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Mayo 2013
Edición No. 291
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El centro histórico,
un caso de deterioro urbano


Jesús Salas Jáuregui.

La globalización mal empleada y el abrupto crecimiento demográfico, es común en todos los asentamientos humanos del mundo en estos últimos tiempos por el desarrollo que vienen alcanzando los medios de comunicación, sobre todo en aquellos que desempeñan un rol importante en sus regiones y que dinamizan principalmente los espacios económicos, sociales y culturales, estos fenómenos implican necesariamente el incremento de la densidad poblacional en el centro político administrativo y comercial, que siempre se ubicó en los alrededores de la primera plaza o plaza mayor, demandando cada vez edificios más amplios y de mayor altura, para albergar las cada vez mayores cantidades de personas perennes e itinerantes en las funciones y actividades de los pueblos en proceso de transformación a ciudades metropolitanas, originándose abruptamente el reemplazo de edificaciones antiguas por las nuevas, rompiendo su unidad y que a la intervención de la informalidad y al desconocimiento o desinterés de los organismos de control, empiezan a desdibujar una imagen urbana lograda y establecida con el paso de los años y que conforman hoy los centros históricos.

Al no respetar las características arquitectónicas de ellos, se origina el consiguiente fenómeno de transformación y destrucción de los mismos. Este proceso definitivamente, extingue edificios con valores arquitectónicos, so pretexto de su demasiada antigüedad y su condición inhabitable y al paso a la “modernidad”, pero que en realidad es la vehemencia de utilizar al máximo el valor y la plusvalía del suelo que tienen en dichas circunstancias. Este efecto es acelerado cuando no existen normas y ordenanzas de conservación de los centros históricos y cuando muestran debilidades los organismos de control.

Pero si nos detenemos en analizar este fenómeno, podemos señalar sin dudas, que es resultado de la falta de alternativas en el planeamiento del ordenamiento territorial y la orientación del desarrollo de las ciudades, evitando en ellas la destrucción de la imagen cultural, producto del nacimiento y origen de los pueblos. Si somos conscientes que el incremento de la densidad y la plusvalía del suelo en los centros históricos, está generando el surgimiento de edificios incompatibles sobre los antiguos, es imprescindible medir y manejar ello. La descentralización gradual de las actividades que incrementan la densidad, como es el comercio central principalmente, podría ser una gran alternativa.

La fijación de grandes centros administrativos como dinamizadores en áreas no monumentales salvaría las edificaciones con patrimonio cultural, zonas nuevas, en las cuales se ubicarían una nueva área cívica, el gobierno político administrativo y las áreas de comercio central y especializado, establecimientos bancarios y servicios afines. El comercio local, comercio vecinal, servicios de turismo, servicios de hotelería, actividades culturales y afines, quedarían en los centros históricos y áreas aledañas, con la finalidad de mantener vivos estos lugares, con puntos de atención bancaria elemental, sistema vial y servicios básicos adecuados. Este dinamismo que requieren los centros históricos para darle vida, necesitan de una gran inversión en sus restauraciones y adecuaciones.

 
 
 
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