La dino-placa de Coahuila

José Flores Ventura

Haciendo un análisis a la placa de automóvil de este año para nuestro estado, cabe resaltar el esfuerzo del gobierno por atraer turistas al hacer alusión a la riqueza fósil que existe en nuestro territorio. La parte iconográfica hace referencia por un lado a las huellas, las cuales descubrimos el ingeniero Rufino Rodríguez y un servidor en el 2002 en Porvenir de Jalpa, General Cepeda. A la derecha de la placa resalta la cabeza de un dinosaurio carnívoro, sin embargo esa imagen está muy alejada de la realidad dentro de la comunidad paleontológica.

A lo largo de la historia de la investigación se han cometido errores de apreciación en aras de la aceptación de hipótesis -a falta de hallazgos- que la validen, pero son hasta cierto punto razonables. No así aquellos que se cometen por una deficiente asesoría como es el caso de las nuevas placas de Coahuila que llevan la cabeza de un dinosaurio carnívoro del género Albertosaurio, ya que no está comprobada su existencia en los fósiles de nuestra región, por lo tanto aseverar que este dinosaurio existió en Coahuila es tan falso como una moneda de tres pesos.

En casi 40 años de colecta continua de fósiles de dinosaurios en el sureste, y más recientemente en el centro y norte del Estado, sólo del 1 al 3% pertenecen a dinosaurios carnívoros y el resto a herbívoros. Tal frecuencia es comprensible y natural en la cadena alimenticia de cualquier ecosistema. Los restos óseos sólo pueden identificar a ciertas familias de dinosaurios carnívoros, sin embargo los dientes acercan a la identificación de géneros, y en algunos casos específicos a especies, por lo cual la búsqueda de éstos se ha incrementado con el afán de conseguir la identificación plena de algún terópodo (dinosaurio carnívoro).

Los terópodos que se han hallado hasta la actualidad son: Saurornitholestes, una especie afín a Troodon, dromaeosaurido, ornithomimido, oviraptor así como Tyrannosauridae (Esperanza Torres et al, Kirkland et al, 2000), pero los mismos autores mencionan en sus artículos la dificultad de clasificar los dientes de los carnívoros grandes como los Tyranosauridae. El más famoso paleontólogo, especialista en terópodos, Phill Currie, ha mencionado en sus estudios que en los Tiranosaurios no se puede identificar el género al que pertenece por los dientes, ya que éstos son muy variables entre los Tiranosaurios y los Albertosaurios (Currie, 1990). La familia Tyranosauridae incluye al famoso Tyranus Rex, que fue muy abundante en el sur de Estados Unidos a finales del Cretácico; y el Albertosaurio, el de la placa de automovíl, de hace 70 millones de años, que habitó Canadá, y dudosamente vivió en Nuevo México y Coahuila (Carr, 2000).

A pesar de las limitantes que existen, el estudio de dientes aislados de terópodos puede constituir una herramienta para la identificación taxonómica, inclusive hasta el nivel de género y en algunos terópodos pequeños como Troodon y Saurornitholestes, pues en los terópodos grandes, los Tyrannosauridae, no existe una constante denticular para poder identificar el género; por lo tanto, asegurar que los dientes sean de Albertosaurios es especulación. Sólo por analogía y la edad de región Canadiense donde se han encontrado los Albertosaurios se deduce que éstos pudieran haber existido también en Coahuila, pero hasta ahora no se ha encontrado algo que lo confirme como un cráneo, por eso no se puede asegurar que existió en Coahuila.

Con el afán de hacer algo espectacular y llamativo, creo, se ha cometido un error, y al pasar el tiempo muy seguramente se encontrará un resto índice que asegure que el Albertosaurio haya evitado el estado, sin embargo las suposiciones no son aceptadas en la ciencia. El caso llegó a oídos del supremo gobierno que se aproximó a los gurúes de la paleontología del Museo del Desierto y les dijo con clara sentencia: “¡Ahora me confirman que el tal Albertosaurio existió en Coahuila!”.