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Mayo 2012
Edición No. 279
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Vestigios rupestres en el
sureste coahuilense (IV)


Rufino Rodríguez Garza.

Mitotes
Para celebrar uniones familiares, triunfos en encuentros con otras tribus, duelos por la muerte de algún miembro importante o reuniones temporales en determinadas épocas del año, los nativos hacían fiestas en las que se intercambiaban productos y se establecían enlaces de diverso tipo. En Parras hay evidencias gráficas, en pinturas y grabados, de estas manifestaciones sociales.

Geoglifos
A partir de 1996 se han localizado otras raras evidencias del paso del hombre por estos territorios. Generalmente cuando se habla de geoglifos de inmediato pensamos en Nazca, Perú, donde se encuentran los más variados y monumentales. También existen en Coahuila, aunque no de esas dimensiones. En el valle de El Pelillal, municipio de Ramos Arizpe, se pueden observar estas extrañas figuras en positivo, es decir que los nativos aprovecharon las planicies para, por medio de rocas de mediano tamaño, realizar algunas figuras.

En todos los casos se pueden reconocer dibujos geométricos quizá relacionados con las constelaciones o dedicadas a sus seres supremos para propiciar lluvias abundantes. Es probable que sus dibujos se relacionaran con cuestiones astronómicas pues, hasta donde sabemos, llevaron una rigurosa contabilidad calendárica, aprovechando las fases de la luna.

Lo que podemos observar son líneas de hasta 45 metros, círculos de diferentes diámetros, líneas paralelas, círculos concéntricos, bastones y rectángulos de 35 metros en su parte más larga. Se pueden ver desde la superficie, pero serían más reveladoras si pudiese tomarse algunas fotografías aéreas, lo que nos daría más idea de sus extrañas formas. En el sur de Coahuila existen cuando menos siete sitios localizados con geoglifos.

Identidad
Al igual que grupos de Estados Unidos -como los hopees- en Coahuila se han podido identificar grabados en la roca con motivos que pueden mostrar la identidad de un grupo étnico. Con ello marcaban su territorio, lo que permitía proteger sitios sagrados, aguajes y territorios de recolección y cacería. Uno de ellos es una especie de medusa con dos o más tirantes. Otro corresponde a grupos que habitaron en lo que hoy es General Cepeda, donde grabaron unas líneas onduladas, y un tercer motivo es el que se conforma con círculos rellenos. De éstos, el más abundante en determinadas regiones es lo que han llamado hongos. Otros corresponden a sitios de Ramos Arizpe y General Cepeda.

Al igual que el resto de los nativos de América, también aquí se rendía culto a los muertos. Éstos eran enterrados en cuevas como una muestra de respeto y porque creían que en la otra vida tendrían actividades de caza u otras. Al cadáver se le añadían sus principales herramientas de caza, como arcos, flechas y navajas enmangadas, así como semillas, agua, adornos, sandalias y esterillas. De esto dan cuenta los múltiples entierros localizados a lo ancho y largo del estado.

El chamán, que al alterar su conciencia se comunicaba con los espíritus, hacía predicciones, curaciones y, en general, orientaciones en caso de que se presentaran disputas con etnias intrusas. Algunos grabados muestran al chamán portando una bolsa de medicina en la cual se conservaban las plantas apropiadas para enfermedades o dolencias más comunes.

Cerámica
Los indígenas de referencia, en general, no fueron pueblos alfareros. Su modo de vida trashumante no permitía trastes de barro por su peso e imposibilidad de transporte. Ellos se valían de cestos de fibras muy cerradas que no permitían que pasara el agua y en los que podían calentar o hervir el agua sin ponerla directamente al fuego, bastaba con ir quitando y poniendo rocas calientes para preparar sus infusiones.

Respecto a la cerámica sólo en lo que corresponde a sitios de Francisco I. Madero y San Pedro se han estudiado vestigios de cerámica bellamente decorada y con una clara influencia de los grupos chalchihuites, de los conchos o de los indios pueblo del sur de Estados Unidos. Eso nos demuestra una actividad no practicada por otros grupos: me refiero a una incipiente agricultura, donde eventualmente se sembró maíz y calabaza.

En fin, creemos que se está escribiendo la prehistoria de Coahuila y pronto irán apareciendo ensayos que nos ilustren de la vida y extinción de los cazadores y recolectores de Coahuila y el norte mexicano.

 
                         
                   
                             
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