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Agosto 2013

Edición No. 294
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mujer pobrezaMéxico, pobreza
con sello de mujer




Flor Rentería

La sociedad mexicana ha cambiado en los últimos años. Según datos del INEGI y del Registro Federal de Electores del IFE, las mujeres somos mayoría en cuanto a la población de nuestro país; acorde al último Censo de Población y Vivienda. La población de México está integrada por 57.5 millones de mujeres y 54.9 millones de hombres, es decir, una proporción aproximada de 95 hombres por cada 100 mujeres; por su parte, el Instituto Federal Electoral, previo a las elecciones federales del 2012, manifestó que el padrón electoral nacional era integrado en un 51.6% por mujeres.

En contraste con el crecimiento poblacional, el desarrollo de la calidad de vida de la mujer en México no ha aumentado en la misma proporción. Según los últimos índices de la pobreza, de 53.2 millones de personas en algún nivel de pobreza en nuestro país, 27.6 millones son del sexo femenino, es decir, arriba del 52%.

Más grave aún es la información revelada por la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, de la cual se desprende que 76 de cada 100 hombres se encuentran económicamente activos, pero si hablamos de las mujeres encontraremos que sólo 42 de cada 100 se encuentran en este sector. Respecto a la población económicamente activa ocupada actualmente en algún empleo, los hombres superan a las mujeres en una proporción alarmante. De 47.8 millones de mexicanos ocupados en algún empleo, sólo el 37.9% son mujeres.

Sumado a esto, la mayor brecha de desigualdad es en el número de mujeres empleadoras en el país, es decir, aquellas que son propietarias de una empresa o negocio y dan empleo a otras personas. Según datos del INEGI, esta población asciende a casi 2.2 millones de personas, de las cuales 1.8 millones son hombres. En este sector de la población las mujeres apenas rebasan las 400 mil empleadoras en todo el país, es decir, sólo el 18% de las empresas y negocios mexicanos son propiedad de una mujer.

Ante estos datos estadísticos, debemos de concluir con mucho pesar que en México la pobreza se está feminizando, y es necesario, en pro del país, reducir esta brecha de desigualdad que tanto daña a nuestra población.

En anteriores administraciones, se creía que la entrega de dádivas y apoyos era un combate efectivo a la pobreza, sin embargo, estas medidas en el mejor de los casos frenaron su avance pero no resolvieron el problema de raíz. La pobreza, como ha señalado el Presidente Enrique Peña Nieto, sólo puede ser erradicada a través de desarrollo económico y crecimiento productivo, por ello ojalá que ante este escenario de reformas legislativas que están por venir, se tenga muy presente que es necesario reducir las brechas de desigualdad en este campo.

Las mujeres requieren de mayores oportunidades y acceso a una vida económicamente productiva, que tengan mejores posibilidades de contar con créditos que les permitan emprender su propio negocio, o bien accedan a un trabajo remunerado sin discriminación en el salario, y con ello avancemos en la construcción de un México justo, que todas y todos anhelamos.

Sólo así podremos quitarle a México la pobreza que padece, una pobreza con sello de mujer.

 
 
 
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