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Mayo 2013
Edición No. 291
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El Día del Trabajo


Salvador Hernández Vélez.

A 124 años de la celebración del Día Internacional del Trabajo que fue ideado originalmente por el Congreso de la Segunda Internacional en 1889 con una huelga general de un día en memoria de la convocada en Chicago tres años antes, justo el 1 de mayo, y que recibió como respuesta de los patrones y del gobierno el linchamiento de varios de sus líderes, víctimas de una provocación policíaca y de unos jueces corruptos. El propósito central de la celebración fue expresar la unidad obrera en torno a demandas como la jornada máxima de ocho horas y el salario mínimo.

Las condiciones en que laboraban en el siglo XIX eran deplorables. Si en 1972 -en pleno siglo XX- las condiciones de trabajo de los trabajadores del Departamento de Limpieza en Torreón eran miserables: trabajaban turnos dobles, sin día de descanso, con salarios que no llegaban al mínimo, sin derecho a asistencia médica y tampoco contaban con un sistema mínimo de seguridad social. Vivían en condiciones deplorables, en barrios sin agua, ni drenaje, colgados de la luz , en viviendas infectas. Esto obligaba a algunas mujeres a prostituirse, a los hijos a trabajar desde muy jóvenes abandonando la escuela. Aunque la mayoría de los trabajadores de la limpia en Torreón en esos años, en promedio, andaban en los treinta años, el envejecimiento les brotaba a la flor de piel, ¿cómo serían las condiciones de los trabajadores en el mundo del siglo XIX?

A pesar de que el sistema capitalista descansa definitivamente en el trabajo, hay épocas del desarrollo del capitalismo en que ha sido muy desdeñado. Hoy en pleno hípercapitalismo, el dinero, suprema expresión del trabajo, acumulado en unas pocas manos, es el amo y señor, y es amasado por la vía de la especulación financiera. Incluso las grandes empresas para ser rentables deben jugar sus acciones en la bolsa de valores. Tal parece que ganan más especulando que produciendo y comerciando.

Esto tiene su costo. Actualmente se mercantiliza todo: la educación, las religiones, la política, la familia entre otros aspectos de la vida. El ideal de hoy es ganar dinero fácil, especulando o con acciones ilícitas. Estaremos conscientes que estamos ubicando el trabajo en la esfera de lo bajo, de lo no deseable. Lo paradójico es que la humanidad no puede vivir sin el trabajo, y sin embargo el trabajo es desdeñado y se le considera como un castigo.

Por ello, sin duda son los propios obreros industriales, trabajadores de la cultura, técnicos, campesinos, profesionales en diversos campos del conocimiento los que principalmente dignifican el trabajo. Y aunque los neo liberales consideran que ellos son los que generan la riqueza, de los brazos y del cerebro de millones de trabajadores ocupados en las tareas más diversas, depende la sociedad entera. Para ello basta insinuar las habilidades y las sabiduría atesoradas por generaciones de trabajadores en todas las ramas industriales. En las condiciones actuales, donde día a día recibimos noticias de crisis económicas, tras crisis económicas, creo que en el marco de un aniversario más del Día del Trabajo, hay que hacer conciencia de que es necesario plantear la transformación del sistema y en el plano teórico, sustituir el paradigma del dinero por el del trabajo.

Hay que reconocer que a lo largo de la historia, el tiempo para pensar, para inventar, para crear, ha sido prerrogativa de unos pocos. Pero ahora en la época del conocimiento, las instituciones educativas actuales han aumentado el pequeño segmento de la sociedad que puede disfrutar de este beneficio, no obstante a la gran mayoría difícilmente le alcanza el salario para sobrevivir. Y una pequeñísima minoría puede hacer festividad de vivir de lo que le excita placer, el llamado 1 por ciento. A 124 años de las jornadas de Chicago es tiempo de que en este universo del trabajo se abra un camino progresivo para que también los trabajadores, todos, cuenten con el tiempo y los recursos para satisfacer sus gustos y aficiones: estéticos, deportivos, literarios, culinarios, artesanales en esa escala inagotable de actividades materiales e intelectuales en cuyo cumplimiento se realiza el ser humano. Esto necesariamente nos debe llevar a ubicar en su justa dimensión símbolos como el Primero de Mayo, que brotó del mundo del trabajo y sólo a él pertenece.

 
 
 
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