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Diciembre 2013
Edición No. 298
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epnDesafío

-Sanciones o Reformas
-Gobiernos bajo Lupas
-Caro Quintero: Mitos

Rafael Loret de Mola.

De Madero a Madero existe una enorme diferencia. El mártir de 1913, víctima del “chacal” Victoriano Huerta Márquez, nacido en Colotlán, Jalisco, fue un demócrata convencido y ofreció cuanto tenía, haciendas, dineros, bienes, a la causa de la Revolución tal y como reseñó el “maestro de América”, José Vasconcelos Calderón. El Madero actual, dirigente nacional del PAN se aferra al poder y pretende ser el fiel de la balanza para sacar adelante las reformas armadas en Los Pinos; la política, recientemente, y la energética en estos días contra las explicables turbulencias sociales. Cada sexenio somos más pobres en cuanto a patrimonio general y también en el seno de la economía familiar.

Durante las dos administraciones panistas, con zigzagueantes acciones pero sin el menor propósito de cambio al contrario de cuanto prometieron sus voceros, el ingreso de los hogares mexicanos, de todos, pobres y ricos, descendió en un doce por ciento. Si sumamos nos daremos cuenta del monumental engaño acerca de la estabilidad financiera al amparo de las reservas monetarias internacionales, los modernos “bienes de manos muertas”, establecidas como garantía a los acreedores internacionales que medran con nuestro futuro, que suben cada día. En tan sólo unos días rebasaron los 176 mil millones de dólares mientras el gobierno de la República le hinca el diente a los causantes cautivos con una fiscalización excesiva para obtener liquidez... y emprender obras en enero próximo, tras trece meses perdidos en los que las catástrofes naturales fueron el único espejo de Peña Nieto para exhibir sus falaces inclinaciones sociales.

Las crisis en el PAN y en la izquierda dividida, ausente el icónico líder Andrés Manuel López Obrador por sus afecciones cardíacas, exhiben la pobre capacidad del régimen priísta para suavizar las tensiones entre las oposiciones. El celebrado “Pacto por México” no fue sino una caricatura de conciliación con ribetes del hispano “Pacto de la Moncloa” que posibilitó la gobernabilidad en esas región tras la muerte del sátrapa Franco. En México, a diferencia de lo sucedido allende el mar, volvimos a la misma ruta, la de un priísmo que vuelve a pretender andar por la senda de la hegemonía incontestable contra la realidad y los sueños de cambio de los mexicanos, una vez más engañados. Por eso, claro, la derecha, encabezada por Gustavo Madero Muñoz, está de fiesta con la reforma política que tiene más visos de sanción que de transformación social.

Nos explicamos. Tras el vergonzoso proceso comicial de 2006 sólo se encontró la ruta para un finiquito, contrario a las disposiciones legales, de los consejeros electorales empezando con su deplorable presidente, Luis Carlos Ugalde Ramírez, el cínico que a posteriori, en una obra de su autoría a la que me niego darle publicidad, reconoció haber estado bajo presión de la entonces pareja presidencial, los señores fox, ella y él naturalmente, durante todo el desarrollo de la contienda y especialmente cuando ésta se atoró en la jornada electoral. En una nación bajo una democracia seria, bastaría con ello para fincarle responsabilidades a Ugalde y a los fox por haber fraguado la conjura para asegurar la victoria de calderón y la parodia posterior cuyos saldos sanguinarios y financieros conocemos todos.

De hecho, la única justificación para la parálisis actual, a un año de distancia de la segunda alternancia en la Primera Magistratura, es la magra herencia recibida: una guerra inútil -sin resultados efectivos en cuanto a las exportaciones de drogas hacia el principal mercado de consumo en el mundo-, y los serios problemas económicos que deviene de la ausencia de liquidez -como en 1995- del erario público. Tropezamos, de nuevo, con la misma piedra, primero a causa del salinato trágico y su año de la barbarie, 1994, y después de la mano de calderón y su “guerra” sanguinaria que no logró la menor victoria. Y los dos grandes responsables de sendos desastres están tan campantes disfrutando de una libertad y un entorno aristocrático que, de ninguna manera, merecen. ¿O alguno de los lectores cree otra cosa?

Así las cosas, si hace seis años se sancionó al IFE descabezándolo a mansalva -merecidamen-te por cierto aunque no fuese estrictamente legal-ahora se elevan las sanciones contra quienes excedan sus gastos de campaña en un cinco por ciento del monto original asignado, incluso con la nulidad de las elecciones, y lo mismo si la cobertura mediática es mayor a lo ordenado de manera expresa o se reciben dineros de procedencia ilícita. Tal es, como quiera verse, un baldón para quien, como es evidente, fue acusado de utilizar bonos y despensas como estrategia proselitista en cuanto sintió que se acercaba demasiado la izquierda a la cabeza, algo no previsto al arranque de la justa cuando se esperaba un duelo entre el gobernante PAN y el PRI, bien pertrechado, para alcanzar el triunfo; a López Obrador se le veía con cierto aire de desdén y conmiseración... muy atrás. Y, pese a ello, alzó el vuelo y se quedó a seis puntos de distancia con las maquinaciones conocidas si bien, a diferencia de lo sucedido en 2006, lo erogado de más en los tres partidos, pero sobre todo por el PRI, no fue suficiente para variar las tendencias.

De hecho, calderón -como antes, el priísta zedillo-, hizo cuanto le fue posible para asegurar la alternancia y cubrirse las espaldas cuando observó que la maquinaria peñista era imparable. Sólo que zedillo optó por la discreción, los ingresos por sus consejos en distintas empresas por él favorecidos y sus relaciones con altos funcionarios de Washington quienes le colocaron en la ONU para que atendiera ¡a la pobreza mundial!; él, precisamente, quien tanto depauperó a los mexicanos.
Sanciones, no reformas. Y en esta misma línea -¿recuerdan nuestros señalamientos al respecto, amables lectores?-, la reelección directa de senadores y diputados infringe el principio toral del movimiento revolucionario y el posterior descabezamiento de los caudillajes posrevolucio- narios durante el llamado “maximato” y tras el asesinato, brutal y a quemarropa -el cuerpo presentaba rastros de balas de tres tipos de calibres-, del general Álvaro Obregón Salido, quien igualmente se había reelecto, contraviniendo el principio toral de la causa maderista -la del primero, claro-, pero sin haber logrado volver a sentarse en la silla presidencial. Caro pagó la osadía en la reyerta por el poder. Qué conste el antecedente.

De acuerdo a la reforma, los senadores podrán ser reelectos hasta por dos períodos -esto es por dieciocho años consecutivos o tres sexenios-, y los diputados hasta por cuatro para cumplir, como máximo, doce años sobre sus curules. ¿No era más sencillo ampliar el periodo de los miembros de la Cámara baja a seis años y con ello posibilitar, enseguida, su arribo al Senado cumnpliendo así los doce años convenidos?¿Cuál es la razón esencial para que unos duren seis años y otros tres solamente reduciendo el periodo de cada Legislatura? Los absurdos no se atienden, las intenciones soterradas sí. ¿O acaso no estará ya a la vista la posibilidad de legislar sobre la reelección presidencial? Claro, como no hay retroactividad, por ahora, tal no tocaría a Peña Nieto sino a su sucesor para beneplácito del partido que logre imponerse dentro de un lustro.

¿Avance o retroceso? Cuando menos diríamos que poco escrupuloso. De hecho, los legisladores pueden sumar hasta doce años combinadas sus actuaciones en sendas Cámaras: primero como diputados, luego como senadores y posteriormente como diputados. Doce y con tres elecciones de por medio. ¿No es esto más democrático y menos cercano a la vindicación de los caudillajes... parlamentarios?

Debate

Los gobernadores están bajo distintas lupas. Como si quisieran volcar en ellos -no pocos lo merecen- los saldos rojos del gobierno federal, sobre todo en materia de narcotráfico y cuando es evidente que los gobiernos estatales no tienen capacidad, por si solos, para repeler al crimen organizado; mucho menos los atenaceados municipales a los que igualmente se les carga la mano. Dicho esto sin pretender exculpar a quienes pagan los platos rotos, como el impresentable Tomás Yarrington Ruvalcaba, de Tamauliupas.

Pero, ¿y su antecesor, Manuel Cavazos Lerma, quien no se quitaba el sombrero ni para bañarse al tiempo que seducía nenas y las convertía en alcaldesas mientras dejaba crecer a los cárteles?¿O Eugenio Hernández Flores, inmediato antecesor de Yarrington, sobre quien penden las sospechas por el asesinato artero del candidato Rodolfo Torre Cantú cuya muerte cedió el paso a su hermano, Egidio, obviamente rebasado por los poderes fácticos que le encumbraron? Lo peor: ¿vamos a seguir dependiendo de las acusaciones provenientes de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos para perseguir y procesar a algunos miembros de la clase política como mero escarmiento?

También los presidentes de la República tienen su propia medida: el espionaje extraterritorial los exhibe sin el menor agobio de la entrometida Casa Blanca y sus filiales. Es como una suerte de chantaje soterrado para dominar políticamente a México -y a otras naciones “satélites”, que no aliadas-sin intervenciones militares visibles. Sin duda, la guerra de las drogas, extendida, desde la década de los ochenta del siglo pasado, es la más fructífera en la larga lista de acciones belicosas de la Unión Americana.

La Anécdota

Rafael Caro Quintero, uno de los fundadores del “cártel de Guadalajara” junto a Ernesto Fonseca Carrrillo, Don Neto, aún preso, salió en libertad, tras veintiocho años, el 10 de agosto de 2013. Y pasaron tres meses para que los poderosos estadounidenses lo reclamaran extendiendo una recompensa de cinco millones de dólares. Hace unos días, desde la clandestinidad, Caro envió una carta a Peña Nieto solicitando un “juicio justo”... como el que nunca ofreció él a sus víctimas.

Los hechos evidencian tres cosas:

1.- El poco interés inicial del gobierno estadounidense que, a lo largo de veintiocho años, no solicitó la extradición del “capo”.
2.- Que si, de verdad, hubiera muerto por su mano el agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena Salazar -no hablemos de su piloto mexicano, Alfredo Zavala-, el interés de los vecinos hubiera sido otro, mucho mayor al exhibido en los casos de Juan García Ábrego y Osiel Cárdenas Guillén.
3.- Que “Kiki” vive, protegido claro y con otra personalidad, luego de ser utilizado como “gancho” para aumentar la ingerencia de los Estados Unidos en México chantajeando a Miguel de la Madrid, el más entreguista de los ex mandatarios mexicanos.

La memoria acaba con los mitos.

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Miguel de la Madrid, en 1986, dijo en el club de prensa de Washington, que no toleraría sobrevuelos de aeronaves norteamericanas con fin de encontrar las células del narcotráfico. Una cosa fue el discurso y otra la realidad. A partir de entonces, poco a poco y sin candilejas de por medio, la embajada estadounidense y sus consulados se cubrieron de más y más agentes militares como “agregados”. Fue éste el punto de no retorno en la pérdida real de nuestras rectorías económicas, sociales y políticas. La derrota, sin movilizar más armamentos que los del contrabando, de nuestra soberanía. Y, hasta hoy, no hay quien responda por ello. ¿Suena a ingenuidad, verdad? Pero es parte de la historia.
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