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Enero 2012
Edición No. 275
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El horizonte perdido de Coahuila,
donde el Jurásico dio paso al Cretácico

José Flores Ventura.

Buscando la pista borrada por el pasado tras muchos años de abandono, de lluvias, viento, de una erosión constante que diluye los restos tangibles de una maravillosa Era de esplendor guardada en el corazón de la serranía del Jabalí, llegamos al horizonte perdido donde el periodo Jurásico finaliza para dar paso al Cretácico al sur de Saltillo.

El frío tempranero amortigua el esfuerzo de una abrupta subida que es recompensada con una vista espléndida de un valle escondido entre los pinos y cortada por zanjas mineras donde en los 70 se sacaba la fluorita. Acompañado de un estudiante de la Universidad de Karlsruhe, Alemania, recolectamos muestras que vendrán a despejar una larga incógnita de más de un siglo de investigación, y esclarecerá la pregunta de ¿en qué momento ocurrió la división de periodos exactamente?

Durante el Jurásico superior Coahuila era una extensión de tierra desértica de oeste a este conocida como La Península de Coahuila, a su vez la parte occidental del mítico mar de Thetis que limitaba a Europa, Asía y parte de África por el oriente; el agua marina ocupaba el 80% del territorio del Estado, casi la totalidad de Nuevo León y Tamaulipas exceptuando una larga cadena de islas que se extendían desde el sur de Texas conocida como el archipiélago de Tamaulipas.

La fauna marina existente se había desarrollado independiente a las de otras latitudes, sobre todo los moluscos, como los amonites, dando formas endémicas que bordearon la península de Coahuila por el sur donde dejaron grandes muestras de su variabilidad y cantidad de conchas al morir. Otros impresionantes gigantes eran el Ictiosauro de hasta 9 metros de longitud y el cocodrilo marino de al menos 5 metros dominaban la cadena alimenticia en estos lares.

Los sedimentos acarreados desde la península hacia el sur eran depositados en plataformas marinas profundas (neríticas) hasta donde llegaba también la fauna al morir quedando preservados magníficamente, ya que había ausencia de oxígeno que no permitía a las bacterias atacar los restos orgánicos.

Era tal la cantidad de materia orgánica que para finales del Jurásico se crearon grandes franjas fosilíferas que con el paso del tiempo se convirtieron -por los procesos físicos- en fosforita y que al levantarse las capas en los últimos 65 millones de años quedaron expuestos y fueron aprovechados en la minería para hacer fertilizantes por las décadas de 60 a 70 del siglo pasado.

A pesar de que el registro fósil favorece datar las capas de roca donde son contenidas, el gran endemismo y falta de organismos de tipo planctónico impedía correlacionar estas capas con la Europa donde está perfectamente identificado el término del Jurásico hace 195 millones de años con el comienzo del Cretácico.

Es aceptado entre los geólogos que han estudiado esta parte del mundo, que la transición de un periodo a otro fue tranquilo, sin perturbaciones geológicas que pudieran haber registrado en las capas sedimentarias (totalmente diferente al que ocurriría después al terminar el Cretácico donde un cometa destruyó el ecosistema dominante hace 65 millones de años), los fósiles como los amonites fueron evolucionando hasta llegar a las complicadas formas del Cretácico, y sólo al principio se ve un incremento en el nivel del mar que borra por completo la península de Coahuila y el archipiélago de Tamaulipas, generando un incremento de especies planctónicas para el noreste de México, particularmente en el Sur de Coahuila.

Es aquí donde se puede datar con precisión el momento donde acaba el Jurásico, justo antes de esta gran inundación del mar a tierra, pocos centímetros después de las capas de fosforita.

Los siguientes millones de años después, ya en el Cretácico, la península casi es borrada por completo por el mar hasta los 85 millones de años donde empieza a retroceder, dando paso desde el norte a los dinosaurios que se arraigarían en nuestro territorio por mucho tiempo.

Caminando por estas capas semienterradas en los socavones de las franjas mineras, vemos el testimonio de la vida esplendorosa que se quedó petrificada en las lajas rosas o grises, esta fauna varía si nos movemos hacia atrás o adelante pero sigue siendo igualmente rica. Cada capa representa miles de años de sedimentación continua en un ambiente de mar profundo, oscuro, y perpetuamente en silencio hasta ahora en que son de nuevo expuestos para conocerlos.

                         
                       
                             
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