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Septiembre 2011
Edición No. 271
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Deuda pública, deuda social

Luis Fernando Hernández González.

Las derivaciones de orden económico que se discuten con tintes políticos hoy en día y que tienen como punto de discusión la deuda pública contraída por el estado de Coahuila, se da dentro de un contexto a la sucesión presidencial del país, generándose dentro de la arena política golpes de todo orden con los cuales se busca afectar al adversario, convirtiendo a la República y a su sociedad en rehenes de medios masivos de comunicación nacional que, sin duda alguna, actúan en función del mejor postor de su patrocinio económico.

Es en función del interés público como actúan los gobiernos comprometidos con la población y con las necesidades de mayor apremio que plantean para su desarrollo los distintos segmentos, sean menores de edad o bien sean las personas adultas, atendiendo de esta manera a aquellos requerimientos que dan sentido y sensibilidad social para así definir por sus programas y quehaceres a un buen o mal gobierno.

La deuda social de Coahuila hasta hace algún tiempo estaba circunscrita a la posibilidad del recurso presupuestal, tanto propio como el que a través de acuerdos se convenía con la federación dentro de los ejercicios fiscales de orden nacional, situación que dentro del contexto político del presidencialismo se sometía a las entidades estatales y, a la vez, se hacia prevalecer la fuerza del gobierno central frente a la autonomía soberana que subraya la Constitución y que da sentido al pacto federal de la nación.

Como usted bien lo sabe eran prerrogativas económicas financieras limitadas e insuficientes para atender de manera explícita las demandas y necesidades de la gente, de ahí el por qué mientras la población crecía aritméticamente y la deuda social se traducía a un crecimiento exponencial, se carecía de lo necesario llegando al punto de lo indispensable como eran hospitales, clínicas, escuelas, comunicaciones, urbanismo, infraestruc- tura urbana en agua potable, electrificación y drenaje, además de parques y centros de orden cultural que hoy son una realidad como respuesta a quehaceres y planteamientos de la misma sociedad.

Bajo este aspecto Coahuila está bajo parámetros de atención que, sin duda alguna, ubican a nuestra entidad a la altura de competencias aceptables para la inversión industrial y el empleo como respuesta a las necesidades de este difícil tiempo, no sólo de Coahuila sino también de México y el mundo.

Las respuestas comparativas de un gobierno estatal y un gobierno federal están a la vista de todos lo ciudadanos, espectadores de estas condiciones de atención y testimonio por parte de las autoridades, lo que sólo se da cuando el ciudadano siente y percibe el desempeño público realizado; Humberto Moreira deja el gobierno con el 92% de aprecio y simpatía de la ciudadanía, y el presidente Calderón lo más que ha tenido es el 72% de la confianza de los mexicanos y si usted se pregunta ahora, a cinco años de su gobierno, sólo cuenta con el 58% de esas simpatías.

Valorar la obra pública y social del profesor Humberto Moreira bajo condiciones de adversidad le da un peso más que legítimo ante los gigantes de sal de la burocracia federal, que buscan hacer daño no sólo al profesor sino a cualquier político que pretenda dar respuesta a las necesidades y apremios de la gente, por esa razón México se encuentra de rodillas ante burócratas insensibles que cuidan de las finanzas nacionales sin atender las demandas más urgentes de cada rincón del país, como así lo vemos en el actuar de delegados federales en cada una de sus áreas, que no dan respuesta a planteamientos sociales y comunitarios de la población, del escaso o nulo mantenimiento de instancias públicas, particularmente las del sector salud, que no atienden a los pensionados y jubilados, obreros y campesinos, a mujeres y niños en sus demandas y carencias.

La obra pública realizada en Coahuila da contestación a las necesidades de la gente como así se demuestra en escuelas, en planes y programas de apoyo a maestros y escolares; carreteras, clínicas de salud, hospitales, programas preventivos asistenciales, programas sociales familiares, de adultos mayores, de apoyo a la vivienda, a la infraestructura comunitaria y urbana, en donde con ellos los habitantes del estado hombres, mujeres, adultos e infantes, pasaron a valores positivos en la calidad de vida y en el propio bienestar de los coahuilenses. Ya quisieran tener esta ordenación comunitaria en muchas otras entidades y municipios del país.

Es de hombres y mujeres de bien reconocer y defender la obra social materializada a lo largo y ancho del estado por el profesor Humberto Moreira Valdés, la cual sienta un precedente de respuesta en la historia de nuestra entidad, poniendo a Coahuila en posición de competencia ante los requerimientos que reclaman las fuerzas financieras para realizar su inversión productiva y por consecuencia generar desarrollo y empleo.

Humberto Moreira, recibe como objeción a su superación, las maquinaciones y mezquinda- des de sus adversarios de dentro y de fuera del PRI, traducidos a una antropofagia política en donde no se tolera el éxito. A Humberto Moreira le recordamos que no está solo, que miles de coahuilenses le respaldan por su obra social realizada; sólo le pedimos que no baje la voz por los que menos tienen y más lo necesitan, que no claudique ante los embates del PAN y sus esbirros del yunke y la derecha.

Que la victoria por la sucesión presidencial está a su alcance para el 2012, que México entero merece claridad y rumbo en todos sus senderos, que la hora del país ha llegado.

 
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