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Septiembre 2012
Edición No. 283
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Carbón: Riqueza y muerte

Pericles Dávila Cázares.

Lo que debería ser una bendición de la naturaleza para Coahuila y sus habitantes, los enormes yacimientos de carbón mineral, verdaderos mares de energía latente en el subsuelo de nuestro estado, se ha convertido en una pesadilla centenaria y causa de muerte para los trabajadores que, en condiciones infrahumanas, extraen el mineral que, en cambio, genera enormes riquezas para unos cuantos vivales y empresas que no solamente explotan el carbón sino al hombre.

En el Estado en menos de un mes se han suscitado dos tragedias mineras, mismas que se suman a decenas de accidentes de este tipo que por décadas se han presentado en la región carbonífera; sin que ninguna autoridad Federal hagan algo para evitar muertes innecesarias en las minas de carbón.

Y es que no es ningún secreto para nadie que las condiciones laborales a las que son sometidos los mineros son inaceptables en estos tiempos, sin dejar de lado las largas jornadas de trabajo a las que son sometidos, los sueldos miserables y las condiciones en las que trabajan aun en nuestros días siguen siendo del siglo XVIII, y sobre todo sin ninguna medida de seguridad para llevar a cabo su trabajo.

Los accidentes mineros en Coahuila datan de muchos años atrás, y es que los llamados “pocitos” que abundan en la región carbonífera del Estado son una verdadera bomba de tiempo por las condiciones primitivas en las que se extrae el mineral; ya que la codicia voraz de los propietarios de los pocitos que sólo buscan beneficiarse de los mineros explotados sin importarles el riesgo que corren estos últimos al estar metros bajo tierra no va con sus interese personales.

Muchos de estos accidentes en minas y pocitos clandestinos se derivan de la explosión de gases como lo es el gas “Grisú”, como se le conoce entre los mineros al Metano, que existe bajo la tierra y gracias a la falta de tecnologías no pueden ser detectadas las grandes cantidades de gas acumulado en las minas, y es de esta manera se originan las catástrofes mineras.

Desde siempre, pero en los últimos años se han incrementado de manera considerable los accidentes mineros en la región carbonífera del Estado; y gran parte de este problema se debe al poco empeño que le imprime la Secretaría de Trabajo Federal al momento de hacer las revisiones pertinentes para detectar este tipo de minas que están fuera de la ley y que no cuentan con ningún tipo de regulación, y sus trabajadores están sin ningún tipo de seguridad social.

En la región carbonífera del Estado en menos de un mes se ha realizado el cierre de por lo menos 40 pocitos por parte de la Federación y el Estado; acción que vista de manera superficial sería de reconocerse a los gobernantes porque de esa manera se evitan muertes, se evita el coyotaje del carbón y de esta misma manera se evitará la delincuencia que se ha apoderado de la industria del carbón; pero una reflexión elemental nos indica que con el cierre de estas fuentes de trabajo clandestino los más afectados son los trabajadores y sus familias, ya que la extracción de carbón es la única fuente de trabajo y de ingreso para las familias de esta región del estado.

Con el cierre -irreflexivo y destinado al consumo mediático- , de los pocitos y minas clandestinos surgen varias preguntas pero la más importante es: ¿Qué comerán los mineros y sus familias? Si la única fuente de ingreso en toda la región carbonífera del estado es la extracción y venta del carbón, cuyo destino final es la carboeléctrica de la CFE (Comisión Federal de Electricidad) en Nava, Coahuila, que permite que el fluido eléctrico llegue a muchas familias del país; pero también para alimentar los hornos de AHMSA para producir el acero en la siderúrgica más importante del país, y generar cuantiosos dividendos a la poderosa familia Ancira Elizondo.

Es precisamente ahora cuando los gobernantes de todos los niveles de gobierno deben reunirse a platicar y crear una estrategia que les permita diversificar la economía de esta región, ya que de darse más cierres de pozos y minas clandestinas los padres de familia tendrán que buscar por cualquier medio llevar el pan a la boca de sus familias y el sustento de las mismas, y de esta manera justificar su permanencia en sus cargos. Es decir, hacer lo que en campaña prometen: buscar mejores niveles de vida para los miembros de la sociedad.

Un verdadero “Plan Integral” para la región carbonífera es lo que necesitan las familias de aquella región; todo radica en que simple y sencillamente los gobiernos dejen de servir a intereses de los caciques empresarios del carbón y comiencen a preocuparse un poco -sólo un poco-, por los habitantes de la región carbonífera, para que las futuras generaciones estén al frente de un escritorio y una computadora en una empresa y no dentro de una mina, con la incertidumbre de no saber si sus padres o hermanos saldrán con vida de esos pozos de la muerte.

 
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