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Mayo 2012
Edición No. 279
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humberto moreira valdez
Coahuila es un campo minado


Jorge Arturo Estrada García.

Coahuila es un campo minado. Por donde se transita estallan escándalos. Son los costos del encubrimiento y la impunidad. Son los costos de cargar con una clase política desprestigiada, que convirtió a la entidad en una mina de oro para funcionarios corruptos.

Esta corrupción e impunidad marcará a varias generaciones de ciudadanos. Los corruptos, no sólo se llevaron miles de millones de pesos. También se llevaron las oportunidades de progreso de las familias coahuilenses y la tranquilidad de ver crecer a los hijos en ciudades y calles seguras.

El principal legado del gobierno de Humberto Moreira es la quiebra económica y la completa indefensión en que dejó a los coahuilenses ante los delincuentes. Será muy difícil darle la vuelta a la página a eso, mientras no se castigue a los responsables.

Rubén Moreira sostiene que le llevará seis años construir una policía estatal completa y confiable. Y llevará 20 años pagar los derroches y los desvíos de recursos del Gobierno de la Gente.

Hasta el momento, el nuevo gobierno no ha podido conectar con cientos de miles de coahuilenses, no ha llenado sus expectativas y hasta es rechazado. En ocasiones, el discurso del gobernador es confuso y su actuar es titubeante. Los problemas lo abruman y las situaciones lo rebasan.

Se percibe un constante debate entre las ideas ambiciosas de Rubén y las propuestas limitadas que abonan poco a la problemática de la entidad. Sus llamados a la unidad no caen en tierra fértil. No hay confianza. Son ya más de cinco meses del nuevo gobierno y no se han generado las conexiones necesarias para ello.

Los procesos electorales de este año y del próximo, lo mantendrán en la misma dinámica de conseguir votos y alimentar clientelas partidistas. Acciones, que inevitablemente lastiman a un gran sector de la población que no vota por el PRI.

Por su formación, Rubén Moreira, es más un político de partido que un gobernante. Su visión principal está centrada en lo electoral más que cualquier otra cosa. Privilegia el aceitar la maquinaria electoral, que generar oportunidades y progreso a las clases medias. Y en una época de vacas flacas, eso se nota aún más.

Así, vemos al gobierno estatal repartiendo tarjetas de beneficios, cemento, despensas y tortillas. Se usan a las lideresas del PRI como conducto para los programas sociales. Todo esto, a la vista del resto de los ciudadanos, que viven en el peligro e indefensos ante la delincuencia, que también ven las obras inconclusas y se enteran de los detalles de la corrupción y la riqueza ilícita de los funcionarios del gobierno de Humberto Moreira.

Pareciera que prefiere ganar elecciones que gobernar para todos. Rubén ganó con poco más de 700 mil votos de un padrón de un millón y medio de ciudadanos. Así, no será un gobierno incluyente. Tampoco uno que genera confianza. Y mucho menos, uno que genera armonía. Los ánimos, se mantendrán crispados.

Las victorias electorales que el PRI consiga, de esta forma, en Coahuila, no abonarán a la gobernanza ni a la unidad. Serán conseguidas a un alto precio.

Tampoco se avanza en generar confianza al reformar las leyes para anular las voces de los opositores en el Congreso y los Ayuntamientos.

Cada vez que su gobierno, y los organismos ocupados por sus alfiles, litigan contra la transparencia y obstaculizan la rendición de cuentas, o interfieren en los procesos judiciales contra los responsables de la mega deuda y de la red de protección a la delincuencia, se lastima a los ciudadanos y los radicaliza.

Humberto Moreira construyó un gobierno muy popular, al mismo tiempo que montó una maquinaria electoral casi invencible. Para ello usó enormes cantidades de recursos públicos. Reformó las leyes a su antojo, se dedicó a aplastar a sus opositores y a combatir y marginar a quienes no pensaban como él. Gobernó sin contrapesos y sembró tormentas.

En su sexenio, el progreso de Coahuila se estancó. Hubo mucho cemento, pero poco desarrollo. Seguimos siendo un estado que basa su economía en ofertar mano de obra barata. La inversión en ciencia y tecnología es ridícula: 12 millones de pesos para 2012. Con eso, no se completa ni para una casa de las de Javier Villarreal o de Vicente Chaire en Estados Unidos, ni siquiera para comprar las visas de inversionistas que ellos ostentan.

En otros países se trabaja intensamente en abatir la brecha digital. La innovación, la ciencia y la tecnología son los ejes de sus planes de desarrollo. El ingreso pleno a la era del conocimiento es una de sus metas. Aquí seguimos anclados en la zona de confort de las armadoras.

El tren bala de los mercados mundiales se aleja de la vieja máquina de carbón que mueve a los coahuilenses. Perdimos seis años por la falta de visión de un mal gobernador. Un gobernador que sólo pensaba en ganar elecciones y en dar empleos a sus amigos y aliados. Un gobernador, que tenía los ojos en las urnas y en su carrera política, mientras a su lado sus funcionarios derrochaban miles de millones y se enriquecían.

Sin embargo, los ciudadanos sí presenciaron la construcción y las compras de enormes mansiones, autos de lujo, ranchos, fincas y trenes de vida de millonarios. Ellos vieron como estos nuevos ricos dejaron sus casas en las colonias Las Torres, 26 de Marzo, Satélite, las Brisas, Magisterio y se mudaron a Bugambilias y a los muy caros fraccionamientos del sector de Los González en la capital del estado. Y a ellas se suman las propiedades en Texas, en Monterrey, en Europa, estaciones de radio y televisión y empresas de jets privados.

En estas condiciones, es muy difícil lograr un gobierno que genere adhesiones y avances significativos. Mientras sigan escogiendo a los mismos personajes de la desprestigiada clase política como candidatos, se tendrá que usar la maquinaria para ganar.

Y las convocatorias del gobernador para lograr un Gran Acuerdo para el Desarrollo de Coahuila, quedarán sólo en el papel.
El Moreirazo y la corrupción serán los parámetros bajo los que será evaluado el gobierno de Rubén, mientras no se deslinde. Difícilmente habrá vuelta a la página. Sería una lástima que un personaje que si se decide pudiera ser un gran gobernador, quedara en la historia como parte de una época negra para la entidad.

El nuevo gobierno estatal, deberá esforzarse más por compensar a los coahuilenses. Las metas y los proyectos que emprenda, deberán ser de clase mundial y que impliquen una transformación de Coahuila en una potencia económica del Siglo XXI con empleos de alta calidad. Ya no bastan los compromisos rabones, ni las cifras maquilladas.

El gobernador debe apartarse del camino fácil y el halago de sus cortesanos, y gobernar para todos. Rubén está obligado a regresar los sueños de prosperidad en ciudades seguras a todas las familias de Coahuila. Con hechos y sin demagogia.
Sólo así lograría que los coahuilenses sonrían, o que le crean que se gobierna para todos.

 
jjjeee_04@yahoo.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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