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Octubre 2011
Edición No. 272
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El arte de Cúchares

Alberto Santos Flores.

La batalla de “Tres Castillos”

En las entregas anteriores tratamos de la evolución que han tenido las corridas de toros a través de cientos de años, desde los grandes torneos de alanceamiento de los mismos, se cultivaba la fiesta de toros como entrenamiento para la guerra cuyo fin era mantener en forma las caballerías, la intención bélica es obvia ya que emplean la lanza que es un instrumento de guerra, no un instrumento taurino como el rejón que vendría después y finalmente la espada. Francisco Romero de Ronda y Joaquín Rodríguez Costillares de Sevilla logran dar a la fiesta reglas precisas y además establecen cánones que permiten darle orden a la lidia y posibilitar su continuidad de lo que es el toreo a pie hasta los tiempos de hoy. Las corridas de toros alcanzan gran resonancia en la península y fuera de ella.

Ya están aquí los toreros jarifos, populacheros, aguerridos, como que son nietos de la guerra. Puesto que hijo de la guerra es el toro. Fomentado como especie en España, y extinguido en los demás países de Europa. Estos los matan para suprimirlos y aquella los cría para matarlos. En la alborada de la democracia. El pueblo francés levanta cadalsos. El pueblo español, plazas de toros . (José Alameda)

Las bellas artes se asoman y quieren participar de la fiesta. La música flamenca evoluciona a la par de los toros. La guitarra, antigua cítara hispánica, variaba sus formas y se asemejaba a La Maja de Goya, alcanzó en esa época los mejores sonidos… el punteado que hasta la fecha seguimos escuchando, fue introducido por un monje profesor de la Reina María Luisa, que a decir de algunos historiadores fue más tocada que las mismas guitarras. Se populariza el estilo de los caracoles de lebrijano (torero-cantor) y las peteneras se pusieron de moda antes que naciera Chacón y las adoptara. Goya en su tauromaquia manifiesta su afición en 33 aguafuertes que componen la serie y de 11 más que también aparecieron con temas taurinos.

Así se convierte en el primer cronista gráfico taurino de la historia.
En ese ambiente, nace Francisco Arjona Herrera (Curro Cúchares,) Curro por Francisco y Cúchares por apodo. Vio la luz primera en Madrid el 19 de mayo de 1818. De muy niño fue llevado a Sevilla cuna de su familia. A los diez años muere su padre, a los doce lo lleva su madre a la escuela de tauromaquia de Sevilla, en la que fueron sus maestros Pedro Romero y Jerónimo José Cándido, el primero nieto de Francisco (nombrado párrafos arriba) que se erige como piedra angular del toreo a pie, y el segundo, hijo del desafortunado diestro José Cándido primera víctima de los toros (ver edición anterior). También era maestro de la escuela Juan León, tío político del torero al que ayudó mucho en los principios de su carrera.

Muy pronto el joven torero Cúchares demostró una inteligencia precoz que le permitió conocer las normas rígidas de la tauromaquia que es el punto de partida: de la regla se brinca a la improvisación y conociendo los secretos de la lidia y la seguridad de sus propios recursos. Confundía el artificio y la trampa en su manera de lidiar; con el tiempo la experiencia lo hizo llegar al dominio de un juego donde escamoteaba la verdad. Dicen sus biógrafos era espléndido, alegre y garboso; era el ídolo deslumbrante en lo falso y en lo verdadero de su toreo, y era tanta su fama que, hasta los no aficionados se ocupaban de él.

Veremos lo que dice José María de Cossío: El paso de Cúchares por el toreo se manifiesta, no tanto en el recuerdo de su arte, cuánto a la permanencia de sus invenciones, tenidas entonces por viciosas y adoptadas después como normales. De ellas es la principal su prurito de torear con la mano derecha. Animando la función, como él decía, procurando la amenidad de las suertes que no eran indispensables fuera únicamente a preparar el toro para la muerte. Como eran exigencia de la escuela rondeña que patrocinaba José Redondo, “El Chiclanero”, torero y su acérrimo contrincante. No adivinaban sus censores que con esos lances dibujaba rasgos definidos del toreo moderno.

La práctica común y el fin principal de las corridas de toros era preparar al toro para su muerte por lo que el lucimiento del torero se limitaba al primer tercio, torear con el capote en las clásicas suertes con el toro que va y viene y en los quites cuando el toro ponía en peligro al picador y a su montura. Después la suerte de banderillas y de ahí la muleta en la izquierda y la espada en la derecha para ultimar la bestia ya sea en la suerte de recibir, al volapié o sus variaciones. La muleta no sólo vale para preparar el toro a la muerte; vale en sí misma como instrumento para ejecutar suertes con gracia y destreza. Por eso cobra verdad lo que decía Cossío.

Cúchares, enseña que lo mejor del toreo no está escrito. Que es un duelo eterno entre lo espontáneo y lo normativo, que su verdadera importancia es haber ganado en la historia, que demuestra que en el toreo todo es verdad y todo es mentira. Que en la verdad está el peligro de la muerte que sólo se esquiva con la mentira deslumbrante de los lances, que esa mentira es el truco para burlar al toro y lo mostraba a los críticos en el sentido de mostrar, pero no en que lo aprenda el espectador que para criticar buscan dónde está el truco, en fin que en su paso por los ruedos le quita a la muleta su papel mediático de anunciación de la espada. Ya no sólo vale para preparar al toro a la muerte sino por sí misma y la coloca en la cima y hace con ella eso: EL ARTE DE CUCHARES

A los cincuenta años de edad se ve con una salud mermada y una situación económica apretada, pese a que durante 38 años toreó sin haber recibido una cornada, su frase favorita era "Ca, hombre lo que yo recibo es el parné" refiriéndose al dinero por supuesto. Hay que agregar que su vida rumbosa y alegre fue lo que lo llevó a la ruina. Por el año de 1868 recibe una oferta para ir a torear a La Habana la cual acepta para aliviar su situación económica venida a menos.

Pero su destino ya estaba escrito, el día de su presentación en La Habana había una gran expectación por verlo. El público abarrota la plaza de toros y como el torero tarda en llegar se impacienta, finalmente el diestro no se presenta. La gente exige a la empresa y se cobra a lo chino sus entradas destruyendo parte de la plaza, para luego salir a la calle hasta el hotel donde se hospeda el torero y reclamarle.

Pero fue grande su sorpresa al descubrir aún en su cama el cuerpo inerte del torero muerto a causa de vómito negro o fiebre amarilla, el 4 de diciembre de 1868. Esta es una sinopsis de la vida de tan singular torero que gracias a él llamamos al toreo Arte de Cúchares. Una anécdota. En el patio de cuadrillas, una tarde en que la gente esperaba la tradicional lucha entre él y el de Chiclana se le oyó decir: Aquí se ha perdido una cornada y vienen a ver cuál de los dos la encuentra
.
Juan león ya citado como maestro de Cúchares lo fue también de Bernardo Gaviño, quien buscando fortuna o huyendo de alguna aventura amorosa cruzó el Atlántico y después de haber probado suerte en Uruguay y Cuba se radicó en México esparciendo sus conocimientos entre nuestros toreros. Le tocó pelear contra los comanches rumbo a Paso del Norte y fue muerto por un toro en Texcoco a la avanzada edad de 73 años. Torero que es parte fundamental de la historia taurina de nuestro país. En una próxima entrega hablaremos de él

Fuentes: José Alameda, Juan Pellicer Cámara, José María de Cossío, J. de J. Núñez y Domínguez.

En la espuerta: En días pasados cobró fuerza en los medios la peregrina idea (por supuesto de un diputado) de que habría que abolir la corridas de toros, rodeos, peleas de gallos, perros y similares. Con el argumento de que la fiesta es muy cruenta, propone cancelar este espectáculo con la mira puesta no en los aficionados sino en el Ing. Armando Guadiana Tijerina que es el promotor de las corridas de toros. Seguramente pensando, lo cual dudo que piense, que le haría un gran favor al Lic. Rubén Moreira por las obvias diferencias con el taurino ingeniero. Pero resultó que ni siquiera revisó su armamento que por supuesto carece de él, y disparó un misil de saltapericos mediático que sus tronadoras esquirlas despertaron a la tranquila familia taurina y ésta respondió con la bravura que caracteriza la sangre de Saltillo, me refiero a la del marqués. Pero no queda ahí la cosa ya que las protestas no van en contra del errático diputado sino para el Lic. Moreira. Menudo favor le hacen al futuro gobernador comprándole broncas sin beneficio alguno antes de empezar su mandato que creo que con las que hay son suficientes. Señor Diputado: al jale que es una mona. Por favor no desprestigie más a su gremio ni al gobernador electo y tenga el cuidado de no colgarse la sentencia bíblica que dice que: “la ignorancia es como la insolvencia: no hay recurso contra ella . Dios nos agarre atrás de una barrera. Como es posible que los salvadores de los toros quieran acabar con ellos.

 
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