Por el cacicazgo de Coahuila
Desde hace décadas, concretamente desde el gobierno florestapista, los grupos saltillenses se dividieron. Por un lado quedaron los empresarios, sus empleados y aliados comandados por los propietarios del GIS (Grupo Industrial Saltillo); y por el otro, los políticos identificados con la cultura del esfuerzo, los de familias modestas que estudiaron en escuelas públicas. Esos cuyas posibilidades surgen de las coyunturas políticas.
Flores Tapia, tal vez sin pretenderlo, atemorizó a sus enemigos de clase cuando quiso ser Alcalde de Saltillo, eso le valió que los pudientes se organizaran para impedir que el PRI lo hiciera su candidato. Derrotado OFT emigró al Distrito Federal para buscar mejores posibilidades en su autoexilio.
En la ciudad de México, Flores Tapia se ligó a Luis Echeverría Álvares, entonces Secretario de Gobernación, quien hizo gobernador a OFT cuando llegó a la Presidencia de la República. Ya con la venia del Señor de Los Pinos, OFT retornó triunfante a Saltillo y sus enemigos se disfrazaron de amigos para recibirlo con bombo y platillo. Y nació la conspiración.
Los empresarios del GIS y sus lacayos se metieron a sus catacumbas a conspirar contra Flores Tapia mientras éste ponía las bases del desarrollo de Saltillo, con nuevas empresas que no necesitaron el permiso de los López del Bosque para instalarse. OFT inició así no sólo una nueva etapa para la capital de Coahuila y su región, sino el parteaguas de la política coahuilense.
Con Flores Tapia como gobernador, los empresarios del GIS y sus adláteres ya no se conformaron con el reparto que el gobierno les daba en cada sexenio, ya no quisieron la primera regiduría del cabildo saltillense, ahora querían el poder municipal como antesala de la gubernatura de Coahuila, y con sus relaciones pactaron las concertacesiones.
Ya no sólo financiaron -por debajo de la mesa- al PAN, ahora lo fortalecerían para que enarbolara sus demandas y enfrentara al poder florestapista. Todo esto se pondría en marcha cuando al final del sexenio florestapista, el gobierno federal le dio entrada a una demanda de enriquecimiento inexplicable en contra de OFT.
Lo demás es de todos conocido, pero hay que preguntarnos: ¿Qué hubiera sucedido si OFT termina su sexenio sin problemas? No hay duda sobre la respuesta: Flores Tapia se hubiera convertido en el cacique político de Coahuila hasta su muerte, él hubiera sido el fiel de la balanza en la selección de gobernadores, alcaldes y legisladores. Pero no fue así.
Desde entonces, los empresarios coahuilenses han hecho un juego doble: apoyar al gobernante en turno mientras éste los llena de contratos, negocios, exención de impuestos y apoyos económicos, pero por debajo de la mesa continúan conspirando, para debilitar a su mecenas y para sacarle mayores privilegios, y si no lo logran, buscan arrebatarle el poder.
Los últimos siete gobernadores, con excepción de EMM, han padecido el doble juego empresarial, el que seguirán haciendo hasta entonces no se defina el motivo del conflicto: El cacicazgo de Coahuila. Ahora el pleito es más claro que nunca, porque esta vez los ejércitos están muy definidos, con nombre y protagonistas, debido a que las malquerencias pasionales hicieron salir de las catacumbas a los conspiradores: por un lado el enriquismo y sus aliados; por el otro, el moreirismo y sus simpatizantes. Ahora sólo falta que los espectadores tomen partido o cuando menos hagan sus apuestas...
|