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Agosto 2013
Edición No. 294
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Sierra la Pinta, cañon de
Salsipuedes, cañón de los Caballos



(Para mi amigo “El Bura” dondequiera que esté)


Ariel Colín Morales.

Nos dirigimos a tan singular lugar con no menos singular nombre, arribamos el Ing. Rufino Rodríguez (quien si no fuera por su generosa academia no podría llegar a introspectar lugares tan sui generis) arribando a tan caluroso lugar, pasamos a hacer las respectivas salutaciones y a mencionar nuestra ubicación a una familia del Ejido El Pelillal, estas excursiones son como el buceo, no pueden realizarse por uno mismo, pues el riesgo de sufrir un accidente es alto, siempre hay que estar acompañado por cualquier circunstancia que pueda aparecer, la seguridad por delante.

El sitio a elegir es muy rico en talleres líticos, pues a simple vista podemos apreciar un gran número de chimeneas y muchos restos de talleres donde prevalecen los restos de lascas de flechas en gran cantidad, aparecen también raspadores, metates, alisadores, etc. Pero la investigación va dirigida principalmente a buscar “Arte Móvil” en su modalidad de pequeñas tablillas elaboradas sobre piedra arenisca, las cuales contienen diversos grabados que van desde algo parecido a insectos o mariposas hasta grabados al parecer sin razón alguna más que para la conciencia de quien lo elaboró. Dichas tablillas van desde los 10 hasta los 17 cms. aproximadamente, según las referencias aportadas por el Ing. Rufino Rodríguez y por el Ing. José G. Ventura, así como también por el Ing. Homero Gómez.

Según se cree a las mismas se les atribuye una función mágica para quien la portaba, pudiendo mencionar que eran como unos talismanes o amuletos para atraer la caza o la captura de especies, ya que han sido encontrados la mayoría de las veces junto a fogones o chimeneas así como en los talleres donde se trabajaba la lítica. Los primeros móviles fueron encontrados en el Estado de Nuevo León, como hace referencia la Dra. Solveig Turpin en su libro: “El Arte indígena de Coahuila”; pero quienes han dado una verdadera difusión y extensa investigación además de los descubrimientos son Rufino Rodríguez Garza y José G. Flores Ventura, quienes han entregado varias piezas al Museo del Desierto a la vez que han llevado a cabo conferencias en distintos recintos dando a conocer este arte tan escaso y por lo tanto tan buscado.

Al acercarnos a la Sierra de los Eslabones me percato que la visión óptica me juega una mala pasada, ya que lo que parecen unas figuras onduladas desde lo lejos, son en realidad cumbres individuales consecutivos que se ubican antecediendo la base de la Sierra Pinta y al tener una base cónica se angostan al llegar a la cima, siendo de igual forma ondulados, formando de esta forma pequeños cañones y valles entre la base de la sierra y los montes que le preceden.

Al tomar rumbo hacia el Cañón de Salsipuedes (sic) nos encontramos unos pocos grabados, algunas cuentas… nada relevante; al término del mismo cañón, girando hacia el Sur, encontramos a nuestro paso varios restos de madera fósil de distintos tamaños y de colores, llamando poderosamente mi atención un trozo de aproximadamente 8 x 5 cms. de color negro, parecía haber sido quemado tal vez en su génesis ese árbol fue alcanzado por un rayo que lo dejó en esa condición.

Al recodo de unos montículos, retornando al punto de salida, nos encontramos un nicho rocoso, compuesto por una saliente de aproximadamente 20 metros de largo, el cual tiene una ubicación de GPS N26° 01’ 27.4” W101° 04’ 17.7” donde podemos apreciar grabados antiguos, ya que se apreciaban con desgaste en sus incisiones por el paso del tiempo, ubicando un tablero de atlatl conformado por tres piezas, pies, manos elongadas, manos polidáctiles (9 dedos) sobre un asta de venado, así como diversas puntuaciones. En la base de la oquedad se puede apreciar un juego de pinturas policromadas, persistiendo en ellas el color rojo en figuras de triángulos, otra más con una mancha circular de color rojo, sin poder entender si dicha pintura fue borrada por el hombre mismo o por cuestiones de la naturaleza, dejando de aparecer mas rastros de pintura rupestre.

La importancia del lugar es que se encuentran dos altares de ofrendas de grabados de flechas trazadas sobre una línea, colgando de ella los proyectiles con la punta hacia abajo, al igual que otro tablero que tiene la misma forma pero con las flechas más pequeñas. Con estos datos y con la opinión de Rufino Rodríguez se puede establecer que este lugar era un lugar donde se realizaban ritos chamánicos para la captura de ejemplares de caza y para la captura de los mismos de los cazadores; ya que al encontrarse atlatl y proyectiles se unen en una poderosa sinergia dirigida espiritualmente hacia el cazador, que junto con la ayuda espiritual brindada por el hombre santo o Chamán, garantizaban una buena caza con la ayuda claro desde el mundo espiritual; digamos pues para una buena puntería. Cabe hacer mención especial de una escena de cacería donde un personaje con flecha y arco está a punto de disparar sus dardos a un animal que parece ser un felino, hermosa plasticidad única en su tipo, ya que se han encontrado escenas de guerra entre tribus, cacería de venados o bisontes, pero la cacería de un felino no hay.

El plan es llegar al Cañón de los Caballos, llegando al borde Norte de la Sierra de los Eslabones, encontrándonos en el camino diversos grabados dispersos en pequeñas lomas previas a la entrada de los cañones que se mencionan.

Continuando en el Valle del Pelillal, de camino al referido lugar se encuentra una loma de aproximadamente 70 de largo por 15 metros de alto, con la característica de que está conformada por diversos estratos fosilíferos de concha negra, la cual corre abarcando en su totalidad desde la base hasta la cima, siendo el banco de conchas negras más extenso que me haya tocado ver; dichos bancos los había visto con anterioridad en la localidad de Fraustro, donde existe bloques rectangulares de varias toneladas de peso, y de los cuales se encuentran unas muestras en exhibición en el Museo del Desierto, pero nunca en tal cantidad como en la referida en dicha loma, la cual merecería llamarse “Loma Negra”.

En el cañón adjunto al de Los Caballos (al parecer no tiene nombre pues Rufino no lo recuerda y no encontré referencia alguna) existe una formación rocosa con alineación N´W´ en una distancia aproximada de 40 metros se encuentran grabados disímbolos consistentes en algunas puntuaciones. En una loma intermedia con orientación N´S´ hacia el lado Oriente hay una gran variedad y riqueza de cuentas calendáricas, algunos antropomorfos, chamanes sin cabeza con los brazos extendidos, proyectiles, huellas de bisonte, altares de flechas y vulvas femeninas, lo cual nos establece que el lugar era utilizado para ritos de fertilidad, de cacería y de iniciación, ya que el binomio de los altares de flechas y formas femeninas significa fertilidad en la caza y en el ser humano.

Falta hacer más investigaciones sobre grabados de ritos de iniciación en todas sus formas y caracterizaciones, falta gente comprometida con su historia y con su entorno, necesitamos Champoliones que nos cuenten lo que nos dicen las piedras, lo que nos cuentan de tiempos ya idos pero cercanos en ese puente que representan al permanecer en el tiempo, que nos acerca lo que creían o pensaban a lo que representamos y lo que vemos. Parece una alegoría pero en el fondo vemos las mismas estrellas, interpretamos el mundo que nos rodea y nos manifestamos de la misma forma.

 
                         
       

         
                             
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