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Septiembre 2012
Edición No. 283
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San Francisco del Progreso: el vandalismo


Rufino Rodríguez Garza.


El ejido de San Francisco del Progreso es relativamente nuevo en el lugar que lo encontramos en este momento. Desde la época colonial esta pequeña comunidad vivió a 3.6 Kms. al oriente del actual asentamiento. En San Francisco (viejo) había agua suficiente para la gente y para el poco ganado. Pero al bajar los niveles del manantial, la población buscó otro sitio y como ya estaba el trazo de la carretera Paila-Parras, pues se cambiaron a la orilla de la nueva carretera. Aunque en el nuevo sitio también escaseaba el agua ésta fue traída desde los acuíferos de la ciudad de Parras.

Hasta estos momentos Parras surte el agua suficiente para vivir y regar los huertos familiares, donde se observan granados, higueras, nogales y duraznos, y múltiples plantas de ornato. Es un bonito ejido. La gente se ocupa de trabajar sus minúsculas parcelas, el escaso ganado, y el resto se contrata en los ranchos vecinos, en los negocios de Paila, en Parras y/o emigra a Estados Unidos.

Este sitio está considerado como localidad con vestigios arqueológicos y aquí en la sierra de San Francisco hay petroglifos que nos indican la presencia por largas temporadas de asentamientos de las tribus de cazadores-recolectores de la región. El lugar, según la herramienta de búsqueda Google Earth, señala la presencia de petroglifos. El compañero Flores Ventura localizó una referencia donde Lorena Miramball menciona el sitio con grabados.

En internet, en un sitio llamado Panoramio, el Sr Adolfo Perales Huerta visitó el lugar y subió dos fotos de grabados de la Sierra de San Francisco. Esta Sierra corre de Oriente a Poniente y en las inmediaciones se formó un puerto por el que se construyó la carretera, y en las dos cabeceras del mismo hay estas manifestaciones del pasado. El puerto tiene una separación de aproximadamente 400 metros.

Aunque conocemos el lado Poniente al que más le dedicamos tiempo fue al del lado Oriente, justo donde está asentada la comunidad ejidal.

El Cerro de San Francisco tiene en su parte más alta 1400 metros s.n.m. a diferencia de otros sitios, aquí los grabados están en las partes bajas, en las inmediaciones del cerro y en las crestas.

En el lado sur de la serranía se observa un valle erosionado, atravesado por algunos arroyos que pasan a un lado del ejido. En la parte media de esta llanura se levantan unos pequeños promontorios de difícil acceso y donde las rocas que los componen sirvieron para fabricar cal. La cal era el cemento de la antigüedad, bastaba agregar arena y agua y ya teníamos un indestructible mortero o argamasa. Recordemos que por ejemplo la Catedral de Saltillo no tiene un gramo de cemento o de fierro en su construcción y aun la tenemos en pie.

Al pie de estas dos lomas se construyeron tres hornos para fabricar este producto que se comerciaba en Parras y otras localidades del rumbo. Entre los arroyos y a no más de 400 metros de la comunidad se localiza un cuarto horno calero.

En la Sierra de San Francisco -en su cara Sur- es donde se aprecian rocas que según cálculos del Ing. Ventura no pasan de 300 y todas tienen grabados y en algunos casos hasta 6 y 8 grabados por piedra.

El hecho de que entre los grabados destaque la figura humana (antropomorfos) nos indica que fue un lugar chamánico, donde se efectuaban ritos para propiciar las lluvias, las cacerías y abundantes recolecciones de frutos. Aunque el nopal rastrero es poco, éste proporcionaba tunas y pencas tiernas comestibles en la primavera, también las palmas proporcionaban dátiles y flores que son apetecibles y nutritivas. Aquí abundan las pitayas y aunque tardías en estos momentos están madurando y uno puede comerlas (son más sabrosas que las tunas del mercado).

Decíamos que las figuras humanas son abundantes, pero también los pies donde las extremidades inferiores ocupan una buena parte de los grabados.

Los grabados están elaborados con la técnica de percusión, no hay grabados incisos, sólo el petroglifo clásico o normal como lo llamamos nosotros en el que se utilizó una roca como cincel y otra como martillo.

Entre los grabados pudimos notar la ausencia total de fauna. Sabemos que había reptiles, roedores, aves y mamíferos pero en ningún caso fueron representados.

Aunque en poca cantidad se grabó en este lugar proyectiles y algunas navajas enmangadas; tampoco hay presencia del atlatl, trampas (nasas) o arcos y flechas. Algunas figuras de la gráfica se relacionan con eventos astronómicos y se puede apreciar la representación de Venus, soles y cómputos que bien pudiéramos relacionar con ciclos lunares.

Varios símbolos muy propios de San Francisco seguro que tienen que ver con grupos específicos y como marcas territoriales, en este caso se trata de una especie de prenda de vestir o adorno como un collar. Este elemento no se repite en sitios como San Rafael o El Sol de este mismo municipio.

Al pie del cerro y por más de 2 kms, se observan chimeneas o fogones donde nuestros antepasados cocinaron, se calentaban en invierno o se alumbraban por las noches; otro elemento que habla de la permanencia es que aquí se fabricaban herramientas para la sobrevivencia y aún ahora después de casi 500 años de la llegada de los europeos, todavía se observan desperdicios de antiguas tallas o talleres, pudiendo observar un proyectil que los especialistas llaman
charcos el cual cuenta con su muesca lateral.

La superposición de motivos y la pátina nos indica diferentes cronologías en el grabado, varias antigüedades en muchos de los dibujos.

Podemos observar en los dibujos antropomorfos, unos de aspectos lagartiformes, otros sexuados, al parecer hombres y en algunos casos la mujer; de ésta podemos hablar que identificamos algunas vulvas.

Vandalismo
Para terminar estas notas dispersas sobre los grabados en mención, diremos que la alteración y destrucción del arte rupestre se ha convertido en un deporte que de forma feroz está acabando con estos cuadernos del pasado.

Hasta ahora se habían conservado casi sin alteración, pero el hecho de localizarse en las proximidades del ejido ha motivado que los jóvenes, con influencia de las grandes ciudades han llenado literalmente una parte del sitio con pintura de zapatos y aerosoles. Se observa una fuerte influencia a cubrir las antiguas manifestaciones y con suerte ni les importan que ya haya estado ocupada la roca con los motivos antiguos.

El caso de San Francisco es el más grande conocido en Coahuila en lo que se refiere al vandalismo. Es el paraíso de la destrucción, la capilla sixtina del vandalismo. Al grabado de recuerdos les llegó la euforia del futbol y podemos observar el escudo de los guerreros del Santos Laguna. No sólo el logotipo del equipo, sino también el de la cerveza que les patrocina.

Aquí podemos observar graffittis desde minúsculas letras hasta figuras o símbolos de dos metros. Los colores son de los que podemos observar desde cientos de metros, destaca el color naranja, el blanco, el negro y el rojo.

Pienso que los jóvenes de secundaria o los visitantes esporádicos son los autores de esta sistemática destrucción. Las autoridades de INAH, del municipio o de la comunidad ejidal tendrán que poner orden y reprender al o los causantes del deterioro; como he dicho en otras ocasiones ya no tenemos nativos que nos hagan grabados, pinturas, cuentas, flechas, etc., de ahí que tenemos que cuidar lo poco que nos queda.

Agradecimientos
Agradezco a mi esposa Gilda Parra Rendón que en dos ocasiones me acompañó y localizó algunos de los petroglifos más hermosos del lugar; al fotógrafo Miguel Ángel Reyna, al Lic. Ariel Colín, al Dr. Arturo Valdés Castro, al amigo Rodolfo López García, al antropólogo Lorenzo Encinas y por supuesto al Ing. José Guadalupe Flores Ventura, compañero de exploraciones, magnifico ilustrador con fotos y dibujos.

 
                         
       

       
                             
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