuilense y llegaremos a la misma
conclusión (o confusión), porque disfrutar los
magníficos óleos de Geroca o de Gerardo Ávila,
gozar la interpretación de Eliézer Jáuregui de la
Tocata y fuga en re menor de Juan Sebastián
Bach en nuestra Catedral o regocijarse con el
Jarabe pateño, del maestro Yeverino son, cada
una, posibilidades que nos otorga ese mundo sutil
de la cultura saltillense. Para lo que aquí nos
interesa, la pregunta de si avanzamos en cultura
en Coahuila en los últimos años, sería sin dudarlo,
positiva. He podido seguir con mucho agrado, la
creciente oferta de eventos culturales de toda
índole en Saltillo en los treinta años que han pasado.
Es claro que el municipio, el Estado, las
universidades o la misma Iglesia, han participado
en un esfuerzo que quizá ninguna persona planificó (al menos al inicio). Creo que un evento llama al
siguiente. Tenemos la certeza que la ópera no era
del gusto ni del uno por ciento de los saltillenses. A
partir de la revolución iniciada por los Tres Tenores
muchísima gente empezó a gustar de ese género
y ahora, cuando cantó Ramón Vargas en el Ateneo
o cuando Teresa Rodríguez ha traído a Saltillo a
grandes promotores del Bel Canto cosechan
siempre público y aplausos por toneladas. Tales
manifestaciones de cultura culta no hacen que
otras, como un concierto del grupo Pesado, no
congreguen a miles de personas en la Plaza de
Armas: para todos hay.
Podemos trasladar estas ideas a la lectura
y a la producción de libros. La manipulada frase
de que los mexicanos no leemos está tan arraigada
que nadie se pone a averiguar si la cifra de “un
libro y medio per cápita al año” vale para los
saltillenses o no. Y como no tengo ningún
documento o encuesta o estadística que me saque
de dudas prefiero no opinar. Pero algo me dice
que cada año se lee más. Y lo que es indudable es
que cada día se publica más en Coahuila (cosas,
ambas, que se influyen mutuamente). No todos
los libros publicados son buenos pero eso no es lo
que importa porque muchos lo son. En una reunión
con Pablo Latapí en un ejido de Guanajuato, hace
ya unos 20 años, alguien afirmó que en las
universidades de provincia se editaban libros
mediocres. El gran experto en educación respondió
con mucha seriedad que era muy importante que
publicaran porque de manera natural, si
continuaban esa práctica, la irían mejorando. Y eso
es lo que ha sucedido.
El ejemplo puede ser aplicado a otros
campos (de la cultura culta, la popular o la que se
quiera) como sería la musical, la estética, la
religiosa, la iconográfica, la arquitectónica, la
escolar, la que se imparte en conferencias… Ahora
sucede con frecuencia que hay dos y hasta tres
presentaciones de libros al mismo tiempo en
distintos lugares. Ahora hay competencia; antes
casi no había oferta. No es lo deseable pero es
mejor esto que la nada.
No creo que haya duda de que se ha
avanzado. Tampoco de que son muchos los
factores y los actores que han promovido la
“cultura”. Los que vimos lo que había (o lo que no
había) y lo que ahora hay sabemos que entre lo
anterior y lo actual existe un trabajo perseverante
de muchas personas e instituciones. Latapí tenía
razón: la cultura mejora en cuanto más
oportunidades nos damos de ejercerla y gozarla. |