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Julio 2013
Edición No. 293
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Los abuelos


Arcelia Ayup Silveti.

Quienes tenemos más de tres décadas recordamos las tardes en casa en compañía de nuestros abuelos. Ellos representaban un papel importante en la sociedad. Eran una autoridad moral y casi literalmente los segundos padres de sus nietos. En especial, cuando los hijos trabajaban todo el día, los abuelos se hacían cargo de los nietos, estaban al pendiente de ellos al regresar de la escuela, los acompañaban a comer, supervisaban que hicieran sus tareas, si recibían visitas o si debían acudir a casa de algún compañero a hacer proyectos escolares.

Cuando yo era niña, las viviendas de la clase media eran de tamaño regular, con espacio suficiente para ser habitadas por una familia clásica integrada por ambos padres, de uno a tres hijos y ambos abuelos. Había suficiente espacio para que los papás ocuparan una habitación, y también los hijos y los nietos, respectivamente. Había mucha convivencia entre todos. Los abuelos le daban reporte sobre las actividades diarias de los pequeños y si había algún mal comportamiento de alguno de ellos.

 En pocos años las casas de interés social fueron disminuyendo sus espacios, hasta llegar a  las actuales que son de dimensiones lastimosas. De cierta manera ésta fue la causa de que los matrimonios recientes en su momento ya no pudiesen llevarse a vivir a los abuelos, quedando éstos últimos viviendo solos en sus casas, casi sin cuidados ni atenciones de sus hijos. Por su parte, los niños se ven obligados a pasar las tardes sin ninguna supervisión y sin límites.

 Es real que vivir en espacios tan reducidos provoca ansiedad, pesimismo,  reduce el espíritu creativo y la necesidad de superación. Desde el momento de entrar a una casa de este tipo, se aprecia completa. La cocina puede llegar a medir sólo dos metros lineales, y en ellos distribuidos de manera sorprendente lo básico. El baño también es diminuto. En cuanto a las recámaras sólo cabe una cama matrimonial y dos buros. La estancia puede tener una mesa para cuatro personas y una sala pequeñísima. Atrás un cuadro pequeño de cuatro metros de jardín que sirve a la vez de lavandería y tendedero. La fachada puede contar con un cajón de estacionamiento y un pequeño jardín en el cual cabe un árbol.

Sé de unos departamentos en Saltillo los cuales sólo ofrecen una cocina, baño, recámara y un cajón de estacionamiento. En la cocina cabe una persona, la mesa es abatible, pero si es necesario abrir el refrigerador, hay que levantar la mesa. El baño es de dos metros y en la habitación es posible colocar una cama matrimonial y dejar espacio para caminar una persona. Es lastimoso ver como muchos de los abuelos son confinados a vivir solos en sus casas, sin deberes, sin responsabilidades, casi sin ninguna atención por parte de sus hijos, además sin apoyo emocional o económico ¿En qué momento cambiaron sus papeles?

 
 
 
biznagaas@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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