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Julio 2012
Edición No. 281
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ventura
Mesa Alta, sitio de las tres culturas


José Flores Ventura.

Bajo el intenso sol que baña el paisaje de las montañas del sur de Ramos Arizpe, en la escarpada ladera del cerro La Mesa Alta, un promontorio rocoso alto como para ver a Saltillo y Ramos juntos así como serpentear a la carretera antigua a Monclova, se localiza un cerrado ecosistema favorecido por la escasa humedad cargada de la niebla matinal, única agua disponible en meses pero que en un pasado tuvo la suficiente como para dar cabida a comunidades humanas. Protegido de cierta forma por la dificultad de escalar la Mesa, salvo por una cañada tributaria al Cañón del Tule donde se localizan algunos morteros que sirvieron para moler en la roca, es hábitat de bosques de palmillo, raras cactáceas y fauna, especialmente reptiles.

Alrededor de la Mesa se encuentran una decena de sitios arqueológicos, algunos campamentos prehistóricos alrededor de ojitos de agua extintos pero el más interesante de ellos está justo arriba en la parte plana de la mesa a orillas de un hondo cañón donde se hallan petroglifos antiguos muchos de ellos impregnados con liquen. Las rocas grandes desprendidas desde lo alto de la cresta dispersadas por el plano del valle fueron las utilizadas para grabar simbología abstracta predominantemente círculos y curvilíneas que miran al poniente, un estilo muy característico de esta cercana región diferente a la de La Cuenca del Pelillal tan loada en anteriores excursiones y escritos. La magnificencia con la que fueron hechas nos indica que este lugar pudo haber tenido un interés especial, dado la estratégica ubicación a modo de atalaya para la defensa o resguardo de otros grupos humanos incluidos a los intrusos conquistadores, o de retiro espiritual como lugar sagrado.

Prueba de continuidad cultural en esa región hasta la colonia son los grabados históricos de estilo “conversión” ya que repentinamente se dejaron de hacer los motivos que por miles de años se representaron para dar paso a simbología cristiana como la cruz algunas veces sobrepuestas a grabados antiguos. Estas cruces están bastante bien elaboradas, se hallan por todo lugar donde hubo aguajes y grupos humanos hasta la llegada invasora, de tipo franciscano con extremos triangulares son fáciles de reconocer. Sin embargo no es por la continuidad cultural que este sitio merece especial atención, algunos como éste ya han sido descritos por el Ing. Rufino Rodríguez Garza y un servidor como Ojo Frío, El Tajito, El Chiflón, La Florida, El Ixtle, etc. Lo especial de este lugar es que se detectó una tercera cultura, la tlaxcalteca, los vecinos del Anáhuac que llegaron para pacificar a los naturales y de traer tecnología agrícola en esta árida tierra que no eran aprovechada por la ineficacia de los europeos. Posiblemente éstos, los tlaxcaltecas, se asentaron temporalmente en lugares antes ocupados por los naturales y dejaron plasmados sus simbologías en los mismo sitios con grabados rupestres antiguos, prueba de ello es la garza de Tizatlán como está dibujada en el estandarte de los tlaxcaltecas y raras representaciones garigoleadas (adornadas en exceso) muy diferentes a las de nuestros antiguos antepasados, pero que concuerdan con otros sitios con presencia tlaxcalteca.

En efecto, hasta ahora, un elemento común donde se ha encontrado la garza son los grabados garigoleados por lo cual no es descabellado pensar que se trate de diseños de carácter tlaxcalteca. Por otro lado, ¿Cuál era el motivo que tuvieron los tlaxcaltecas para sobreponer su simbología a la de los antiguos naturales?: la conversión, invadiendo sus comunidades, sobreponiendo con grabados otra cultura y de paso aprovechar las bondades naturales de estos lugares. Aunque no hay registros históricos de ello, la evidencia arqueológica que va saliendo a la luz así lo indica; quizás no eran tlaxcaltecas directamente sino descendientes de ellos.

La simbología garigoleada con diferentes diseños recuerda a los herrajes de ventanas o portones con un sinnúmero de formas curvas y rectas, unidas, más o menos distribuidas geométricamente, casi todas pareciera se desarrollan a partir de una base o un eje. Un antecedente lejano lo hay en Sonora aunque con notables diferencias (El Arte Rupestre de Sonora, Petroglifos de Caborca, Ballereau, 1988). Los figurines humanos incluyen varias veces al hombre; la mujer en una ocasión con vestido y llevando un niño entre brazos, como aquellas de La Florida en General Cepeda, otro sitio de transculturización. También están representados algunos animales como un felino, un venado y posiblemente un caballo así como otros indescifrables. Simbología abstracta estrictamente geométrica la hay en una roca donde está plasmado un cuadrado seccionado con líneas y una flecha también dividida.

Cuando ya creíamos conocer casi todo sobre los grabados rupestres salta un hallazgo que puede concordar con hechos desconocidos de la colonia, hay que seguir explorando con más detalle las cercanías que es donde hay más concentración de representaciones rupestres históricas.

Desde lo alto de la mesa dominada por isotales y palmares, entre rocas manchadas de liquen, es el último sitio que toca el sol antes de esconderse por las montañas del poniente, tal vez también fue uno de los últimos sitios donde llegaron a habitar los naturales antes de extinguirse, antes de aceptar la imposición de otra cultura; sin embargo, sus representaciones rupestres sobrevivieron para una eternidad junto a los de sus “pacificadores” tlaxcaltecas con sus tradiciones ancestrales y las nuevas del cristianismo convirtiendo a este sitio en el lugar de las tres culturas.

 
                         
                     
                             
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