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Mayo 2012
Edición No. 279
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jose flores ventura
Buscando y encontrando


José Flores Ventura.

Reflexionando sentado bajo la sombra de una gran roca en un cerro donde se encuentran vestigios de huellas de aves de hace 65 millones de años. Haciendo retrospectiva de los acontecimientos que llevaron a encontrar este afloramiento concluimos que fue tras éste una cadena de hechos fortuitos, sin embargo en su debido momento se les dio la seriedad necesaria para su estudio y sobre todo, continuidad que hizo posible describir los hallazgos que se iban sucediendo uno tras otro acrecentando el acervo paleontológico de la región.

La historia empieza en la década de los 80 cuando una pequeña comunidad proveniente del norte del Estado, buscando un nuevo lugar para habitar en el municipio de Ramos Arizpe, encuentra una planicie al pie de un lomerío ideal para habitarlo, ya que tenía una vieja noria para el agua y valles para cultivar. Tiempo después, un colega buscando el camino hacia esa comunidad encontró un afloramiento con miles de gusanos marinos fósiles los cuales le llamarón la atención. Pasaron los años y ese colega me llevó a buscar el afloramiento, pero no lo hallábamos así que buscándolo encontré una gran langosta fósil que reporté a la UNAM para su investigación.

Volvieron a pasar los años y junto con colegas de la UNAM llegamos al afloramiento, y en la búsqueda de más langostas encontramos cangrejos nuevos que luego se describieron en un completo estudio paleontológico. Otros años más tarde, uno de esos colegas de la UNAM se paró en el lugar a buscar más cangrejos pero encontró unas raras esferas adheridas a una roca y pensó que podrían ser esférulas (canicas de cristal, resultado del impacto que extinguió a los dinosaurios). Meses después buscando más esférulas en esa región pensamos que podría haber en los cerros contiguos, así que nos pusimos a prospectar pero encontramos huellas de aves en uno de ellos. Días después, buscando más huellas de aves también descubrimos huellas de dinosaurios y de reptiles voladores.

Otros meses más tarde seguimos buscando más huellas, encontrando que eran muy abundantes en los alrededores extendiéndose por más de 2 kilómetros lineales; estos datos servirán para hacer un extenso trabajo pionero para México. Por último, buscando huellas dimos con las famosas esférulas en otra localidad cercana, teniendo nuevamente material para escribir más artículos e investigaciones futuras. La historia no acaba aquí y seguirá añadiendo eslabones de búsquedas y encuentros a la cadena de acontecimientos; no sabemos en qué nuevos descubrimientos acabará esta aventura.

La clave de esta cadena no es el simple hecho de buscar y encontrar, sino mas bien el dar seguimiento a los hallazgos por más insignificantes que parezcan, con ello se alimenta la curiosidad y la sed científica muy demandada en estos tiempos. Si se hubiera ignorado uno sólo de los hallazgos se hubiera roto la cadena quedado oculto, quizás para siempre, vestigios importantes del pasado remoto de nuestro Estado. Cuantas veces en la vida cotidiana existen estas cadenas, tal vez sin verla como tal, más bien miramos el presente sin reflexionar sobre los acontecimientos que nos llevaron a estar donde ahora estamos. Bien vale la pena cerrar los ojos por un instante y pensar por qué estamos ahora aquí y más emocionante aun: evaluar hacia donde nos dirigimos.

 
                         
                           
                             
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