publicación Online
 
 
  ir a pagina principal regresar     
Julio 2013
Edición No. 293
ir a ediciones anteriores  

reyCaciques



Por el Profr. y Lic. MIGUEL TREVIÑO RÁBAGO

UNO DE los grandes males que sigue padeciendo México con los llamados CACIQUES. Déspotas y autoritarios han colmado la paciencia de muchos pueblos cuyos habitantes ya están hartos de tenerlos encima soportando sus abusos y pillerías. Llevan años chupando los dineros del pueblo al cual atemorizan de muy diversas y crueles maneras. Son insaciables y cínicos porque ni las mismas autoridades son capaces de ponerles un hasta aquí. 

ÉSTOS SUJETOS y sujetas hacen y deshacen a su antojo. Alguna vez un Presidente de la República los desplazó de sus terrenos encharcados con sangre, pero he aquí que surgieron otros peores y más hambrientos. Fueron unos por otros, pero las prácticas hamponescas siguen vigentes: Ó se  hace su voluntad o destruyen a los que no se someten. Los CACIQUES no han muerto, solamente cambiaron de nombre. Y lo más triste: son los que mandan en todo el país. 

 HE CONOCIDO a varios. Su prepotencia es insultante. Le gritan y manotean a los mismos gobernadores, infinidad de diputados son sus mandaderos y ponen y quitan presidentes municipales como si fueran su servidumbre. Saquean tesorerías, violentan las leyes, pisotean la Constitución, se enriquecen a lo bestia, imponen candidatos, ningunean a los partidos políticos, exigen cooperaciones igual que la delincuencia organizada, son intocables y para colmo, son los más ricos de cada municipio. Con dinero compran todo y a todos, incluyendo a los medios de información. 

LOS QUE se dicen "autoridades" no los quieren molestar ni desatar su ira. Procuran complacerlos hasta límites humillantes. Y es que los "gobernantes" les deben favores de todo tipo, que los comprometen a servirles hasta de tapete. CACIQUES hay que se dan el lujo de imponer alcaldes, diputados y hasta gobernadores. Su "influencia" es tal, que no les importa burlarse de pueblos enteros al imponerles seudo autoridades que además de ser ineptas, derrochan servilismo. Todo lo que las dizque "autoridades" hacen tiene que recibir el visto bueno de éstos mandones de pacotilla con pies de barro. 

TAMAULIPAS es hoy uno de los Estados que sufren los embates de los CACIQUES que cambiaron de nombre pero no de mañas. Y lo que es peor, ni el mismo Presidente Peña Nieto ha mostrado interés en frenar éstas prácticas humillantes que pervierten la democracia. Lo vemos hoy a unos días de las elecciones del 7 de julio, cuando los mandones impusieron los candidatos que les van a rendir pleitesía 3 años más en las alcaldías y en el Congreso del Estado. Peor aún: todos los partidos políticos se han sometido a éste juego sucio para favorecer al partido tricolor.

SI EL electorado tamaulipeco no reacciona el día de las elecciones, es casi seguro que los CACIQUES de Tamaulipas se volverán a salir con la suya: imponer alcaldes y diputados a su gusto y para su servicio personal. Con acierto López Obrador repite una y otra vez, que sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Y es tan válida la sentencia que podemos modificarla afirmando que sólo un electorado decidido puede propinarle una derrota al PRI y sus aliados paleros en las urnas electorales. Los votos tienen que ser el arma justiciera contra quienes tanto daño le han hecho a nuestros municipios en Tamaulipas. Entonces se desplomarán los CACIQUES porque ya nos hartaron con sus abusos y atropellos descarados trienio tras trienio. 

SI NOS quejamos de la delincuencia organizada que prolifera en todo el Estado, las prácticas caciquiles de varios sujetos no son nada diferentes. El "coopelas ó cuello" está vigente en cada municipio tamaulipeco. El valemadrismo y el miedo de gobernantes y partidos políticos es impresionante y degradante. Se han prostituido en aras de servir a los CACIQUES y de ganarse unos centavitos para saciar el hambre que arrastran por años. Lo peor: Ni las dirigencias nacionales de los partidos muestran una poca de dignidad ante los mandones en Tamaulipas. La comercialización de los emblemas es abierta y al mejor postor. La ideología y principios ya terminaron en el bote la basura. 

LOS CACIQUES nos tienen hartos a los tamaulipecos. Inexplicablemente los hemos aguantado muchos años. No es posible que una vez más, el próximo 7 de julio se salgan con la suya. Nos han engañado una y otra vez. No han usado para proteger sus intereses. Nos han marginado y empobrecido una vez que se han llenado los bolsillos. Nos han dado atole con el dedo elección tras elección. Nos han visto la cara de "peneques" para imponernos a sus "gatos" y testaferros. Los hemos convertido en multimillonarios con nuestro silencio y pasividad. ¿ No será ya la hora de reaccionar y darles una lección ? ¿ O cuántos años más pasarán para decidirnos a mandarlos al país del nunca jamás los queremos volver a ver ?......

POR ALGÚN lado tenemos que comenzar una revolución política. Y qué mejor que empezar por los CACIQUES de nuestros pueblos y municipios. Si cada elector se decide a limpiar la casa donde vive, pronto nos convenceremos que la unidad de todos es veneno para las pandillas políticas. Es urgente dejar de votar por los candidatos de los CACIQUES y votar por los que se niegan a besar los zapatos de los mandones que todavía asustan con la vieja piel de lobo. Es hora de cambiar el final del cuento.

ÚLTIMA HORA: En las filas del Partido Acción Nacional se gesta un "compló" encabezado por una dama y un sujeto raro y chiflado para favorecer al candidato del partido oficial. Bajo cuerda, proporcionan medios económicos a ciertos sujetos para hacer que su propio partido "muerda" el polvo de la derrota. Su vocación de traidores es manifiesta y no sería raro que contaran hasta con el aval de su dirigente nacional. Más ruines, no se puede. 

CUALQUIER COMENTARIO relacionado con esta columna, le agradecemos enviarlo a nuestros correos electrónicos.

 
 
 
trabago49@hotmail.com
http://mx.groups.yahoo.com/group/elobservadorpolitico
Facebook: Miguel Treviño Rábago
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino