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Junio 2012
Edición No. 280
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educacionDespertar del monstruo

Fidencio Treviño Maldonado.

A partir de principios y finales de los años setenta del siglo pasado, se fue dando el mal manejo de los programas de las Universidades en el país y no sólo en las públicas sino en algunas Universidades privadas. Manejo que así convino y conviene a las arcaicas y perversas costumbres de las endebles  estructuras del sistema. El movimiento de 1968 y de 1971 son el parteaguas de la inquietud en la juventud estudiantil, después un remanso, sólo rota esta monotonía por huelgas cortas, toma de alguna facultad, paro de profesores en algunos Estados que más que protesta, el pueblo lo ve como costumbre y uso de estos movimientos estudiantiles.

De pronto nuestras casas de estudio a nivel superior (privadas y públicas) son las fábricas más grandes de desempleados con profesión y título y, nos muestra el sistema canallesco que guarda nuestro clan político nacional. El contador público o privado que cuenta los números que marca su  taxímetro las más de doce horas detrás del volante, en un carro rentado, otros administradores de empresas  atendiendo cajas de cobro en algún supermercado, ingenieros midiendo el tamaño de la circunferencia de la carne lista para hacer una hamburguesa, el dentista, doctor, arquitecto  haciendo y trazando líneas en algún pizarrón de una escuela secundaria o prepa particular.

Las mafias sindicales y sus lacayos convirtiendo las instituciones del pueblo en negocios familiares (SEP, Imss, Issste, CFE, Pemex, etc.) y la autonomía de las universidades y sus rectores pidiendo dinero y cobrando hasta 35 pesos por una copia y más de 500 pesos por presentar examen de admisión (apruebe o no el aspirante), más otros gastos de certificado médico, de no antecedentes penales, etc. Esa es la “Autonomía” que predican nuestras caras universidades públicas, con perdón de algunos rectores que con esto se pueden rasgar sus finas y caras vestiduras, pero la verdad no son autónomas ni en el escaso papel sanitario.
      
El demostrar en las aulas, en la calle y en diferentes lugares que los estudiantes no están muertos  es un arma muy poderosa, para mostrarle con voces del silencio que el futuro escondido ya está presente. Son esos mismos “ninis” que los políticos, paleros  o bufones del sistema bautizaron, los millones  de jóvenes y no tan jóvenes, los que unidos pretenden y ya lo hicieron al defender sus derechos constitucionales, su derecho de protestar, por un simple hecho, ser mexicanos y ciudadanos en pleno derecho y, aunque las mafias políticas digan que pretenden desestabilizar o quebrar el cambio o el proceso de democratización en el país, estos jóvenes  lanzan una pregunta a la Casta Divina:-¿La misma democratización que sus partidos usaron para nombrar a sus candidatos…. ?

En 1990 miles o tal vez un millón, fueron los niños de la calle, ahora en 2012 son los, halcones, sicarios y dueños de las cárceles y tumbas sin referencias, nadie de los políticos ni institutos en su tiempo hicieron caso, la ignorancia del pueblo, está cobrando facturas. Y si no se quiere repetir la historia hay que ver a los millones de estudiantes y profesionistas que con su voz no quieren seguir siendo cifras, gráficas y lo peor, carne de cañón en las muy caras urnas democráticas, presididas por líderes como la Gordillo, Deschamps, los grupos corporativos de televisión y algunos medios  de prensa, los  Gómez Urrutia, los Montiel, los Madrazo, los Salinas, los Marín, los Moreira, los Ulises Ruiz, o como Duarte, actual gobernador de Chihuahua, que declaró: Los jóvenes aun no saben lo que quieren y sólo juegan o pretenden entretenerse en las escuelitas de verano con sus papis ricos.

Pero más allá de quién gane y se siente en la Silla del Águila, la transición debe de ser mirando al presente y futuro y no construyendo palacios de justicia, si la ley está pisoteada por los mismos que viven en esos recintos, no construyendo cárceles de máxima seguridad, sino dándole al pueblo una educación de primera, desde la educación primaria  hasta las universidades. Los estudiantes y jóvenes profesionistas no quieren hacer, ni ansían ser la revolución triunfante de la que hablan los políticos,  ellos le están diciendo a la clase gobernante y oligárquica que sólo pretenden transformar el país, porque desde hace mucho, pero mucho  tiempo algo huele mal y,  los pañales como a los políticos hay que cambiarlos continuamente; sin duda por la misma razón...   

El Dinosaurio sigue ahí, sólo que despierto ¿quién se atreve a  arrullarlo?

 
kinotre@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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