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Septiembre 2012
Edición No. 283
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humberto moreiraCoahuila quebrado, lastimado y secuestrado


Jorge Arturo Estrada García.


El moreirismo secuestró a Coahuila. Llegó poderoso y avasallador. Dominó completamente la vida política y el gobierno. Anuló a los disidentes, dividió y cooptó a los sectores sociales. Los pulverizó y aplastó. Los ciudadanos fueron engañados y echados de la toma de decisiones. No es extraño que ahora no se acerquen, no apoyen. Y no confíen.

El moreirismo terminó muy mal. Escándalos de corrupción y saqueos. Clase política desprestigiada. Delincuencia apoderada de calles y ciudades. Quiebra financiera y repudio de la población. Luego, con el traspaso del mando, el movimiento se dividió y ahora están inmersos en la disputa por el poder. Y Coahuila está atrapado.

Humberto quiere seguir con el poder que conquistó. No se resigna a ser desplazado y quiere cuando menos una parte para mantenerse en la vida política. Él y sus seguidores siembran tormentas a lo largo del estado. El exgobernador, siente que el poder le es injustamente arrebatado y que sigue siendo suyo.

Estas situaciones complican todo. El legado de Humberto Moreira es nefasto. El gobierno de Coahuila es disfuncional. El estado completo lo es, ni los ayuntamientos ni los tres poderes funcionan ya. Las reformas legales, recientes, hacen mayores las contradicciones y la disfuncionalidad, no son integrales. No alientan la participación ciudadana, no generan consensos y no suman voluntades.

El sistema educativo de Coahuila es pésimo. Se presume cantidad y cobertura, pero no hay calidad. Llevamos decenas de años con profesores al frente de la educación y hasta dos gobernadores profesores y los resultados son malísimos.

La competencia por los puestos de trabajo es global, no regional o nacional. Y la educación de calidad es un factor de competitividad decisivo. Sólo con maestros excelentes se logra mejorar la calidad educativa. No se trabaja en ese sentido.
Como motor de la economía, se sigue ofertando mano de obra barata y regalos de terrenos e impuestos para atraer empresas. No hay innovación, ciencia y tecnología como los temas estratégicos para detonar el desarrollo.

Los salarios bajos, obligan a ambos padres a trabajar. Las viviendas que adquieren están muy alejadas y gastan mucho en transporte, muchísimo tiempo y dinero. Las casas a su alcance son caras y minúsculas. Son tan reducidas que sólo sirven para dormir. Los hijos son echados a las calles, prácticamente, a recibir toda clase de influencias lejos de los padres. Son carne de cañón para las adicciones, la delincuencia y los embarazos adolescentes.

Las leyes de construcción y los alcaldes aprueban estos fraccionamientos y las ridículas dimensiones de las viviendas. Llegan al extremo de permitir que los fraccionadores les entreguen áreas verdes mutiladas y poco accesibles, que serán usadas para construir las escuelas en zonas de riesgo, con dimensiones inadecuadas para contar con áreas para el deporte y la activación física. Los fraccionadores se llenan los bolsillos y los presidentes municipales también. Muchas veces son socios y constructores.

Las policías estatal y municipales perdieron seis años en ser depuradas. Y ahora son raquíticas e insuficientes. Grandes sectores de las ciudades se quedan sin patrullajes y vigilancia. No se han recuperado los espacios públicos y cada día se pierden colonias completas.

Hay poco por que aplaudirles a los alcaldes, si las depuraciones las hicieron demasiado tarde, lentas, de manera insuficiente y en medio de pretextos. Los pésimos alcalde del moreirismo, han hecho un grave daño a los coahuilenses. Jericó Abramo, Eduardo Olmos y Ramón Oceguera se han enriquecido y promovido políticamente al amparo de sus cargos. No pudieron con sus puestos y son ampliamente repudiados.

Ahora, los Casinos, giros negros y hasta fiestas juveniles son estigmatizados. Los escasos policías son usados como inspectores de alcoholes, mientras las colonias se quedan sin patrullaje y presencia policial. Cuando sabemos que hasta en el Palacio Rosa se fraguaron delitos de miles de millones de pesos.

Las escuelas, hospitales y dependencias se resguardan tras enormes bardas. Y, los ciudadanos que regresan del tercer turno no encuentran transporte ni seguridad, ni en las calles ni en sus colonias.

En el sexenio de Humberto, las voces que alertaban sobre extorsiones, ejecuciones, balaceras y desapariciones eran acalladas. Para el Palacio Rosa y los alcaldes todo eso no existía. Además muchos de quienes llegaron a denunciar a la Fiscalía de Torres Charles fueron amenazados y otros desaparecidos. Hubo simulación y complicidad con la delincuencia. Los ciudadanos aprendieron a mantenerse lejos de las autoridades.

La secretaría de Finanzas y el Satec eluden entregar los documentos que se solicitan a través de la ley de transparencia. Quieren borrón y cuenta nueva en el tema de la megadeuda. Otra vez, opacidad y simulación.

La megadeuda presiona y aprisiona. Hay escasez de recursos. El maratón de obra no se materializa. No se castiga a los culpables del desastre financiero, se les permite seguir prófugos. Otra vez, simulación, lentitud y palabras huecas.

Las pruebas de control y confianza deberían ser obligatorias para los integrantes de los tres poderes en Coahuila. Pérez Mata lleva seis años de retraso en los juicios orales y el poder judicial poco aporta para la seguridad en la entidad.

Los diputados se encierran para sesionar a espaldas de los ciudadanos. Jorge Alanís, José Luis Moreno, Víctor Zamora, Eliseo Mendoza, etc. Fueron malos funcionarios y son premiados con lugares en el congreso para aprobar leyes al vapor.
Así vemos una sociedad divida y polarizada. Una clase política en pugna constante.

Los diagnósticos incompletos y políticas públicas de corto alcance, generan resultados y avances de mediocres a malos.
Lo que se requiere es un salto de calidad. Y replantear hacia dónde vamos como coahuilenses. Hay que afinar la visión.

Rubén tuvo un inicio difícil. Ha tenido que transitar cuesta arriba. Sin luna de miel. Con derrotas electorales. Con rechazo hacia él, su partido, sus aliados y hasta a su forma de gobernar. Él encontró a un estado quebrado, lastimado, engañado y secuestrado. Hay un enorme divorcio entre gobierno y ciudadanos. Y la brecha crece cada día.

Gobernar es comunicar. Y el gobierno del estado tienes graves problemas de comunicación. Sus acciones y motivaciones, además de ser bien fundadas deben ser bien comunicadas para que sean comprendidas. Cuatro slogans en 8 meses evidencian problemas graves. Y lo malo, es que ninguno aporta posicionamiento positivo. Parecen haber sido diseñados en otra época y para otra realidad.

El reto de Rubén Moreira es construir confianza y convencer. Alejarse de los triunfalismos, las palabras huecas y las cifras maquilladas. A él le corresponde devolver Coahuila a los ciudadanos. Ni más ni menos.

 
jjjeee_04@yahoo.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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