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Febrero 2011
Edición No. 276
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Ponciano Díaz Salinas,
el torero con bigote (II)

Alberto Santos Flores.

En la entrega pasada escribimos que con la llegada de Bernardo Gaviño a México, da comienzo a un mestizaje taurino, ya que este torero esparció sus conocimientos a partir de asimilar la técnica desarrollada por los grandes maestros de la escuela de tauromaquia de Sevilla, a pesar de que no pudo tener contacto alguno con ésta. Dejando una huella profunda en nuestras prácticas taurinas.

Con lo que él impuso a nuestros toreros aborígenes y lo que le impuso a él nuestro medio y costumbres taurómacas, se produce un mestizaje taurino cuyo depositario es Ponciano Díaz, abriendo una época nueva para el toreo mexicano y las puertas de la madre patria, ya que fue el primer torero mexicano que pisó suelo español antes que ningún diestro americano.

Algún erudito protestara diciendo que Goya deja constancia en los grabados de su tauromaquia, que antes de Ponciano apareció en plazas peninsulares el indio Mariano Ceballos, cuyo número de suerte consistía en quebrar rejones montado en otro toro. Asi lo vemos en una de las aguafuertes de Goya. Era oriundo de Uruguay.

Con la llegada de Gaviño arriban más toreros españoles los cuales llegan a ejercer un dominio tal de la fiesta que muchos de los toreros de aquí se alinean a sus cuadrillas y a sus caprichos por causa de sus carencias técnicas y de cono- cimientos de la práctica moderna del toreo a pie.

Sin embargo, Ponciano Díaz supo adaptarse a la seriedad y el rigor con que se practicaba en España el toreo, y a su temprana edad pudo alternar en los cosos mexicanos con diestros españoles tan acreditados como José Machío Martínez torero sevillano, y sobre todo con Fernando Gómez García también sevillano y padre de dos de los más grandes toreros de todos los tiempos que ha dado España: Rafael y José (Gallo y Gallito).

Ponciano era invitado a formar parte del elenco en las principales ferias del país, y su inclusión comenzó a ser indispensable en la inauguración de cualquier coso que se levantaba en la capital y en la provincia. Su presencia causaba un verdadero alboroto ya que una buena parte del público que lo iba ver se quedaba fuera del coso ante el agotamiento del boletaje, provocando altercados de orden público.

Era un verdadero ídolo, dicen sus biógrafos que una de las aristas más interesantes de la personalidad de Ponciano era la inesperada influencia, extraña relación y poder que este personaje ejerció sobre el pueblo mexicano. Llegaron los toreros españoles y la popularidad de Ponciano se convierte en partido nacionalista.

Entonces el lirismo popular y los poetas se desbordan y demuestran su afecto aflorando su inspiración y sentimiento en cantidad de corridos y versos que se compusieron alrededor de su persona, convirtiéndolo en una verdadera leyenda.

¡Újale torito bravo¡ Qué bonito te torean. Cuando te mata Ponciano, hasta los ojos volteas.

Ponciano era torero a pie y a caballo, y como caballista era charro y ejecutaba las suertes con precisión y maestría, piales, manganas, jineteo, etc. Tenía un dominio absoluto sobre las jacas que montaba, las ejecutaba él y su cuadrilla que se componía por Agustín y Vicente Oropesa, Celso González, Vicente Conde y Manuel González Aragón pioneros de la charrería actual.

Cuenta la historia que a finales del siglo XIX, Vicente Oropesa con un grupo de charros viajó a Nueva York y a varias ciudades de Estados Unidos presentando el espectáculo de las suertes charras. Los norteamericanos le otorgaron a Oropesa el título de campeón mundial de lazo por la maestría y destreza con que floreaba y lazaba.

La charrería reconoce como su origen profesional en el año 1880 cuando apareció el charro Ponciano precedido por sus clamorosos triunfos y la gran amistad que tenia con los coletas hispanos, principalmente Mazzantini con quien rivalizó fuera de los ruedos por la simpatía del público, ya que no llegaron a alternar. Se decidió ir a España y recibir la alternativa en Madrid.

Nuestro torero, dice Juan Pellicer, que sin abdicar de sus bigotes de charro, sin olvidarse de sus caballos, ni sus monturas mexicanas, ni sus lujosos vestidos típicos se plantó en la mismísima plaza de Madrid. ¡Y qué cartel¡ Frascuelo, Guerrita y el mismo Ponciano, con seis toros del Duque de Veragua. Quedaba demostrado que por vez primera, un torero de América podía alternar con las figuras españolas.

La presencia de Ponciano incomodó a muchos, Frascuelo al ver a Ponciano en el patio de cuadrillas exclamó: “¿quién es este mono? Con razón es tan fácil ser figura en América”, y con esta despectiva frase inició un sentimiento de exacerbado nacionalismo en contra de los toreros que no fueran españoles. Desde entonces nuestros toreros no torean con ellos, sino contra y a pesar de ellos. Es por eso la importancia que tiene dentro de la historia del toreo moderno de México. Ponciano falleció el 15 de abril de 1899 en la ciudad de México a los 40 años de edad.

Ponciano Díaz fue el precursor de nuestra independencia taurina la cual consumó Rodolfo Gaona y el maestro de maestros Fermín Espinosa Saucedo “Armillita chico” se enseñoreó con ella.

En la espuerta: Sin corroborar. Ponciano toreó en Sierra Mojada, Coahuila, es posible que sea cierto ya que había gran bonanza en sus minas de plata y una población de más de ocho mil habitantes.

 
asantosr38@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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