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Septiembre 2011
Edición No. 271
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La deuda y sus consecuencias

Hablar sobre el endeudamiento que experimentó Coahuila durante el gobierno de Humberto Moreira es arriesgado, porque puede hacerle el coro a los antimoreiristas, a los que poco les importa la deuda, pero que la utilizan como campaña contra sus adversarios. También se corre el riesgo de justificar a los defensores de lo indefendible, a los cortesanos que insisten en vivir del presupuesto. Sin embargo, es necesario abordar algunas consecuencias que acarrearon estos préstamos en la economia y política de nuestro Estado.

El endeudamiento trajo consigo que una vez terminado el proceso electoral para elegir gobernador se cancelaran programas sociales como la Tarjeta del Hogar, uniformes, zapatos, becas, útiles escolares y guarderías, por mencionar algunos de los que a la fecha han sido cancelados.

Por otro lado, el endeudamiento aparejado con el repentino enriquecimiento de algunos funcionarios “moreiristas”, y la supuesta ilegalidad con que se consiguieron algunos empréstitos, consiguió que el gobierno de Humberto Moreira no terminara con el aplauso y el reconocimiento.

La deuda de Coahuila es grande, minimizarla en nada ayuda a resolver el problema, menos para darle respuesta a los que insisten en magnificarla con fines electoreros. También es cierto que el gobernador electo, Rubén Moreira, fue el más afectado, porque su gobierno padecerá las consecuencias del endeudamiento. Para empezar, el gobierno de Rubén tendrá que replantear sus proyectos, para adecuarlos a los recursos disponibles, después de abonar al capital de la deuda y pagar sus leoninos intereses.

Además de los problemas financieros de la deuda que será renegociada en su mayor parte a largo plazo, lo que más ha molestado a propios y extraños, es el gran desaseo con que se manejaron los recursos públicos y el enriquecimiento súbito de algunos “moreiristas” de los que conocíamos su pillaje. Decir ahora que no sabíamos de la corrupción es mentira.
El desorden financiero, el despilfarro y la poca transparencia con que se manejaron los cuantiosos recursos estatales provocó lo que ahora lamentamos. Humberto dejó el manejo del dinero en quienes confiaba, pero lo traicionaron enriqueciéndose. Vicente Chaires y Javier Villarreal son dos de los pillos que hacían alarde de su repentina riqueza y deshonestidad.

Pero hay otros más con malas mañas que también fueron señalados, pero nunca se hizo nada para detenerlos. En esta situación está Armando “El Chino” Guerra, Raymundo Verduzco, Alejandro Froto y otros semejantes. En todos los niveles hubo saqueo y despilfarro. Hubo una orgía de derroche, la abundancia estimuló la generosidad, se regalaron autos y casas como si fueran chocolates. Hasta Fernando de las Fuentes y Jericó Abramo Masso se convirtieron en generosos mecenas, regalando lo que no era suyo.

Por eso, Rubén Moreira ha insistido que su gobierno será de orden y austeridad, pero el gobernador interino Jorge Torres, debe hacer lo que la lógica le exige: Atender el problema llamando judicialmente a cuentas a los que se enriquecieron, para que devuelvan lo que se llevaron ilícitamente, pues mientras la justicia no castigue a los nuevos ricos “moreiristas”, el endeudamiento será una fuente inagotable de críticas y especulaciones.

Nada perderá el gobierno estatal si decide hacer justicia, al contrario eso servirá para evitarle más daños al gobierno que Rubén encabezará a partir del próximo Primero de diciembre...

 
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