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Marzo 2013
Edición No. 289
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Rescatar el patrimonio
cultural edificado

Jesús Salas Jáuregui.

El patrimonio urbano nos permite conectar tres dimensiones de la cultura: la cultura en cuanto herencia a conservar, la cultura en cuanto componente de nuestra conciencia, y la cultura productiva como generadora de riqueza.

Las ciudades hay que explicarlas como realidades complejas dado que en su paisaje se interrelacionan elementos del medio ambiente, herencias de la historia, las fuerzas económicas, el progreso técnico, el genio creador del hombre, las tensiones sociales, los modos de vida de sus habitantes y también, las aspiraciones y los deseos de los ciudadanos. La ciudad, además de ser un paisaje cultural, es una realidad dinámica donde los problemas de reorganización del espacio urbano han estado siempre presentes.

La ciudad, tiene que responder a las necesidades que cada época ó coyuntura histórica le plantea. De aquí que, de cara a la valoración del patrimonio cultural, a la superación de las visiones museísticas de los centros históricos y también a la intervención urbanística, sea necesario hacer conciencia sobre el hecho de que cada espacio urbanístico tiene una etapa histórica que es clave en su formación y articulación, además, se trata de ciudades vivas que han tenido que adaptarse a diversas etapas.

En la mayoría de las ciudades lo viejo y lo nuevo, lo tradicional y lo moderno se combinan; las ciudades están esculpidas en piedra. Los rasgos de una ciudad se advierten en la fachada de sus edificios, en sus cascos antiguos, en sus iglesias, en el conjunto de sus trazos, en el sabor de sus barrios y en el sentir de sus habitantes.

Es en el lenguaje de las piedras que se ha escrito la historia de las ciudades, algunas de las cuales han sabido transmitir su mensaje y son un libro abierto para mostrar su historia, cultura y folklore, tanto a sus habitantes como a sus huéspedes, conformando parte importante de su patrimonio turístico. Es así que las localidades tradicionales con sus referencias al pasado, son los nuevos lugares que llaman al turismo alternativo.

Pero existen otras que por negligencia o por el deseo de dar paso a la modernidad no han preservado la fisonomía que antaño las identificaba, y en las que deben participar una serie de organismos especializados y la misma población, a fin de salvaguardar el patrimonio arquitectónico, apoyados en una serie de leyes y reglamentos que decretan la obligación de conservarlo y mantenerlo en buen estado; determinando asimismo el nivel de intervención en cada uno de los edificios, que van desde la remodelación hasta la demolición.

Es importante señalar que una pronta y eficaz intervención en los edificios y un uso apropiado de los mismos podrían incrementar la oferta turística que podría aumentar la estancia promedio de sus visitantes.

 

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