La adversa realidad de Anaya
Salvador Hernández Vélez.
El pasado 16 de mayo arrancó formalmente
la contienda por la gubernatura del estado. Aunque
podemos decir que el candidato del PAN desde el
5 de enero que iniciaron las precampañas para
gobernador, está realmente en campaña. Y una
vez electo Anaya como candidato de su partido,
apoyándose en una asociación civil que preside
un empleado del área de recursos humanos del
ISSSTE, iniciaron una campaña de lodo contra el
candidato del PRI Rubén Moreira.
Como respuesta del rechazo de la sociedad
civil vemos el desplegado del día 15 firmado por
un grupo de empresarios laguneros. Los cuatro
meses de campaña del candidato albiazul no le
sirvieron para aventajar en las encuestas. Reza el
dicho que “caballo que alcanza gana”, así que ni
siquiera se acercó al puntero, y de acuerdo a
diferentes encuestas empezará la carrera por la
gubernatura del estado ya agotado.
Una característica de la campaña
adelantada del candidato albiceleste, es que en los
actos principales no logró incluir a las fuerzas
tradicionales del panismo, ni cuando estuvieron en
el estado el gobernador de Sonora y la coordinadora
de los diputados federales del PAN Josefina
Vázquez Mota, hicieron acto de presencia los
García Villa, los González Domene y otras
expresiones doctrinarias de Acción Nacional.
Los neopanistas irán a la contienda
divididos. Sólo en Torreón se separaron militantes
y adherentes que coordinan los hermanos Chavira,
otros que tenían años trabajando con los hermanos
Pérez Valenzuela y los que simpatizan con Manuel
Villegas, ex dirigente del PAN torreonense que
fue destituido por no ser del grupo anayista, y por
la división interna, no fueron capaces de elegir a
una nueva dirigencia, por lo que impusieron una
delegación alineada al candidato albiazul.
Cuando un partido llega dividido las
posibilidades de triunfo son remotas, ni con
campañas negras, ni echando culpas a los demás
se puede ganar la mente y el corazón de los
electores.
Frente a los problemas que el candidato
Anaya ha enfrentado a lo largo de su “campaña”,
como es el caso del reportero de la revista Proceso
Arturo Rodríguez, no salió nadie de su partido a
defenderlo, él se ha defendido solo, no ha tenido
muestras de solidaridad ni voces que salgan a dar
su aval por el senador con licencia.
En el caso de su inconformidad con las
empresas encuestadoras también tuvo que dar la
cara sin el apoyo de sus amigos y de los cuadros
partidarios, incluso, cuando le contestaron del
Gabinete de Comunicación Estratégica nadie de
la militancia panista entró en su defensa. Lo han
dejado únicamente con su equipo cercano, el
mismo que durante esta administración
calderonista se repartió las delegaciones federales,
sin invitar a miembros de otras expresiones
panistas, ¿cómo quiere que lo apoyen?
Frente a esta realidad con un partido
dividido, sin el apoyo de los grupos doctrinarios,
confrontando a sus adversarios internos como es
el ejemplo del ex presidente municipal José Ángel
Pérez, entre otros, con la salida de militantes que
se han pasado al Revolucionario Institucional en
diferente regiones del estado, con un presidente
de la República de filiación panista que no da una,
¿cómo quiere ganar?
Y todavía la encuesta que aparece el día de
inicio de campaña le da una preferencia al
candidato del PRI Rubén Moreira, inalcanzable
para Anaya, el único asidero que le queda por
explotar, es un sector del electorado que más que
ser de tendencia albiazul, es anti priista, pero estos
electores no le alcanzan para ganar.
Gema García-Luján especialista en
campañas políticas sostiene que para ser un
candidato ganador se requiere que el interés
privado coincida con el interés público, poner e
interés de la gente antes que el particular o del
pequeño grupo, estar en concordancia con su
partido, conocer muy bien los usos y costumbres
donde se competirá, conocer a la gente a la que
se pretende gobernar, tener una buena formación
académica y cultural, impulsar políticas diferentes
para lugares diferentes.
Un buen político no tiene que hacer esfuerzo
para posicionarse, no tiene necesidad de difamar
al adversario, ni de desprestigiarlo para conseguir
el posicionamiento. Un candidato tiene que estar
en el ánimo de los electores, demostrar que se
tiene responsabilidad y capacidad de trabajo, estar
claros que como políticos son personas públicas,
tener esto no se adquiere sólo con suerte.
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