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Mayo 2012
Edición No. 279
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felipe calderonRectificación presidencial

Juan Antonio Estrada Soto.

A casi seis años que el Presidente Felipe Calderón inició su guerra particular en contra del crimen organizado, en la cual involucró a todo el aparato de seguridad del estado, hoy aparentemente y después de ver los errores cometidos por parte del ejército, de la marina y de la policía federal, ha decidido dar certeza a la actuación de estos cuerpos de seguridad, con un protocolo que regula su participación en esta lucha inacabable en contra de los diferentes grupos de delincuentes que tienen asoladas a diferentes regiones de la república.

Pero antes de abordar el tema del pomposamente llamado protocolo de seguridad, hagamos memoria y recordemos que después de su cuestionado triunfo electoral y al inicio de su administración, el Presidente decidió, sin tomar en cuenta a nadie, una ofensiva en contra de los cárteles de la droga, sacando literalmente de sus cuarteles militares tanto al ejército como a la marina, sin sopesar los pros y contras de esta medida, que a la distancia de casi seis años, y después de atestiguar los horrores que han cometido estas fuerzas federales en contra de la población civil, ahora ya casi para terminar su mandato decide regular la función de las fuerzas armadas en defensa -según él- de los derechos humanos, y dónde quedaron estos mismos derechos durante los casi 65 meses que tiene gobernando.

Pero amigo lector, veamos cuáles son los puntos fundamentales de esta regulación anunciada en días pasados. Según el Presidente, con este marco regulatorio se quiere hacer cumplir la ley, evitar la violación de derechos humanos y garantizar el restablecimiento de la paz y el orden público, pero eso no es todo, también tiene el objetivo de evitar la toma, el destrozo o incendio de la propiedad pública o privada, y además se busca disuadir mediante el racional despliegue de la fuerza a personas que participan de manera violenta en conflictos que comprometen la paz y el orden público, entre otras más.

Pero las grandes preguntas, después de ver este repentino acto de contrición, son: ¿No debió de haber previsto lo que significaba sacar de sus cuarteles a los marinos y soldados del ejército a enfrentar en una lucha urbana a grupos armados que en cierto grado son equiparables a ellos, ya que muchos de los delincuentes provienen de las deserciones que año con año se dan en la fuerzas armadas? ¿No era mejor prever mediante un análisis serio lo que implicaba tanto para la sociedad como para las fuerzas del estado salir a las calles a enfrentarse con personas que tienen igual o mejor arsenal bélico, ya que a través del tiempo nos hemos dado cuenta que las armas con que se enfrentan son similares en cuanto a calibres, no es cierto que tanto el ejército y marina traen granadas de todos tipos, también los delincuentes las traen y las usan, no es cierto que las fuerzas armadas traen ametralladoras de calibres superiores y ellos les responden con armas que pueden tirar a aeronaves? ¿No era mejor tener un conocimiento previo de la fuerza de reacción de los grupos delincuenciales? ¿No era mejor regular de manera previa la actuación de las fuerzas federales en esta lucha urbana para evitar lo que hasta este momento la mente sesuda del Presidente le dicta? Tal pareciera que a la administración federal actual no le interesó hasta este momento los efectos secundarios de su lucha en contra del narcotráfico.

Habría que ver cuál es la reacción tanto del ejército como de la marina ante este nuevo marco regulatorio que los limita en todos los ámbitos, habrá que preguntarles cómo le van a hacer para cumplir con estas nuevas disposiciones cuando estén en medio de un tiroteo y lo único que les interesa es proteger su vida, tal y cual les es inculcado en su adiestramiento diario.

Lo que se lee entre líneas de esta nueva disposición federal, es que ante la eventualidad de perder las próximas elecciones y de las demandas ante organismos internacionales por las violaciones a derechos humanos de los ciudadanos, el Presidente de la República se quiere curar en salud ante el panorama adverso y nada halagador que enfrentará a partir de que regrese a la vida privada, eso amigo lector es lo que le quita el sueño y no la garantía de respeto y la seguridad que se merece la sociedad en su conjunto y el país para continuar con la vida cotidiana ¿o usted que opina?

 
jaestrada@terra.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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