publicación Online
 
 
  ir a pagina principal regresar     
Julio 2013
Edición No. 293
ir a ediciones anteriores  

moderindadLa modernidad exige consensos
de voluntad popular



Las voluntades débiles se traducen en discursos; las fuertes, en actos.
Gustave Le Bon

Luis Fernando Hernández González.

Para don Jesús Reyes Heroles, el avance democrático debe de ser abierto y crítico dentro de la sociedad mexicana, más sobre el comportamiento individual de los actores políticos señala que: “la ambición legítima de hacer y de ser son móviles muy eficaces, y ojalá estemos llenos de ambiciosos que quieran ser y hacer. La ambición de parecer, de simular, es una ambición de quinta categoría.”

Por otra parte señala que: “quienes crean en las ideas que exponen, que digan lo que piensen y que piensen lo que digan, que sean vehementes en su exposición y sinceros hasta el reconocimiento del error, pueden exponer y aportar sus elementos en el servicio al país.”

La construcción de la democracia no sólo se debe de presentar desde el punto de vista participativo de la sociedad, sino también como un ejercicio de conciencia fundamental en donde las alternativas de carácter práctico estén a la altura de las circunstancias que alientan y dan fuerza a la lucha del quehacer político que demandan los contextos de realidad, función que encierra intrínsecamente la soberanía del pueblo sobre la actuación de la autoridad.

El sendero democrático por el que incursiona la sociedad, es una lucha que ha establecido en la búsqueda de acercar para su bien de aquellas conjunciones que le brinden confianza, autoridad y poder, bajo lo cual le permitan a la misma sociedad el escalamiento de opciones y oportunidades que le representen un mayor y mejor estatus en su calidad de organización para la vida dentro de una temporalidad, constituyendo con ello, la periodicidad de alternativas que la misma otorga por su mandato en los esquemas de política democrática.

Es bajo la premisa de la democracia participativa del mayor número de ciudadanos en la que se sustenta el objetivo de su definición estratégica, mediante lo cual se busca romper con los esquemas, sean éstos de orden económico, político o social cuyo dominio pretende sobreponerse a la voluntad apreciativa de los ciudadanos, cuando esto no sucede, se da cabida a acuerdos de poderío y concertaciones políticas que marginan a la vida democrática y causan alteración en el comportamiento sensitivo de la misma sociedad.

La lucha en la democracia no es una confrontación de buenos contra malos, de tañer tambores de guerra en donde se pulsen las fuerzas de poder, mucho menos es una batalla entre enemigos irreconciliables, es sí una confrontación de civilidad en las ideas, compromisos, percepciones y concepto de esquemas y contextos que satisfagan con mayor claridad y aprecio a un universo humano, en donde se privilegie la voluntad popular para conducir a la sociedad a superiores esquemas de formación en su bienestar, que no es otro que su calidad de vida en todas sus factores y variables.

Los distintos candidatos tanto a alcaldes como regidores y síndicos recorrieron durante este proceso 2013 las calles y avenidas, lo mismo que visitaron congregaciones, barrios y colonias, ejecutaron con toda libertad la difusión de su ideario, promoviendo el significado de la participación en la búsqueda de aliados, a unos convencieron y a otros no, el resultado de su esfuerzo se reflejará en el número que arrojen las urnas electorales, en donde los candidatos y ciudadanos deberán de acatar el fallo que dicte como consecuencia el órgano electoral de arbitraje de todo este proceso electivo.

La democracia que tiene como esencia sus raíces en la voluntad popular, conlleva a su perfeccionamiento de operaciones de ajuste y eficiencia bajo lo cual la transparencia de todos sus recursos temáticos que le dan significado a todo proceso electoral esté sustentado en una definición dentro del marco jurídico, razón en la cual se marcan claramente cada una de las etapas en tiempo, espacio y forma para buscar el triunfo electoral y con ello la nominación de autoridad pública.

La responsabilidad democrática no termina en las urnas, sino también se extiende al ejercicio mismo de la aplicación de mandato que se obtiene mediante la constitución de autoridad para encontrar y encauzar los consensos de participación popular, razón por lo cual algunas apreciaciones políticas buscan hoy en día, dar significado a nuevos conceptos de autoridad popular en donde tenga vigencia el presupuesto de aplicación democrática en los sectores sociales, la iniciativa ciudadana, el referéndum y la revocación del mandato como elementos de acotación limitativa a la actuación misma de la autoridad.

Una importante reflexión para este tiempo que nos aporta el maestro Giovanni Sartori, cuando nos dice: “Decimos democracia para aludir, a grandes rasgos, a una sociedad libre, no oprimida por un poder político discrecional e incontrolable, ni dominada por una oligarquía cerrada y restringida, en la cual los gobernantes “respondan” a los gobernados. Hay democracia cuando existe una sociedad abierta en la que la relación entre gobernantes y gobernados es entendida en el sentido de que el poder de autoridad está al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio de la autoridad, en la cual el gobierno existe para el pueblo y no viceversa.”

 
 
 
contacto@elperiodicodesaltillo.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino