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Junio2012
Edición No. 280
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Grabados tlaxcaltecas
en el sureste de Coahuila


Rufino Rodríguez Garza.

Siguiendo indicaciones del CP Enrique Gómez Dena, dimos, el fotógrafo Miguel Ángel Reyna y el que esto escribe, con un sitio arqueológico en el municipio de Parras muy interesante, con un contenido único en grabados, con marcadas diferencias con otros sitios de la misma zona geográfica del estado. No muy lejos de la hacienda de San Lorenzo se observa una serranía con orientación oriente-poniente donde los nativos de fechas muy tempranas dejaron grabados sus indescifrables mensajes.

Esta sierra corre en parte paralela al arroyo Morón mejor conocido como Arroyo del Francés. Este nombre viene aparejado a una histórica batalla en las inmediaciones de la hacienda de Santa Isabel.

En en el siglo XIX, por 1866, se desarrolló ese enfrentamiento entre el ejército del Imperio de Maximiliano y tropas Republicanas, que fue ganado por las tropas mexicanas y se cuenta que la huida de los derrotados fue por ese arroyo.

Este importante sitio, si bien lo conocen algunas gentes, aún no está publicado ningún estudio del arte rupestre allí representado. Hace casi 2 años, en una reunión de cronistas e historiadores, el contador Gómez Dena miembro de esta asociación me mostró unas fotos de representaciones de peces, y por alguna causa se fue posponiendo la visita a tan importante lugar.

En un pequeño ensayo de mi autoría titulado “La Fauna en el Arte Rupestre de Coahuila” yo mencionaba mamíferos, reptiles, insectos y aves pero no había encontrado grabados con peces. Por supuesto que los peces son de agua dulce, y amigos tienen ya fotos para tratar de identificarlos.

Los amigos de Torreón, Gómez Dena, Proo Moreno y Alejandro Ahumada, gentilmente me dieron las señas para llegar a la sierra del Ixtle, nombre grabado en el lomerío donde fueron hechos los grabados. Al igual que el cerro, el nombre del arroyo no aparece en las cartas topográficas del INEGI, por lo que recurrí al amigo José Luis González Gómez quien amablemente entró a Internet y el susodicho arroyo aparece como El Morón; aún persiste la duda, pero ya hay un acercamiento a la realidad.

Aunque llena de maleza, esta loma es relativamente baja, la parte más alta escasamente llegará a los 4 metros de altura, donde la hierba seca, los nopales “cegadores”, los tasajillos, las lechguillas y otras plantas, dificultan la observación de los múltiples motivos grabados.

El vandalismo es mínimo, sólo se vieron modestos recuerdos, algunas fechas y el nombre del cerro: El Ixtle.

La presencia del agua nos indica la permanencia de los grupos chichimecas, pues aún después de tantos años están presentes vestigios de pedernal o sílex y algunas chimeneas o fogones. A pesar de los más de 17 meses sin llover, el arroyo tiene agua, y está lleno, no de tule sino de carrizo.

En general los petroglifos son de una exquisitez apabullante, creemos que algunos motivos constituyen un estilo muy propio de estos lugares.

Un grabado recurrente es el que conocemos como símbolo de orientación, se localiza en 5 ó 6 ocasiones. Se trata de una cruz encerrada en un círculo, donde los extremos de la cruz marcan los 4 puntos cardinales.

Otro motivo abundante es el de la figura humana, si bien muy estilizado en algunos casos se observan elementos de la cara como los ojos, la nariz o la boca, también en las extremidades superiores o inferiores vemos los dedos de la mano o de los pies y en más de uno los órganos sexuales, siempre en este lugar la figura chamánica será del hombre.

El motivo que nos llevó allí fue el de la fauna acuática. Este animal no había sido reportado en Coahuila. Se sabe de herramientas para la pesca: las nazas, de algunos proyectiles especialmente fabricados para cazar peces en aguas cristalinas usando el arco con puntas de flechas diseñadas para este efecto. ¡¡Pero la figura grabada de unos peces no la habíamos observado!!

Si bien para los nativos fue un lugar de ritos propiciatorios, también fue sitio de asentamientos, pues la presencia casi permanente del agua, las chimeneas y los talleres de lítica nos dicen que aquí permanecieron por largas temporadas colectando vegetales, cazando y pescando pues así lo manifiestan los grabados en las rocas.

La pequeña loma se alarga casi medio kilómetro y en buena parte de las piedras localizamos los mensajes aún por descifrar de los antiguos pobladores de la región de Parras.

De las casi 30 figuras humanas representadas en esta loma, algunas figuras son más complejas. Mas de una da la idea de movimiento, también, como lo dijimos párrafos arriba, siempre se trata de la figura masculina pues en muchos casos el grabado está sexuado.

En una de las tantas rocas con grabados se representó un chamán que al verlo nos recuerda a los “extraterrestres” por aquello de su cabeza redonda, con rayos, torso triangular, las extremidades inferiores anchas y las superiores con uno de los brazos paralelo al cuerpo y el otro extendido, señalando al horizonte. La figura es llamativa, y no pasa de unos 15 cm. de altura.

Junto a una de estas figuras chamánicas muy estilizadas, se grabó una estrella de 5 puntas. La pátina parece indicarnos que no fueron grabadas en la misma época.

Entre las herramientas, sólo se representó un par de proyectiles o lanzas en un tablero lleno de figuras abstractas.

Aunque el sitio es antiguo, no se representó el atlatl. Sabemos, porque hemos recorrido buena parte del sureste de Coahuila, que el último lugar donde localizamos el propulsor o atlatl es en los alrededores de El Chiflón, en terrenos de General Cepeda.

Dentro de los grabados históricos podemos afirmar que provienen de la época colonial, se trata de cruces cristianas y una borrosa fecha que los amigos de Torreón, Oscar y Enrique Gómez Dena, relacionan con la fecha de fundación de Parras: 1598.

Sin dejar de emocionarme por la localización de un sitio nuevo, sin referencias publicadas hasta el presente, el cerro del Ixtle constituye una verdadera sorpresa. Empecé a observar figuras aisladas con otro carácter, es decir figuras que se ven antiguas pero que difieren de las que grabaron los indios de la región hasta antes de la llegada de los europeos.

Algunos motivos son muy elaborados, con “bolutas” y éstas a su vez están radiadas. Para entenderlas, ya en la tranquilidad de mi casa, hice ampliaciones en la computadora y procedí a dibujar los detalles de algunos dibujos grabados que me llamaron la atención por ser extraños a lo visto hasta entonces. Al principio lo comenté en el sitio con el camarada Miguel Ángel Reyna, pensando en un estilo regional hasta ahora no reportado.

A lo anterior hay que agregar que aparte de los peces se localizó un ave. Si tomamos en cuenta el factor de la transculturación, podemos empezar a entender el hallazgo del Ixtle.

A finales del siglo XVI (1591), llegaron a Saltillo las familias tlaxcaltecas para ayudar a colonizar el norte de la Nueva España. Una de las ideas era la de mezclarlos con los chichimecas y asentarlos para fundar ciudades y por supuesto pacificarlos.

La mayor parte de los recién llegados eran, en su mayoría de uno de los principales señoríos de Tlaxcala: Tizatlán cuyo símbolo era la GARZA. El ave localizada en el sitio bien puede ser la garza, lo que explicaría los dibujos diferentes a los del norte de México.

En el kilómetro 21 de la carretera 57, el compañero José Gpe. Flores Ventura y un servidor dimos con un sitio donde también se confunden grabados antiguos con “modernos”. En este lugar lleno de figuras abstractas y geométricas de los autóctonos indios del norte de México, empezamos a ver cruces de los cristianos o evangelizados como era el el caso de los llegados del sur. Una de las figuras grabadas también es complicada, parece una reja de metal pero en uno de los cuadrantes se dibujó una GARZA. Aquí, en el kilómetro 21, aparte de las cruces de los católicos observamos una dama con un niño en el vientre, es un grabado que los arqueólogos llaman de rayos “X”. Los nativos de estos tierras no llegaron a desarrollar esa técnica.

Con el sitio de Parras, el del kilómetro 21, y el Tajito llegamos a la conclusión de que también los recién llegados (los tlaxcaltecas), grabaron motivos diferentes pero con la misma técnica de los nativos norteños. El sitio del Tajito y un anexo que se llamó Santa Cruz, se dejaron vestigios de la gente de Tizatlán. Del Tajito supimos por el prof. Carlos Cárdenas, que publicó unos venados completos (7), para Cárdenas eran grabados prehistóricos, para nada se mencionó a los colonizadores llegados de Tlaxcala. Gracias a los grabados de Parras y la presencia de la GARZA y los grabados extraños empezamos a relacionarlos con sitios de influencia tlaxcalteca.

La garza en Parras, en el Tajito y en el kilómetro 21 me llevó a sacar esa conclusión. Líneas arriba mencioné un sitio llamado Santa Cruz, aquí unas figuras antropomorfas raras, con el cuerpo triangular, donde uno de ellos se une con el otro con el alargamiento de uno de sus brazos, y lo que confirma que los tlaxcaltecas llegaron con muchos privilegios es que aquí en Santa cruz se grabó un jinete, donde se demuestra con esta evidencia que montar a caballo era uno de los privilegios otorgados a los tlaxcaltecas.

 
                         
           

           
                             
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