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Febrero 2011
Edición No. 276
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Carranza y la segunda Revolución

Salvador Hernández Vélez.

En el 2013 conmemoraremos los 100 años de lo que historiadores como Manuel Plana y Javier Villarreal denominan la segunda Revolución Mexicana: La revolución de 1913. Que dio lugar a la movilización de amplios sectores de la sociedad norteña y mexicana en general. Esta Revolución la encabezó don Venustiano Carranza quien ante el asesinato de Madero sentó las premisas del Movimiento Constitucionalista, que culminó con la Constitución del 5 de febrero de 1917.

El anti-releccionismo fue la bandera para la actividad política de Francisco I. Madero, que luego proyectó en el terreno nacional. Don Venustiano Carranza, fue el centro de la política estatal coahuilense entre 1911 y 1913, año en el que encabezó la lucha anti-huertista en el norte, lo que colocó a Coahuila a la vanguardia de la guerra civil contra Huerta.

Las campañas anti-releccionistas de Francisco I. Madero, en Coahuila, desde 1904-1905, encontraron sectores sensibles a las restricciones impuestas a las candidaturas de oposición y llevaron a la creación de agregaciones cívicas que culminaron en 1909 en Coahuila con la presentación de Venustiano Carranza como candidato a la gubernatura, cuya derrota evidenció la abierta injerencia del Presidente Díaz y de los políticos porfirístas locales.

Carranza había sido Presidente Municipal de su Villa natal, y en 1887, fue diputado local por el distrito de Monclova. Las elecciones de 1911, que llevaron a Carranza a la gubernatura, representaron un cambio también de diputados y magistrados, así como de presidentes municipales y regidores. Carranza obtuvo un total de 37,719 votos en los diversos distritos respecto a los 1,330 de Manuel Garza Aldape y a los 485 votos del periodista anti-releccionista Francisco Martínez Ortiz.

Madero a través del plan de San Luis Potosí, el 5 de octubre de 1910 llamó a la insurrección armada para el 20 de noviembre. Pensaba iniciar su acción en el norte de Coahuila, sin embargo la sublevación no tuvo las dimensiones esperadas y no adquirió fuerza hasta abril de 1911, a diferencia de lo que ocurrió en Chihuahua, donde la insurrección se difundió entre distintos grupos locales.

En esta coyuntura Carranza no se distinguió como organizador activo de la insurrección en Coahuila y tampoco Madero consiguió ejercer un efectivo liderazgo a nivel estatal. Tal vez esto se explique porque Coahuila no representaba, a finales del Porfiriato, señales de una crisis económica que propiciara un estallido social, sin embargo, sí había crisis de representación política.

Los orígenes de la Revolución en Coahuila muestran una continuidad entre los brotes de protesta social que se manifestaron a través de las acciones de los militantes magonistas a lo largo de la frontera así como de la actividad de los grupos anti-releccionistas y los combatientes revolucionarios.

Madero entró en territorio mexicano hasta el 14 de Febrero de 1911 con un centenar de hombres. El ataque a ciudad Juárez comandado por Villa, se llevó a cabo el 10 de Mayo de 1911 y concluyó con la rendición de la guarnición federal, que llevaron al acuerdo que preveía la renuncia de Porfirio Díaz. Lo que llevó a las elecciones presidenciales extraordinarias en octubre de 1911 y a la toma del poder presidencial, el 6 de noviembre a Francisco I. Madero.

La crisis Constitucional iniciada con el asesinato de Madero, el 22 de febrero de 1913, llevó a la que se ha denominado la segunda Revolución y dio origen a una voluntad política en todo el norte de combatir a Victoriano Huerta para restablecer la legalidad, apoyada por movimientos populares y campesinos en varias partes de la República.

El asesinato de Madero representó para Carranza un verdadero cambio en su actitud política, que lo llevó a invocar sin vacilación la resistencia armada: a partir del anti-huertismo, muy amplio en el norte, y durante la guerra civil construyó su figura política de dirigente constitucionalista contribuyendo a unir las aspiraciones de grupos sociales con objetivos políticos diversificados.

No cabe duda que entre los políticos coahuilenses, Francisco I. Madero y Venustiano Carranza representan dos personalidades tan diferentes entre sí, que encabezaron sendos movimientos que transformaron al país a principios del siglo XX.

En Carranza hay que reconocer, que después del asesinato de Madero, supo dirigir un proceso revolucionario distinto, respecto al maderista, que tuvo su propia y constante evolución. Carranza, proyectó sin titubeos su acción en el terreno nacional desde la caída de Huerta, construyó las alianzas con los grupos regionales del país y con las autoridades norteamericanas, consiguió la rendición del ejército federal y la entrega de la capital. Su visión ponía la exigencia en enmarcar las reformas sociales bajo el imperio del régimen de derecho que llevaron a la Constitución del 17. Este es el gran legado de Carranza.

 
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