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Septiembre 2012
Edición No. 283
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Unidad Nacional: ¿Estados Unidos Mexicanos?


Apolinar Rodríguez Rocha.


2012, México es un país caótico: Una estructura económica, jurídica, social e ideológica compleja y obscura.

El huracán, cuan no ya simple lluvia, de ideas contaminantes a nuestra idiosincrasia, contaminación social que proviene, hacia México, de las culturas de todo el orbe, implícitas en la globalización, invaden nuestro territorio, nuestros medios de comunicación, nuestro vestido, alimentación, nuestra educación, nuestras instituciones, pretendiendo conquistar a México, claro a través de la única forma de conquistarlo, en la voluntad de los mexicanos. Ante este torrente, los mexicanos y nuestras instituciones permanecemos estupefactos, incapaces nuestras mentes para reaccionar ante la rapidez de la invasión, indefensos actuamos sólo por instinto.

De pronto hemos volteado, “en un pestañeo” México nuestro ya no es el mismo: Preñado, es de decirse, de sangre, de terror y miedo por la cultura del Derecho del Enemigo, el señor de la guerra que es el Estado inhumano, se han enseñoreado en nuestro territorio las acciones tomadas por las instituciones con exterminio de la población nacional, ha generado un sin fin de semilleros de violencia y creación de sectores sociales vulnerables, que el hambre, sed y el frío los arropa, cebándolos… difíciles de controlar.

Los traumas de la guerra yacen ya en el subconsiente de toda la población nacional, desde el funcionario público que se esconde bajo el escritorio tan pronto como escucha cualquier estruendo, o el niño que llora en su cama, rodeada su casa de una balacera, preocupado no tanto por sí mismo, sino por su padre que aun no llega, y él teme que muera en medio de una de esas batallas como víctima inocente y lo deje en el desamparo.

Qué decir de las cultura laboral, contaminada la educación por el capitalismo y el corporativismo, el gobierno no atiende ni entiende, sino a dejar hacer dejar pasar, preparar obreros y permitir e incentivar la creación y establecimiento, sin freno, a contaminante ambiental, a maquiladoras y capitales golondrinos; claro, constriñendo a las instituciones educativas a preparar sólo obreros, siervos del capital, autómatas, que sólo se ocupen de trabajar para ganar y ganar para gastar, en un ciclo inhumano de consumismo; así nacen, crecen, se desarrollan, reproducen y mueren los seres humanos en México.

Ninguna otra razón de ser, una ausencia de identidad, que sólo encuentra explicación en esta cultura económica del capitalismo voraz de las trasnacionales del corporativismo, este último ya impacta, no sólo a las empresas, sino a la estructura de la soberanía nacional, una soberanía nacional que sede cual castillo de arena ante el embate impetuoso de la amenaza de medidas económicas internacionales, de la soberanía económica internacional, la imposición internacional bajo el yugo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Las Políticas Públicas de toda índole se establecen ahora no en base a la voluntad de los ciudadanos, sino ante la imposición de los intereses económicos internacionales, como interés económico ha sido la lucha contra el crimen organizado, a cuyos dirigentes poco importó el sufrimiento de la población, pues lo que a los organizadores de la estrategia de la lucha parece no importaba ésto, sino el capital que tras esta inmensa lucha se movería, claro canalizando los recursos estratégicamente a los promotores de la lucha.

Es evidente que el beneficio de las muertes no fue para el crimen organizado, sino para la organización de Estado, fabricantes y comerciantes de armas y tecnología bélica, estrategas, académicos especialistas en los temas de seguridad, que se enriquecieron a costa de la sangre de muchos mexicanos, y el trauma posterior… claro a río revuelto ganancia de pescadores.

La globalización ha permitido a las cúpulas de poder, desarrollar en sus respectivas áreas de actividad y de influencia una organización inintelegible, una normatividad absolutista, antidemocrática, una madeja difícil de desentrañar. No es pertinente ahora, por razón de tiempo, desentrañar la madeja, sino quemarla, sin más explicaciones y construir… sin voltear atrás, una estructura nueva, democrática, humana y trasparente.

Es tiempo de con severidad, valor y temple dejar atrás “pésele a quien le pese y cueste lo que cueste” la obscuridad; en fin, al hablar de unidad de Estados en México, es hablar de unidad nacional. En esta etapa de la Historia de México, deberíamos hablar de la identidad nacional, esa identidad que sólo se construye en el orgullo de ser mexicano por legitimación y amor nacional, no en el hecho inevitable, nacido, de ser indispensable habitar en México, cuan más que necesidad, encontrar resignación en eso, es inhumano, cual pedirle a un preso, en un penal que sienta amor por su cautiverio. El sistema actual ha trasformado a los mexicanos, de ser ciudadanos a ser reos y víctimas de nuestras instituciones, indefensos ante los poderes creados, en instituciones despóticas y dictatoriales de nuestra propia “soberanía”.

El defecto es… la representación del pueblo… el sistema republicano que hemos llevado es obsoleto y se ha visto superado por la corrupción… es necesario crear soberanía desde las organizaciones sociales y no desde las instituciones públicas corrompidas.

Voltear al socialismo no es la solución, sólo es voltear “al mismo gato, pero revolcado”. La única solución es la auténtica democracia.

Las energías humanas son incontrolables y siempre consiguen hacer triunfar sus expectativas.

México es desde ahora, ya no las instituciones, sino los mexicanos. Demos dignidad, satisfacción, credibilidad y libertad a nuestra conciencia.

 
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