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Febrero 2013
Edición No. 288
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Centros históricos.
Un nuevo modelo de ciudad


Jesús salas Jáuregui.


Nuestras ciudades por su herencia virreinal se desarrollaron al menos hasta el último tercio del siglo pasado bajo un esquema mono céntrico, cuya función jerárquica centralizada propició un patrón de urbanización centrífugo.

Dentro del cual conviene destacar tres etapas:

La extensión del núcleo fundacional virreinal a partir de la conformación de barrios, cuya característica principal fue la heterogeneidad en los usos de suelo, llegando a considerar que el centro, prácticamente constituía la ciudad en sí misma.

Posteriormente, la integración de colonias, con una mono funcionalidad habitacional predominante, crea una dependencia en términos de servicios y equipamientos que consolida el carácter de centro urbano.

centro historicoY finalmente, el desarrollo de fraccionamientos, que a diferencia de las colonias, integra zonas comerciales, algunas de las cuales conformarán futuros sub­centros urbanos que vendrán a minimizar la dependencia de estas nuevas zonas de la ciudad, para con el centro urbano.

Resulta factible ubicar, en este último escenario que inicia en la segunda mitad del siglo pasado, el inicio de un nuevo modelo de estructura urbana dentro del cual se presenta la transformación de los centros urbanos a históricos. Este concepto único, jerarquiza una centralidad histórica sobre los demás factores que sustentan la centralidad urbana.

Para comprender este cambio de centralidad, que más propiamente resulta ser un desplazamiento de algunos factores de centralidad, principalmente el económico y social, aunque en muchos casos se presente, en lo político administrativo resulta necesario recordar que a partir de la segunda mitad del siglo pasado, se produjo en los centros urbanos de nuestras ciudades un cambio poblacional, cuando los sectores de altos ingresos se movilizan hacia otras zonas urbanas, cediendo el espacio central para el alojamiento de sectores de la sociedad de bajos ingresos, con lo cual se cambia el contenido social e incrementa la densidad y el hacinamiento, hasta llegar a convertir la pobreza en una condición fundamental de los actuales centros históricos.

Este desplazamiento poblacional, no sólo impulsa económica y socialmente el desarrollo de nuevas áreas de la ciudad; sino que además provocó un desinterés por los centros urbanos, en donde pese a la disponibilidad de infraestructura y equipamiento instalado, se convirtieron en zonas marginadas, sin beneficio de los programas de obra pública, hasta llegar a constituir verdaderos nodos de conflicto urbano y obstáculo para la integración funcional de la ciudad.

Este proceso de deterioro en los centros urbanos, tiene múltiples manifestaciones en el deterioro de la calidad del ambiente urbano, situación que denota la pérdida de sus atributos de centralidad, heterogeneidad y unicidad dentro de la estructura urbana. Sin embargo, paralelo a este proceso, la extensión de la mancha urbana, la disponibilidad de equipamientos y servicios en las nuevas zonas de crecimiento de la ciudad, provocan cambios en los patrones de movilidad de la población, hasta prescindir del centro urbano.

Difícil resultaría atribuir a un solo factor el cambio de la estructura urbana, por ello hay que señalar que de forma paralela a la consolidación de sub­centros urbanos, se presenta un cambio de paradigma en lo que a la conservación del patrimonio se refiere, al pasar de lo monumental al contexto urbano, incluyente de factores económicos, políticos y sociales y no solo los histórico­estilísticos tradicionales. Con ello los centros históricos cobran un peso singular y distinto dentro del nuevo modelo de ciudad.

Se trata pues no sólo de una descentralización, en donde lo económico no necesariamente coincide geográficamente con lo político o lo social y más que hablar de un centro urbano, se hablaría de un centro histórico, un centro económico­financiero, un centro político­administrativo, sino que representa un “voltear atrás” al dejar de enfocarse en la extensión de la mancha urbana y regresar a la prioridad, a lo construido. En donde el centro histórico cobra un sentido diferente, planteando nuevos retos vinculados a las accesibilidades, a las centralidades intra urbanas, al carácter simbólico en el constructor de la identidad urbana. Es preciso señalar que este proceso de “regresar hacia el centro de la ciudad” no se contrapone con algunas propuestas de planificación sustentable como la de la Bioregión.

 
 
 
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