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Junio 2013
Edición No. 292
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Reforma política

Samuel Cepeda Tovar.

El tema ha renacido nuevamente, independientemente de las causas coyunturales que llevan a nuestra clase política a revivir temas polarizantes y estrambóticos, la idea de poner en la mira la Reforma Política me parece sumamente interesante, sobre todo dadas las condiciones óptimas del llamado “Pacto por México”, que sin duda ha acelerado el proceso legislativo en México ante una marcada abulia que llevaba ya varios años enquistada en nuestro país.

Reelección de alcaldes y diputados, disminución de integrantes del Congreso, candidaturas Independientes, segunda vuelta electoral, iniciativas de la Suprema Corte de Justicia e iniciativas ciudadanas son temas que no sólo resultan ser innovadores en un sistema político anacrónico y desfasado como el nuestro, sino que de implementarse oxigenarían y llevarían a la modernidad al Estado mexicano.

La idea de la reelección legislativa y de alcaldes obligaría a los representantes políticos a profesionalizar su desempeño si es que aspiraran a una reelección, es decir, esa medida sería el premio por parte de ciudadanos hacia una buena gestión. En la actualidad, los políticos saben que los periodos son finitos, por ello una vez que ganan el puesto de elección popular no se preocupan más por hacer un buen papel, pues no hay premio inmediato por buena administración. Por su parte, la idea de disminuir los escaños en el Congreso de la Unión, al menos en lo que respecta a los diputados, es una exigencia social de muchos años de antelación, pues con nostalgia se recuerdan aquellos tiempos en que sólo se elegían 300 diputados, hasta que llegó alguien con una idea llamada “representación proporcional” y se incrementó el número a 500 legisladores, para mala fortuna del pueblo y el erario.

Las candidaturas independientes permitirían que cualquier ciudadano pudiera ser votado sin tener que recurrir a los desprestigiados, corruptos y diletantes partidos políticos, pues en ocasiones resulta difícil escoger entre una sarta de mediocres opciones y se opta por elegir la opción menos perniciosa, y en el caso de las candidaturas ciudadanas, tendríamos la opción de escoger a ciudadanos con méritos y con carreras apartidistas, pulcras y propositivas alejadas de la amalgama peyorativa que suponen ser los partidos actuales.

Iniciativas ciudadanas que permitieran que también ciudadanos que conocen las necesidades de su localidad pudieran presentar iniciativas legales que se sometieran a votación y coadyuvar con los congresos en la labor legislativa, así como integrar a la Suprema Corte de Justicia en el concierto de las iniciativas legales y darle su lugar como parte de la triada que supone el poder en México.

En fin, una reforma que ya es necesaria, ojalá llegue y pronto, y que su procedimiento hacia la madurez no se vea eclipsado por una fractura del “Pacto” derivada de los procesos electorales que se aproximan en un par de meses. Algo de sospechosísimo merodea.

 
 
 
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