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Marzo 2012
Edición No. 277
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la segunda extincionLa segunda extinción

José Flores Ventura.

Si esperamos lo suficiente vemos como las cosas cambian lenta e inexorablemente. Si algo nos enseña el estudio de las ciencias de la Tierra es que el cambio es un factor al que debe enfrentarse todo en el universo teniendo al tiempo como constante. Esta explicación se basa en que el tiempo en sí no es el factor que hace que la materia se transforme, sino la misma materia tiende a transformarse por propiedades físicas y químicas.

Estos cambios han modelado el paisaje desde sus orígenes hasta la actualidad sin detenerse, constantemente la piel del planeta se transforma y aun la vida misma se somete a ella en un proceso llamado evolución, nada escapa al cambio pero son procesos lentos e impredecibles. Hay otro tipo de transformación más dramática el cual si se es paciente se puede detectar.

Desde el inicio de nuestras aventuras al campo hace 20 a 25 años, procuramos tomar la mayor cantidad de fotos posibles para documentar tanto paisajes como lugares y sobretodo, las representaciones rupestres que dejaron hace cientos o miles de años los naturales de la región. Esto lo hacíamos por si ya nunca más volveríamos a tener oportunidad de verlos pero hoy, armados con tecnología digital y con buena salud, hemos vuelto a fotografiar de nuevo aquellos primeros sitios que nos maravillaron por su compleja diversidad de grabados y pinturas. Desgraciadamente hemos constatado luego de comparar las fotos análogas de las digitales, como se han ido deteriorando las rocas que contienen los grabados y pinturas en tan poco lapso de tiempo.

En efecto, después de comparar algunos sitios como en El Borrado, Ramos Arizpe, donde existen más o menos unas mil rocas con grabados un 20% de ellos presentan algún daño, es decir cerca de unas 200 representaciones, demasiadas en tan poco tiempo considerando que llevan ahí cientos o miles de años. La muestra más tangible de esto es un grabado de un símbolo solar, quizás uno de los petroglifos más representativo de la región, donde le falta un gran trozo en medio siendo que hace 20 años estaba completo. Lo mismo sucede con una pared de grabados de “hongos” en el sitio de San Antonio que ya está desprendida en lajas pequeñas, las cuales logramos armar ya que estaban caídas.

Lo cierto es que este deterioro se ha presentado de forma natural una vez desde que fueron expuestas las rocas a la intemperie, también lo es que algún proceso las está desgastando más aceleradamente; inmediatamente salta al pensamiento los tan mentados cambios climáticos con sus extremosas temperaturas, pero no hay hasta ahora algo que lo confirme.

Una razón puede estar en la composición de la misma roca, la arenisca, suave, de dureza 5 en la escala del 1 al 10, ideal para el grabado rupestre pero frágil a la fractura por su alto contenido de hierro y sílex que con los cambios bruscos de temperatura truenan agrietándose aun las más grandes. El hierro es el causante de la coloración ocre característica de ellas y de las serranías de las cuales están compuestas, también los bloques de arenisca tienden a oxidarse formando una costra gruesa la cual es estupenda para hacer resaltar los grabados pero endeble al desprendimiento en lajas.

La muestra más tangible del deterioro sobre los petroglifos está en El Barril, donde hace cinco años estaba todavía erguido un singular grabado denominado “el cohete” por tener algún parecido a este artefacto; cual fue la sorpresa al verlo de nuevo ahora volteado y con la pérdida de una pequeña parte. Otro tipo de destrucción es donde el hombre ha interferido con estas representaciones; con el nuevo trazo de la carretera 57 en el Kilómetro 82 se destruyeron cerca de 15 grabados, y en la construcción de la presa de Palo Blanco otros tantos. Sobre la misma carretera algunos grabados han sido pintados con aerosol por gente despreciable e inculta.

Durante el proceso de la colonización algunos europeos quisieron borrar las representaciones sobreponiendo algunas simbologías cristianas como la cruz sobre los petroglifos sin lograrlo, entonces extinguieron a los descendientes que los realizaron. Hoy en día otros bárbaros por ignorancia también los están destruyendo. El cambio climático quizás está dañando aceleradamente tanto los ecosistemas como las representaciones rupestres, es por ello de lo valioso de registrar en fotos los sitios con grabados y pinturas ya que no sabemos cuánto más puedan estar presentes antes de que se extingan por segunda vez.

Un letrero cristiano sobre un gran tablero rupestre a orilla de la carretera a Monclova reza: “Solo Cristo Salva” y yo me pregunto: “¿Quién salvará a los petroglifos?

                         
                       
                             
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