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Diciembre 2013
Edición No. 298
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nelson mandelaAdiós Madiba, hasta siempre Mandela


Fernando Ramírez López.


Para África, continente
de color y de contrastes, origen del hombre actual.



“Me refiero a la libertad triunfante sobre la fuerza bruta y lo que siempre
ha sido verdadera expresión de esa fuerza,
el principio de la autoridad. Me refiero a la libertad que destrozará los
ídolos en el cielo y en la tierra y que construirá
un nuevo mundo para la humanidad solidaria sobre las ruinas de todas
las iglesias y todos los estados”.
Miguel Bakunin.


El mundo se estremeció este cinco de diciembre, cuando nos enteramos que Nelson Mandela había transitado a la eternidad.

Cuando seres del nivel humano de Mandela, dejan su estructura corpórea, es el instante mismo en que el hombre colectivo grita a voz abierta: Misión cumplida.

No es motivo de llanto, da lugar a la alegría el saber no de la muerte de un ser humano, sino de la lucha que en vida hombres como Madiba, como cariñosamente le decían los suyos, llevó adelante más allá de la mediocridad patente de una sociedad acobardada y consumista como en la que habitamos, un nuevo orden para ver de cara al sol, esa es la estatura de Mandela.

Este luchador social, se graduó como abogado en 1942, en 1943 fundó la Liga Juvenil organizando protestas contra el sistema de segregación racial (apartheid), y en 1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (CNA), un movimiento de lucha en contra de la opresión.

Sus dos primeras esposas fueron Evelin Ntoko Mase y Winnie Madikezela, ésta última 18 años más joven que él, siempre estuvo dispuesta a involucrarse a fondo en el Movimiento de Liberación de su pueblo y apoyar la lucha de su compañero.

En 1964 Mandela fue condenado a cadena perpetua y fue encarcelado en la prisión de Robben Island, donde pasó 17 años en precarias condiciones de vida, así como en otras cárceles sumando una pena total de 27 años. En celdas infrahumanas, cuya superficie era de dos por dos, sólo su espíritu inmenso y sus ideas de libertad le hicieron posible soportar este martirio.

Tras salir de la cárcel en 1990, fue electo presidente del Congreso Nacional Africano y dirigió las negociaciones para conseguir en Sudáfrica sin guerra, una democracia multirracial.

En 1993, obtuvo el Premio Nobel de la Paz por sus labores de reconciliación entre negros y blancos de Sudáfrica, además recibió otros 250 premios y reconocimientos internacionales por más de cuatro décadas.

El 10 de mayo de 1994 se convirtió en el primer presidente negro en Sudáfrica, al lograr la victoria en las primeras elecciones libres tras el fin de la segregación racial.

Al cumplir ochenta años se casó por tercera ocasión, con Graca Simbine y en 2010 en el cierre del mundial de futbol en su país, fue su última aparición pública.

Ha fallecido a los 95 años de edad el hombre, después de una vida fértil dedicada a la lucha de los ideales de su pueblo y de la humanidad millones de seres en el mundo lamentamos su ausencia, porque cuando surgen seres de esta dimensión, recuperamos la fe en las luchas sociales y sabemos que no todo está perdido, que todavía es posible construir un nuevo amanecer.

Murió apaciblemente en su casa de Johannesburgo, después de sufrir las consecuencias de una enfermedad pulmonar recientemente.

Mandela hizo más de lo que se puede esperar de cualquier hombre así lo expresó Barack Obama, al igual que múltiples presidentes líderes del mundo.

La herencia de Mandela para las generaciones venideras, es que la lucha social con propósitos de gigantes, se puede obtener y construir al hombre nuevo.

Nació en el seno de una sociedad donde blancos y negros tenían grandes diferencias por el simple color de la piel, demostrando con su lucha que está no es el centro del hombre sino su espíritu.

A sus exequias acudirán múltiples mandatarios de todo el mundo, que en su interior sabrán que acuden a despedir la vida de uno de los grandes, que de cuando en cuando vienen a esta tierra para darnos nuevas esperanzas.

Esperanzas de que todos los seres humanos, independientemente de su origen racial, religión o ideología política, por el sólo hecho de ser humanos, merecen las mejores condiciones de vida.

Que todos los hombres pueden aspirar a un buen empleo, a una casa digna, a mejores servicios de salud; el ejemplo de Mandela vale más cuando hoy vivimos en el cieno de una sociedad con gobiernos que ven en el poder político la oportunidad de enriquecerse, dejando de lado los valores mayores, como lo son luchar por la igualdad del hombre, y ese ejemplo vale más porque lo hizo sin esperar nada a cambio.

Hasta siempre Mandela y recibe no las lágrimas, sino los aplausos y el reconocimiento por una labor cumplida.

 
licfernandora@hotmail.com
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