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Junio 2012
Edición No. 280
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Descifrando al movimiento “Yo soy 132”
No a la intolerancia, si a la pluralidad



Juan Martínez Veloz.

El surgimiento del movimiento estudiantil “Yo soy 132” ha despertado interés en diversos  analistas políticos por un aspecto que lo destaca: la naturaleza electoral de sus demandas (contra el candidato Enrique Peña Nieto, equidad de la información de las televisoras y que el próximo debate presidencial sea trasmitido en cadena nacional).

Desde que aparecieron los primeros videos en las redes de Facebook y twiteer que daban cuenta de la asistencia del candidato del PRI a las instalaciones de la IBERO en la ciudad de México, el asunto me hizo recordar viejos tiempos y lugares cuando fui maestro de esa institución en el campus Santa Fe, lo mismo que el Tecnológico de Monterrey (campus ciudad de México) en la carrera de derecho.

De entrada pensé que fue un error la presencia de un candidato en una institución educativa, si previamente no se negoció que también fueran los otros aspirantes. Además las instituciones educativas en México no tienen fines propiamente partidistas y los chavos en esa edad de 17 a 23 años que estudian una carrera tienen un rechazo hacia los partidos políticos, por diversos motivos; es una edad donde el joven divide su tiempo mayormente entre el estudio, el deporte, la diversión y “las novias”, también la formalidad de la cultura de los partidos les resulta degradante; asimismo la falta de espacios de poder para jóvenes hace que piensen que óolo los quieren manipular o usar para pintar bardas, es decir las condiciones objetivas no favorecen el acercamiento de los jóvenes con  los partidos políticos. Aparte las cuestiones de seguridad y el formato rígido que normalmente acompañan ese tipo de eventos hacen sentir a los jóvenes muy incómodos  en su propia casa.

Sin embargo hay otro hecho que hace muy extraña las reacciones de los estudiantes de las Ibero y de las demás universidades privadas. El candidato Enrique Peña Nieto no es el referente de la autoridad inmediata con la que se enfrentan cotidianamente los jóvenes en el DF, es decir, el director o el rector de su universidad, o el delegado o Jefe de Gobierno del DF. No resulta creíble  tanta animadversión contra una persona (EPN) que no los ha agraviado en forma directa, que sólo fue a pedir que lo escucharan como candidato.

Normalmente los movimientos estudiantiles inician como un acto de respuesta a una acción o medida gubernamental que los estudiantes consideran injusta y que los agravia. Recuerdo el movimiento del CEU contra la reforma universitaria del entonces rector Jorge Carpizo, o el Movimiento Pro dignificación de la UAC en 1985 en contra de las elecciones de un rector en Coahuila. También en mi etapa de estudiante era frecuente protestar por el aumento de las tarifas del transporte urbano o por la detención  arbitraria de algún líder estudiantil amigo.

Tampoco checa de acuerdo a nuestras leyes que le exijan a las televisoras como deben realizar sus programas, pues son empresas privadas que realizan su trabajo conforme a lo que ellas consideran razonable, están en su derecho de acuerdo a las normas jurídicas de nuestro país. En todo caso habría que hacerle un planteamiento al Estado Mexicano de un cambio en la política de telecomunicaciones, es decir, dirigir sus demandas hacia el Presidente de la República y al Congreso de la Unión  para que se pongan medidas que hagan posible la pluralidad y objetividad de la información, pues hay mucho por hacer (Internet gratis para los estudiantes, desarrollar las televisoras locales, una televisión pública tipo BBC de Londres, entre otras). En eso tal vez estaríamos de acuerdo, pero no en que los jóvenes se pronuncien en forma casi “enfermiza” contra algún candidato, pues eso es intolerancia y atenta contra la vida democrática.

Lo de trasmisión del  próximo debate presidencial en cadena nacional es una medida que resulta razonable, sin embargo la forma en que se trasmitió el pasado debate entre los candidatos presidenciales si hizo posible que la mayoría de los mexicanos lo viéramos, quizás habría que buscar un día apropiado entre semana y en la mañana, pues  las tardes por razones obvias de cansancio laboral la gente prefiere descansar y no pone mucha atención en la política.

Hay que darle opciones a la sociedad en la información pero no verse impositivos.

 
juanmave21@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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