publicación Online
 
 
  ir a pagina principal regresar     
Junio 2012
Edición No. 280
ir a ediciones anteriores  

carlos fuentesA vuelapluma

El Fuentes activista social



Renato Consuegra. *

Activista social desde el espacio que se creó dentro de la literatura, Carlos Fuentes era pesimista sobre el futuro de México. Las tentaciones autoritarias que hoy día nos abruman, eran para él una constante. Conocedor y apasionado del poder desde su nacimiento —hijo del diplomático Rafael Fuentes Boettiger, también fue embajador de México—, sabía que el presente estaba lejos de ser aquella democracia de corte europeo por él soñada, cuando hablaba de la posibilidad de contar con dos partidos: uno socialdemócrata y el otro demócrata cristiano.

Varias ocasiones reiteró en entrevistas que no había rumbo en el país y, por tanto, avizoraba el peligro de que los cauces institucionales se desbordaran.

Era tal su inquietud que en su discurso en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2007 expresó lo siguiente: “La literatura es un estorbo para el orden establecido, pero es una esperanza en los mundos por establecer. Es, en su presente perpetuo, una afirmación de la vitalidad de las culturas.

“Porque en toda sociedad la literatura aporta imaginación y aporta palabra. No creo que sociedad alguna pueda vivir sin imaginación y sin palabra. Pero si en las sociedades que se llaman democráticas la imaginación y la palabra pueden ser objeto de indiferencia, o de perversión a fin de restarles importancia, en los regímenes totalitarios la imaginación y la palabra son objeto de persecución devolviéndoles toda su importancia.

“Porque la palabra y la imaginación pueden incomodar, y de eso no cabe la menor duda, pues la literatura es pluralista en sociedades que a veces sólo invocan la pluralidad en ceremonias públicas o a la hora de las elecciones. Porque la literatura es atenta, nos obliga a prestar atención en un mundo a menudo distraído. Y la literatura atenta es un atentado contra las buenas costumbres, la hipocresía y los sepulcros blanqueados”.

Es muy interesante recuperar el fragmento donde apunta que en las sociedades llamadas democráticas la imaginación y la palabra pueden ser objeto de indiferencia mientras en las totalitarias se les devuelve la importancia al ser perseguidas.

Finalmente, abogaba para que la sociedad tomara su rol dentro del Estado y defendiera las libertades antes de ser violentadas. Si en La Muerte de Artemio Cruz nos desveló las formas y costumbres a través de los cuales se formó el Estado mexicano moderno, en Todas las Familias Felices otorgó el privilegio de la voz a los silenciados de México que pudieran ser de cualquier parte de América Latina.

Aludió a los temas actuales de la sociedad mexicana: la corrupción, la inacción social, el machismo, la abnegación como opción de vida de las mujeres, la gran trampa de la religiosidad popular, la violencia delincuencial, la idea de que nada tiene remedio, las parejas gays y la tentación.

Mantenía latente su interés por que a través de la imaginación y la palabra se lograra la ciudadanización, es decir, la participación activa de la sociedad; el poder es de ésta y no de una élite política que se lo apropia frente a la inacción social, decía.

“El poder es una cobardía, es nuestra cobardía, quería decir Augusta en voz alta y no se atrevía porque la asaltaba la convicción de que sus hermanas no entenderían sus palabras. Y tampoco las merecían.

“El poder es una cobardía porque no nos atrevemos a ser poderosos. El poder es la papa caliente que tenemos que pasarle a un pobre individuo inerme, desnudo, mediocre, sin imaginación, espiritualmente desolado, un ser estúpido al que ungimos con la corona y cubrimos con el armiño que nosotras mismas no nos atrevemos a usar.

“Lo malo es que una vez que le entregamos el cetro, el escogido se cree de verdad poderoso. Nos sabe que su fuerza es prestada, la asume sin responsabilidad porque los responsables somos nosotras. Ya no podemos reemplazar al jefe, sólo matándolo. Colgándolo de las patas en una plaza pública, arrinconándolo como a una rata en un patio sombrío. Condenándolo al olvido en lo más alto de una prisión cargada de goteras y privada de palabras”.

Ese fue el Fuentes activista social, la literatura se lo permitió y la utilizó.

Feliz Viaje.




(*) Esta columna fue publicada en los diarios El Economista, La Crónica, Rumbo de México y La Crisis entre 1997 y 2006. Hoy regresa en el portal La Otra Opinión de Ricardo Alemán (http://www.ricardoaleman.com.mx), inicialmente lunes y miércoles. Renato Consuegra es ganador del Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y director de Difunet y Campus México.

 
renatoconsuegra@yahoo.com.mx
Twitter: @renatoconsuegra
Facebook: renatoconsuegra
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino