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Julio 2012
Edición No. 281
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¿Vuelta a la página?


Pericles Dávila Cázares.

El proceso electoral del 1 de julio concluyó. Los ciudadanos salimos a cumplir con nuestro deber cívico en busca de la democracia en el país. Para muchos votantes y afiliados a algún partido no hubo sorpresas ni cambio importante que pudieran haber alterado, de manera significativa, las omnipresentes y tan traídas y llevadas encuestas; que durante los 90 días de campañas fueron importantes referentes para darnos una idea de lo que serían los resultados finales.

Aunque en el proceso de las campañas hubo muchos factores que parecían que las encuestas podrían tomar un rumbo diferente no fue así; los resultados para Presidente de la República fueron los que desde un inicio de campaña se esbozaron, según las encuestas que daban como ganador al abanderado tricolor: a Enrique Peña Nieto.

Pero ¿qué pasó en el ámbito local? ¿Qué pasó con Coahuila?, ¿será acaso que en realidad la gente estaba confundida a la hora de cómo emitir su voto? ¿O será acaso que los coahuilenses decidieron castigar al partido con “más fuerza” en el estado?

Un partido que tenía una ciega confianza en que los ciudadanos coahuilenses una vez más les dieran la oportunidad de “servirles”, pero no fue así; y es que no hay mejor manera de medir la conformidad -o quizá deba decir la inconformidad- de la gente que el sufragio directo, universal y secreto; es decir, en las urnas la confianza en esta ocasión no favoreció a los priístas.

Al perder las senadurías y tres diputaciones federales, esto constituyó un golpe demoledor, contundente a la soberbia que permeaba en la estructura priísta en el estado.

En este mismo contexto las reacciones cupulares no se han hecho esperar y no es para menos. Después de la pérdida de la confianza del pueblo coahuilense se busca un culpable -el clásico “chivo expiatorio”- y aquí no hay vuelta de hoja; por ello, el peso social y la guillotina cayó sobre el dirigente del PRI en Coahuila Salvador Hernández Vélez, a quien en un hecho natural en la política que se práctica en esta provincia, no le pidieran, le exigieran, su renuncia.

Pero, ¿Será realmente la culpa del matemático Hernández Vélez? Siendo benevolentes podría decirse no sin una buena dosis de ingenuidad, que podría ser también por la falta de información del IFE o por la pobre participación y la poca capacidad de algunos priístas que se encuentran al frente de algún municipio o algún puesto público. Sin embargo, la razón fundamental sale a la luz cual si tuviese vida propia, por más que los responsables y los medios de información traten de ocultarlo: la razón fundamental de la debacle priísta del pasado 1 de julio fue el voto de castigo de los coahuilenses por la mega-deuda.

Esto nos conduce a una realidad inobjetable: que el pueblo ya no está dispuesto a perdonar más traiciones, y para muestra los resultados obtenidos en esta elección. Es claro que la estructura política del PRI tiene que buscar la manera de recobrar la confianza de un pueblo que por muchos años le fue fiel; esto podría ser un preámbulo para que salgan a la luz pública personajes que se creía que su carrera política había terminado gracias a las traiciones de colaboradores muy cercanos. Que aunque por el momento parezcan más interesados en la lectura de las Sagradas Escrituras, seguramente no están dispuestos, así como así, a darle “Vuelta a la página”.

 
periclesdavila@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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